En 1984, el destacado comunicador y hoy premio Nacional de Periodismo, Alipio Vera, fundó -con otros profesionales- Informe Especial (IE) de TVN, programa de investigación de la señal estatal. Durante sus 34 años ha realizado serias investigaciones que lo han llevado a mostrar tempranamente casos como el de Karadima, en 2010, y que fue la llave maestra para abrir la caja de Pandora de toda la corrupción que se ha visto en la Iglesia Chilena. También ha realizado aportes en denunciar violación de los derechos humanos, abusos de sectores productivos, etc.
Por su estudio han pasado Antonio Quinteros, Alejandro Guillier, Mónica Pérez, Amaro Gómez-Pablo, Paulina de Allende-Salazar, entre otros, los que no han tenido reparos en mostrar realidades incómodas y denunciar con fuerza abusos que nos afectan a sus dueños, es decir, nosotros los chilenos.
Las cosas hoy en TVN no están para nada bien. Y en el pasado tampoco. Desde 2014 que TVN sólo sabe de millonarias pérdidas. En 2015 la cifra llegó a ser casi inmoral ($25.992 millones). El canal estaba prácticamente quebrado y necesitaba de magia para sobrevivir. Esa “magia” vino del Congreso. En abril de este año se le entregaron recursos por un total de US$65 millones.
Por fin un respiro para el canal, pero una gran deuda para el Estado (todos nosotros). Pero bueno, ok, démosle otra oportunidad de vida… sólo pasaron tres meses y saltaron de nuevo los escándalos. En julio, la contraloría interna de la señal estatal detectó una serie de irregularidades en los contratos de trabajo del director ejecutivo, Jaime de Aguirre, y otros altos mandos del canal. Y lo más grave, que no fueron aprobados, algunos de ellos, por el directorio.
El tema de fondo es que TVN es un canal estatal, es decir -y como dije antes-, todos somos dueños de él. Curiosamente somos sus “dueños” los que menos sabemos lo que está ocurriendo ahí adentro, más cuando se le siguen inyectando millones de dólares que no le sobran a Chile. La ciudadanía merece saber lo que está sucediendo, porque no a todos nos convence la idea de seguir entregando dinero a una empresa cuya razón de ser es poco atractiva. Con las nuevas tecnologías, ¿se justifica un canal estatal? ¿Cuál es su valor agregado? ¿Qué está aportando a los chilenos? ¿Ofrece algo distinto a la competencia? ¿No sería mejor utilizar esos dineros en sectores tan desgraciados como la salud, donde mueren cerca de 16 mil chilenos al año esperando ser operados?
Y como ciudadana me pregunto: si Informe Especial hace tan buenos reportajes de fiscalización e investigación, ¿no sería justo que no sólo denuncie a externos sino que también se mire a sí mismo? De una vez por todas, los chilenos tienen el derecho a saber, con peras y manzanas, qué ocurre con su canal.
Es que se produce una contradicción, y más cuando uno es periodista. Cuando veo Informe Especial, en mi interior felicito al equipo por la gran labor que realiza, pero a la vez me digo: ¿La fiscalización periodística, no debiera partir por casa? ¿Los periodistas no están incómodos? ¡Qué daño de credibilidad está cargando Informe Especial! Investiga a tuertos y no se da cuenta que podría estar viviendo con un ciego…
Recuerdo, estamos hablando de un canal público, no privado. Los chilenos deben saber si hay acoso laboral, sexual, desvíos de dineros, contratos políticos más que técnicos, boletas falsas, etc. Es un derecho. Si bien hay un directorio y no le quito mérito, la auditoría periodística siempre suele ser más efectiva y obligar a que los distintos estamentos actúen.
Equipo de Informe Especial, atrévanse a contarnos -honradamente- lo que ocurre en TVN. Si bien al comienzo puede sonar a suicidio o dispararse en el pie, no descarten la idea: agregaría credibilidad al canal. Sería una manera astuta de ganarse a las audiencias si en la denuncia honesta, además, se presentan soluciones y alternativas. ¿Se atreven? (El Líbero)
Rosario Moreno C., Periodista y Licenciada en Historia UC
