El mapa de poder de la masonería chilena

El mapa de poder de la masonería chilena

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Fueron ocho minutos y siete segundos. En su calidad de ministro de Justicia del saliente gobierno de la ex Presidenta Michelle Bachelet, Jaime Campos se dirigió a los “hermanos” que integran la masonería para darles su versión de lo que ya se comentaba, tal como lo había dado a conocer La Tercera PM respecto del fallido cierre del penal Punta Peuco.

A través de un video, mirando a la cámara, el militante radical y candidato a convertirse en gran maestro de la Logia de Chile, es decir, la máxima autoridad de la masonería en el país, aseguraba que “si alguien me plantea ejecutar un acto que violenta mi conciencia, que transgrede mis principios y mis valores, y que importa una marginación de la Constitución y de la ley que hemos jurado respetar, tengan ustedes la seguridad de que yo jamás lo voy a realizar. Y en este caso, me tocó enfrentar esta situación”. Todo, en alusión al decreto que la entonces Presidenta le había pedido firmar el día anterior al cambio de mando, en el que si bien no se cerraba el cuestionado recinto, sí se trasladaba a los internos condenados por violaciones a los derechos humanos. El penal sería redestinado para otros fines.

La polémica volvió a poner el foco sobre la masonería, su influencia en las esferas de poder y sus redes.

No son pocos. La Gran Logia de Chile tiene, aproximadamente, 13 mil miembros minuciosamente seleccionados. Si a ellos se les suman los miembros de las llamadas “logias liberales”, son cerca de 16 mil masones a lo largo del país. Con ellos se podría llenar el Movistar Arena e incluso superar casi tres veces en número a los socios de Colo-Colo.

Aunque ministros de Estado, políticos, jueces, parlamentarios, rectores de universidades y conocidos abogados son parte hoy de la masonería, la orden ha perdido la influencia que alguna vez ostentó. La época más gloriosa de los masones en Chile fue entre 1932 y 1958. Cinco representantes de la masonería fueron, de manera sucesiva, presidentes de la República: Arturo Alessandri Palma, Carlos Ibáñez del Campo, Pedro Aguirre Cerda, Juan Antonio Ríos y Gabriel González Videla. Durante 36 años un masón estuvo a la cabeza de La Moneda. El último presidente de la orden fue Salvador Allende.

Sin embargo, hasta hoy, son varios los que coinciden en que ser masón tiene sus ventajas.


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Esferas de poder

Uno de los llamados “enclaves” de la orden es el Poder Judicial. Entre los años 70 y 80 hubo un boom de abogados que se iniciaron en la orden. Para este tipo de profesionales, especialmente los que desean trabajar en el Poder Judicial, la tradición, dicen, tiene un peso, y por esa razón es clave entrar a la masonería. A los abogados, explican, les da un sentido de la jerarquía. Algunos comparan la hermandad que se da al interior de las logias a la fraternidad que se genera entre los institutanos. “Te marca y te da un sello”, dice un reconocido abogado.

Incluso por los pasillos de la Corte Suprema se cuenta la historia de un juez de Punta Arenas que decidió ingresar a una logia, creyendo que con esas credenciales avanzar en la carrera judicial le sería mucho más fácil. Duró apenas 17 días en la orden. Para Juan Eduardo Fuentes, el juez que, dicen, es el protagonista de la historia, la situación no ha sido un problema. De hecho, hoy es ministro de la Corte Suprema y en dos años más le corresponderá ser presidente. Eso, dicen cercanos a la orden, si es que los masones no lo impiden.

Las influencias del mundo masón en el Poder Judicial también pesan al interior del Ministerio Público, incluso en sus reparticiones claves. Por ejemplo, en la última votación para la terna de la Fiscalía Regional Centro Norte, dos masones, Tufit Bufadel y Raúl Guzmán, fueron las principales mayorías, con 22 y 20 votos cada uno, respectivamente. Al interior del Poder Judicial se habló del “poder masón”.

La PDI es otro pequeño enclave. Empezó con Nelson Mery a la cabeza de la institución e incluso hoy el actual director, Héctor Espinosa, es parte de la orden. Uno de los miembros destacados de la PDI en la masonería es Arturo Herrera, quien tiene el grado 33 y podría aspirar a ser el líder de la Gran Logia de Chile.

En la dirigencia de Carabineros, por su parte, no hay nombres aún. Pero se cuenta en las filas de la masonería que este año son varios los generales de la policía uniformada que están postulando para ingresar a la orden.

“La masonería tiene más influencia de lo que uno cree. Hay más de los que uno piensa y hoy tienen mucho que decir”, plantea Waldo Parra, autor del libro Masones y Libertadores, y agrega: “Una persona ya empoderada no entra a la masonería, no sería común. Se empoderan adentro por las herramientas y el perfil de un masón”.

Al interior de las logias, en todo caso, hay quienes discrepan y aseguran que el poder de la masonería radica en que quienes la integran deben pasar varias pruebas para ser admitidos y, en general, son personas muy calificadas y altamente educadas. Es decir, los masones son influyentes por el poder que tiene cada uno en sus distintos ámbitos y no por sólo pertenecer a la orden.

Pero pertenecer, por ejemplo, a la Logia Cóndor N° 9 se reconoce como algo, al menos, distinto. Se dice que es una de las más importantes e influyentes de Chile. Además de destacados abogados, como Darío Calderón, aquí asisten ministros y ex ministros de la Corte Suprema, como Hugo Dolmestch y Nibaldo Segura. Otra de las características de la Cóndor N°9 es su respeto por las tradiciones masonas. Por ejemplo, se saludan con el característico apretón de manos con los dedos flectados, donde el pulgar se ubica entre el primer y segundo nudillo. Otra de las señales que alude a la importancia y tradición que sigue esta logia es su ubicación. Entre Santa Rosa y San Isidro, específicamente en Marcoleta 659, está la sede de la Gran Logia de Chile. Allí, varias logias funcionan regularmente y una de ellas es, precisamente, la Cóndor N°9. Los masones que asisten a otras logias, distintas a las ubicadas en Marcoleta, se dice que van a “la periferia”.

MASONERÍA POP

“Radical, masón y bombero”, dice el popular refrán. Lo cierto es que si bien, históricamente, se ha vinculado la masonería con la militancia radical, los “hermanos” se encuentran a lo largo de todo el espectro político. Así, aunque se suele asociar a la masonería con la centroizquierda, la pertenencia de personas de centroderecha y derecha es un hecho.

A nivel de dirigencias, Mario Desbordes (RN) es uno de los casos más ilustradores. Ex secretario general, diputado y quien actualmente lidera su partido, se inició en la masonería hace muchos años, pero desde 2005 se encuentra en “sueño”, es decir, no asiste a las reuniones ni paga sus cuotas mensuales.

Dentro de la centroizquierda se destaca la presencia de dirigentes y parlamentarios, además de los PR, pertenecientes al PPD. También hay del Partido Socialista e incluso DC, como es el caso del diputado Víctor Torres, a quien Reportajes intentó contactar sin éxito.

El nombre de Enrique Jaramillo, diputado desde el retorno a la democracia hasta el 11 de marzo recién pasado, es conocido entre los masones. En especial porque varios comentan que fue el primer venerable maestro de la llamada Logia Parlamentaria. El nombre oficial de esta orden es “Gran Comendador Pedro Castelblanco Agüero, número 229” y, aunque ya llevaba varios años en funcionamiento, recién en 2015 fue reconocida formalmente por la Gran Logia. Allí, alrededor de 15 parlamentarios se juntan dos veces al mes en el Club Central de Valparaíso, en Avenida Brasil. Contrario al mito de que no se habla de política, en la logia se han discutido acaloradamente temas como la reforma a la educación y la ley de aborto. Otro de los mitos derribados es la necesaria afiliación política de los parlamentarios masones: la logia está integrada por dirigentes que van desde el PS hasta RN. Incluso, algunos parlamentarios confiesan haber visto hasta a un diputado UDI concurrir a la logia en varias ocasiones.

A pesar de la presencia de masones en el Parlamento, la mayoría de sus integrantes concuerda con que han ido en descenso. Algunos apuntan a que se trataría de los cambios en la composición que han sufrido ambas Cámaras -el Senado y los diputados- en los últimos años. Antes, plantean, el Congreso estaba compuesto de “castas”, un reducido número de familias llegaban hasta allí. Lo mismo pasaba con la masonería más antigua: tenía un rasgo elitista que, aseguran, ha ido cambiando. Ahora, en cambio, existe una diversidad mucho mayor en el Parlamento, lo que ha permitido el ingreso de personas de distintos orígenes y, por ende, la masonería ya no parece un grupo predominante, aunque sí está presente.

Contrario a lo que se cree, sí hay ritos masónicos que permiten la afiliación de mujeres a la orden. De hecho, en Chile existe desde 1970 la Gran Logia Femenina. En el caso del Poder Legislativo, su representante es la diputada socialista Maya Fernández, presidenta de la Cámara de Diputados, quien pertenece a la logia femenina, derivada de la “vertiente” francesa, también conocida como “liberal”, diferente a la más tradicional o “regular” a la que pertenece la Gran Logia de Chile y en la que no se admite la iniciación femenina, entre otras divergencias.

La existencia de masones en la esfera política es sabida. Son varios los que han pasado por las filas de la orden. Un ejemplo es el ex ministro de Defensa José Antonio Gómez. Pero, comentan algunos masones, el radical lleva varios años “en sueño”. Dentro del código masón, estar “en sueño” se refiere al periodo en que ciertos masones “congelan” su participación. La mayoría lo hace por falta de tiempo para cumplir con las actividades de la orden. Una logia, en general, se junta una vez a la semana y las reuniones pueden extenderse, incluso, hasta la medianoche. Distinto es el caso del actual presidente de la Corte Suprema, Haroldo Brito. Aunque algunos dicen que está “en sueño”, otros aluden a que fue expulsado por no pagar la cuota que se les exige a los miembros de su ex logia. Lya Cabello, fiscal judicial de la Corte Suprema y pareja de Brito, también perteneció a la masonería, pero hace cuatro años que se retiró.

Otro de los destacados fichajes que tuvo alguna vez la masonería fue el de Sebastián Dávalos, el hijo de la Presidenta Bachelet. Eso sí, su paso por la orden fue fugaz. Aunque pasó las pruebas de iniciación y llegó a ser aprendiz -la primera etapa de un masón dentro de la orden, luego pasa a ser compañero y después maestro-, cuentan que luego del estallido del caso Caval, la comisión de ética de su logia evaluó su caso. Y, finalmente, se retiró.

REVIVAL MASÓN

Si bien siguen un rito distinto, el 21 de marzo la masonería de la “vertiente” francesa -también llamada liberal- se unificó con el nombre de Unión Masónica de Chile. Esta asociación de logias está constituida por la Gran Logia Femenina de Chile, el Gran Oriente Latinoamericano, el Gran Oriente de Chile y la Gran Logia Mixta de Chile. Su secretario general y representante, Waldo López, indica que hoy son cerca de 3.000 miembros.

Aunque el rito de la Gran Logia no permite mujeres en sus filas, el gran maestro Luis Riveros reconoce que ha habido un acercamiento de la logia tradicional con las mujeres y que incluso se han reunido. No descartan, dicen, hacer en el futuro actividades en conjunto.

“La masonería es una escuela que trata de rescatar sus valores y en ese sentido trata de influenciar. Ha habido una exposición que va contra la tradición de mantenernos un poco escondidos y también existe un cambio en los últimos ocho años, porque la masonería estaba al debe”, plantea el actual gran maestro Luis Riveros, quien es reconocido entre los “hermanos” como quien ha tratado de visibilizar y posicionar públicamente la masonería.

El próximo sábado 21 es una fecha crucial para la orden. Ese día, todos los masones que tengan el grado de venerable maestro, es decir, lideren sus respectivas logias, podrán votar para elegir al gran maestro, quien liderará durante los próximos cuatro años la masonería “regular”, la más tradicional e influyente.

Tres son los candidatos que buscarán suceder al actual gran maestro Luis Riveros: Jaime Campos, el ex ministro de Justicia, quien corría como favorito antes del escándalo por el fallido cierre de Punta Peuco; Mario Cabezas, cercano a Riveros y quien se desempeñaba como tesorero de la masonería antes de postular, y Sebastián Jans, ingeniero jubilado y masón a tiempo completo, quien buscará el título por segunda vez. (La Tercera)

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