Más innovación, menos ministerios- Jorge Acosta

Más innovación, menos ministerios- Jorge Acosta

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Esta semana comenzó marcada por el nombramiento del primer titular del nuevo Ministerio de Ciencia, Tecnología, Conocimiento e Innovación. Existía expectación, porque estaba vigente la ley que creaba esta repartición desde el 13 de agosto de este año. Sin embargo, la espera pareció ser recompensada por el amplio consenso que generó, tanto en el mundo científico como en el político, la designación de Andrés Couve como el elegido para liderar esta naciente cartera.

Más allá de las particularidades de este ministerio, el hecho de su puesta en marcha trae aparejada una oportunidad magnífica para reflexionar un poco más, en medio de la ajetreada agenda de la actualidad, sobre la conveniencia de tener un nuevo secretario de gobierno. Casi sin darnos cuenta, desde 1990 hemos pasado de 18 a 24 reparticiones. Es decir, un tercio más en menos de 30 años. Se han agregado ministerios de energía, cultura, medio ambiente, deporte, mujer y ciencia. Y todo indica que esta tendencia de crecimiento de las reparticiones estatales continuará a paso firme. Por ejemplo, si consideramos las declaraciones vertidas en el debate público, no son pocos los que vaticinan que urge crear un ministerio indígena para contribuir a superar el conflicto de La Araucanía.

La creatividad, en relación a nuevos Secretarios de Estado, da para todo. Aunque usted no lo crea, en septiembre de 2016, un grupo transversal de parlamentarios independientes, de Chile Vamos y de la entonces coalición de gobierno, propuso un proyecto de acuerdo que solicitaba a la Presidenta Michelle Bachelet la creación del ministerio del mar, acuicultura y asuntos marítimos. Parece fake news, pero no lo es. Sin duda que todos esos temas son importantes y requieren de la preocupación de la autoridad gubernamental, pero ¿es necesario un ministerio para cada problema relevante? Bajo esa lógica, ¿por qué no tener una repartición para los desastres naturales, las situaciones de discapacidad o la regionalización?

Claramente se debe aplicar un principio de prudencia, focalización y buen uso de los recursos públicos. Crear un ministerio innegablemente aumenta el gasto en burocracia y se deja de invertir en líneas de metro, consultorios o escuelas. Por eso, la decisión política debe estar sumamente bien justificada. En ese sentido, resulta valioso contrastar la creación de nuevos ministerios con las experiencias de readecuación de las reparticiones ya existentes. Eso sucedió en Justicia, que incorporó Derechos Humanos, Mideplan que cambió a Desarrollo Social (y quizás Familia, en el futuro), así como se espera que Vivienda y Urbanismo cambie a Ciudad y Vivienda. Otra herramienta podría ser la fusión de carteras. No resultaría difícil pensar en un Ministerio de Educación, Cultura y Ciencia, otro de Salud y Deporte o un tercero de Medio Ambiente y Energía. Las sinergias entre esas reparticiones son tales, que me merece la pena evaluar un mayor trabajo conjunto bajo la conducción de un mismo Secretario de Estado.

Quizás lo que hace falta, entonces, más que nuevas carteras es más innovación.Diseñar un modelo de trabajo en el Poder Ejecutivo bajo una lógica moderna, donde la colaboración y la interdisciplina sean protagonistas, antes que seguir creando compartimentos estancos que muchas veces responden más a los intereses de ciertos grupos de presión que a la instauración de una verdadera política pública que agregue valor y resuelva los problemas reales. En suma, el desafío es poner la innovación en práctica y no solo en el título de un nuevo ente de gobierno. (El Líbero)

Jorge Acosta

 

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