«100% Evópoli»-Álvaro Vergara

«100% Evópoli»-Álvaro Vergara

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El sábado pasado, tal como era previsible, el Consejo General de Evópoli proclamó a Evelyn Matthei como su candidata presidencial. Minutos después, el exconvencional Hernán Larraín Matte compartió una foto en la que aparecía junto a la carta presidencial, afirmando que Matthei era “la única capaz de evitar otro mal gobierno de izquierda” y que era “100% Evópoli”. Desde luego, se podría pensar que esa imagen es sólo un insumo de campaña electoral para entusiasmar a los votantes de su partido, a quienes la candidata les pidió en el mismo consejo “unidad hasta que duela” respecto de las otras derechas. Sin embargo, si se analiza el mensaje, esa declaración podría ilustrar algunas de las debilidades que ha exhibido la candidatura de Chile Vamos hasta ahora.

En este espacio ya hemos expuesto algunos de los problemas de Evópoli. Más allá de sus aportes a la centroderecha y en especial al segundo gobierno de Piñera, este partido ha carecido de una idea clara sobre lo que buscan representar sin lograr elaborar un proyecto político nítido. En esa sentido, Matthei ha parecido caer en algunos de los problemas de la colectividad, y no ha logrado definir una línea política clara. Desde afuera, da la impresión de que quienes están a cargo de la campaña buscan el voto según las encuestas, un voto esquivo y castigador. Por eso, con tal de no perder apoyo, han mostrado ciertas ambivalencias que podrían costarles caro. La candidata, inmersa a ratos en esa falta de claridad narrativa, incluso llegó a decir que no creía “ni en la izquierda ni en la derecha”, mientras dos candidatos que muestran su posición sin tapujos amenazan con quitarle votantes. Muchas veces el pragmatismo y el miedo a pagar costos pueden generar costos más altos.

Ahí parece encontrarse uno de los puntos débiles de Matthei: su equipo se ha centrado en lo programático y ha descuidado lo político. No cabe duda de que, en la actualidad, los mejores técnicos están en Chile Vamos -y muchos de ellos en Evópoli. Ahí se encuentra gran parte de quienes conocen al Estado y los que probablemente puedan reparar más rápido las instituciones dañadas por el Gobierno actual. Sin embargo, elaborar una propuesta programática de primer nivel no es suficiente si el punto débil de la candidatura se encuentra en su dimensión política, pues, como enseña Aristóteles, la política es el arte que orienta a la técnica y a todas las demás ciencias en los asuntos de la ciudad. Aunque Matthei lidere las encuestas, debe superar estos problemas para evitar lo que le ocurrió a su par trasandina Patricia Bullrich, quien al perder le entregó a Milei su principal activo: el programa de desregulación de Federico Sturzenegger.

Si no se define cuáles serán los ejes políticos y su fondo, probablemente la indefinición de la candidatura seguirá creciendo. Un buen ejemplo fue cuando Evelyn Matthei salió a manifestarse a favor de la pena de muerte -pese a que es jurídicamente imposible de aplicar-, cuando lo que se requería tal vez era liderazgo y mesura. El trasfondo, no obstante, es que los propios partidos que la apoyan han cultivado esa indefinición los últimos años.

El tiempo para la primera vuelta avanza a pasos apresurados y los errores de los candidatos no suelen ser perdonados por la opinión pública: bien lo saben Joaquín Lavín y Sebastián Sichel. Lo que la ciudadanía parece buscar es liderazgo y gobernabilidad, y probablemente se decantará con el candidato que parezca tenerlos.

El futuro comité político de Evelyn Matthei -que debió haber sido nombrado el 1 de marzo- tendrá la difícil tarea de elaborar una estrategia que permita transmitir de modo coherente decisiones narrativas, propuestas programáticas y equipos que encarnen un proyecto robusto que no se vacíe en el tiempo. (El Líbero)

Álvaro Vergara