Una reforma laboral tan esperada como la Ley de Sala Cuna Universal requiere de urgencia en su discusión. El proyecto enviado por el Ejecutivo, hoy en la comisión de Trabajo y Previsión Social del Senado, no debe quedar entrampado en las siguientes etapas de tramitación y terminar perdiéndose en el laberinto de urgencias y prioridades del trabajo legislativo. Esta es una reforma indispensable que, sin lugar a dudas, aumentará la participación laboral de las mujeres en nuestro país. Por ello debe aprobarse sin dilación, sin excusas.
Son muchos los desafíos que impone un proyecto de ley que amplía el derecho a sala cuna de las trabajadoras, incluyendo la oferta de establecimientos, su ubicación geográfica, la propiedad, naturaleza jurídica, la calidad del servicio entregado, a quién se le otorga la titularidad del beneficio o quién administrará los recursos, entre otros.
Reconociendo esta complejidad, es crucial avanzar decididamente en la aprobación de una iniciativa que acabará con una discriminación tan perjudicial para la inserción laboral de las mujeres, como es el actual artículo 203 del Código del Trabajo. La propuesta elimina la barrera que hoy establece el límite de 20 trabajadoras contratadas para acceder a sala cuna y, por tanto, la discriminación que significa que solo algunos niños y niñas tengan acceso a cuidado institucionalizado. También avanza en la igualación de los costos de contratación, que explican en parte la brecha salarial, con un modelo de financiamiento solidario, compartido por todos los trabajadores y trabajadoras, independiente de si tienen hijos o no. Este costo lo cargan hoy exclusivamente las mujeres.
Como en todo proyecto de ley, existe espacio de mejora. En este en particular, quedaron flancos pendientes. Al no contemplar la posibilidad de que los padres trabajadores también tengan acceso universal a derechos de cuidado para sus hijos e hijas, dejó fuera una aspiración largamente defendida: la corresponsabilidad parental. Esta era una oportunidad de avanzar en la redefinición de los roles de padre y madre, aspecto clave que esperamos se discuta e integre en el Congreso.
Por otro lado, en un mediano plazo, creemos imperativo incluir al tramo etario de los 3 años; es decir, a los niveles consecutivos a sala cuna -medio menor y mayor-. De otro modo, la inserción laboral de las madres se verá limitada, con una alta posibilidad de interrumpirse al momento en que el hijo/a cumpla los 2 años y se pierda el beneficio.
Pese a ello, creemos firmemente que la prioridad es que el proyecto avance y se apruebe, dado que constituye un paso fundamental para reparar una discriminación que no puede continuar. El consenso al respecto es amplio y de larga data.
El desarrollo del país será sustentable en la medida en que hombres y mujeres cuenten con iguales derechos, oportunidades y deberes. La expectativa frente a esta reforma es alta. Corresponsabilidad parental y social debiera ser un elemento esencial de esta ley para que su aplicación tenga un impacto efectivo en la participación laboral de las mujeres y en el cierre de las enormes brechas económicas y culturales de género que aún enfrentamos. Las mujeres y sus familias no pueden seguir esperando. #ApuremosLaCausa. (El Mercurio)
Janet Awad; Esperanza Cueto; Mercedes Ducci; Paula Escobar; Anita Holuigue; Carla Lehmann; Alejandra Mizala; Andrea Repetto; Marcela Ríos; María Teresa Ruiz; María Loreto Silva; María Elena Wood
Directoras de ComunidadMujer