“Como en cualquier grupo político, hay distintas visiones y eso es muy respetable”. Con esas palabras, el presidente de la UDI, Ernesto Silva, reconoció ayer las críticas surgidas al interior de su partido respecto de la manera cómo la directiva ha abordado el caso Penta.
Durante la jornada, Silva y algunos integrantes de su directiva sostuvieron conversaciones con varios militantes. Según explicó el diputado a sus cercanos, la idea es escuchar críticas y asumir errores. Y tal como advierten las mismas fuentes, las tratativas apuntan a desactivar rumores sobre renuncias en la mesa.
Entre los reproches que ha recibido Silva, se señala que la defensa que se estaba llevando a cabo estaría hipotecado la institucionalidad del partido. Eso, además de las críticas a la denominada “teoría del empate”.
Pese a que el rediseño estratégico está en marcha, ayer la directiva planteaba una suerte de “equilibrio”, cuyo objetivo es que los afectados por el caso no se sientan solos, aunque que asuman sus defensas personales. La idea es que la directiva tome distancia del proceso. Además, en vez de aludir a “errores”, la idea es que ahora se refieran a hechos “fuera del marco de la ley”.
Con todo, el secretario general, Javier Macaya insistió ayer en apuntar a la situación del ex ministro Undurraga.
La inquietud en las filas gremialistas va en aumento y, de mantenerse el actual escenario, se ha hecho un crítico diagnóstico, que cada día suma nuevos adeptos: que hay que acotar los daños. Para ello sería necesario que algunos de los involucrados asuman la responsabilidad, inmolándose por el partido, y que el timonel gremialista, diputado Ernesto Silva, dé un paso al costado.
En este contexto es que un grupo de influyentes gremialistas estaría buscando una fórmula para reemplazar en la presidencia de la UDI a Silva. La idea sería que este proceso fuera lo más rápido posible para poder cerrar el capítulo al interior del partido. El principal objetivo que habría detrás, sería poder generar un escenario propicio para intentar buscar una salida política al problema, muy al estilo de lo sucedido el año 2003 a raíz del escándalo MOP-Gate que afectó a la Concertación.
Conscientes de que, hasta ahora, La Moneda no ha mostrado ninguna disposición al diálogo en este aspecto, quienes respaldan esta opción esgrimen que es necesario un interlocutor válido con el que el gobierno acepte sentarse a conversar. Un personaje respetado que dé garantía de que cuenta con el apoyo del partido y, adicionalmente, no tenga ninguna relación con los hechos que provocaron la crisis interna.
Así es como habrían surgido un par de nombres: el del senador Hernán Larraín y el del ex ministro del Interior y primo hermano de Sebastián Piñera, Andrés Chadwick, otro de los coroneles de la tienda.
Los más críticos de la forma cómo ha actuado Silva en el manejo de esta crisis estiman que no es posible que el timonel pueda analizar el problema con imparcialidad para darle una solución que beneficie al partido. Ello, porque tienen la convicción de que el joven presidente gremialista «es parte del problema» debido a su cercana relación con los controladores de Penta y el ex subsecretario de Minería Pablo Wagner. Pero también a otros de los mencionados en la arista política de la investigación, como es el caso del ex senador Jovino Novoa y la senadora Ena von Baer.
Sólo a partir de un proceso como éste, cree un sector de la UDI, se podría hacer la pérdida y descomprimir el ambiente. Porque hacia adelante se viene una etapa complicada, advierte un consejero del partido que así grafica su preocupación: «cómo seguir conquistando los votos sin la billetera que teníamos antes». Porque en la colectividad tienen la convicción de que los aportes serán cada vez más escasos.
(La Tercera-DF-CNN)