Hoy es el momento en que las personas que tienen mayores ingresos y patrimonio deben aportar más en los gastos del Estado. Como muestra el World Inequality Database, en Chile, el 1% de mayores ingresos concentra el 27% de los ingresos totales. La desigualdad es un problema para nuestro desarrollo y debemos trabajar para reducirla. ¿Cómo mejoramos nuestra productividad si cerca del 53% de la población entre 15-65 años no cuenta con un nivel de competencias lectoras adecuadas (Comisión Nacional de Productividad, 2015)?
Algunos consideran que las reformas tributarias son una amenaza para el desarrollo económico. Lo cierto es que, para avanzar, Chile necesita inversión pública en salud, educación, investigación y desarrollo, pensiones, etc. Eso se logra con mayor recaudación. La evidencia muestra que cuando aumenta la tributación de impuestos a los ingresos, y cuando los recursos recaudados son bien utilizados, aumenta la provisión y calidad de derechos sociales —especialmente en salud (Carter y Cobham, 2016).
La inversión de lo recaudado producto de las reformas tributarias de los últimos años ha permitido avances. En el gobierno de la Presidenta Bachelet, Chile implementó una reforma tributaria para financiar, entre otras, mejoras al sistema educacional; se eliminaron diversas exenciones tributarias para financiar la pensión garantizada universal durante el gobierno del Presidente Piñera. El país ha sido capaz de ponerse de acuerdo en recaudar más y en invertir bien los recursos. La recaudación no ha ido a parar a operadores políticos como mal suelen decir algunos. Distintas estadísticas muestran que Chile con poco hace mucho, y que gastamos incluso mejor que varios países desarrollados. ¿Se puede mejorar? Siempre. Pero eso no puede ser un argumento para evitar aumentar la recaudación y empezar a cerrar la brecha que tenemos con el grupo de países OCDE.
Chile recauda poco y tiene un sistema tributario regresivo, a diferencia del promedio de países de la OCDE. La recaudación del país al año 2019 era de 20,7% del PIB. Con un ingreso similar, Australia recaudaba 22,5% el año 1973, Canadá 29,9% el año 1972, Nueva Zelandia 30% el año 1989, y el promedio OCDE era de 31,1% del PIB el año 1978. Nuestra composición de la recaudación es muy diferente a la del promedio de OCDE en esa época. Al año 2019, Chile recaudaba mucho IVA (40% del total de recaudación), un impuesto regresivo y muy pocas contribuciones de seguridad social (7,3%) e impuestos personales (7,2%). El promedio de países OCDE en 1978 era muy bueno recaudando impuestos personales (31,2% del total de recaudación) y contribuciones de seguridad social (22,7%).
La reforma tributaria del Presidente Boric es una oportunidad para empezar a cerrar estas diferencias. Se pone el énfasis en aumentar los impuestos personales, reducir la evasión y elusión, establecer mayores impuestos patrimoniales, etc. Las medidas van en la dirección correcta, teniendo en cuenta que son las personas de mayores ingresos y patrimonio quienes hoy tienen capacidad de contribuir. Difícilmente podríamos pedirle una mayor contribución a quienes ganan $730.000 y están exentos de impuestos personales.
No obstante que hoy las personas de mayores ingresos deban contribuir más, será importante que el Gobierno siente las bases de un pacto tributario de mediano plazo, donde todas y todos nos comprometamos con el desarrollo del país. Chile necesita un pacto para confiar en que la mayor recaudación permitirá construir una red de derechos sociales suficiente para que todos y todas, de manera gradual, empecemos a compartir riesgos cuando enfermemos, jubilemos, etc. En el mediano plazo, todos y todas tendremos que aportar más para la construcción de un Estado de bienestar que nos permita ser más productivos y crecer de manera sostenible y equitativa. (El Mercurio)
Roberto Guerrero F.