El plebiscito constitucional de salida mostró que como país entendemos que para retomar el camino del desarrollo social necesitamos propuestas razonadas y no refundacionales. Ahora, posplebiscito, nuestra institucionalidad política ha diseñado un camino para avanzar en los cambios constitucionales que se requieren. Con todo, y discrepando con la última parte del titular de Bloomberg, Chile ha hecho acciones para recuperar su lugar, las que resaltan más en un barrio donde nuestros vecinos, por desgracia, no han podido hacer lo mismo.
Estas acciones permiten proyectar que la economía puede mejorar sus perspectivas, y esperamos que el último dato de actividad sea fruto de esto. A pesar de este avance, aún estamos lejos de retomar el crecimiento que nos permitió avanzar en la lucha contra la pobreza y en el desarrollo de una mayor protección social a nuestra población.
Para avanzar, debemos abordar tres temas clave. Primero, no dejar que los cantos de sirena del populismo vuelvan a poner sobre la mesa los retiros, que al final han hecho que nuestros salarios tengan hoy un menor poder adquisitivo. Esto también significa evitar su uso como mecanismo de presión al Ejecutivo para que adopte malas políticas, que son pan para hoy y hambre para mañana —ej. fijación de precios—. Por desgracia hemos visto cómo este mecanismo de chantaje ha surgido de algunos diputados y senadores —tanto de oposición como de gobierno— e incluso de un partido de la coalición gobernante.
Segundo, debemos cerrar el tema previsional. Es muy peligroso que la derecha piense que el resultado constitucional es una carta para retomar posturas maximalistas. La apertura que mostró la derecha en su momento, el proyecto que presentó el Gobierno y el resultado del plebiscito nos permiten pensar que podemos alcanzar un acuerdo razonable. Separación de las funciones de las AFP, un aporte adicional de 6% que tenga una componente solidaria acotada entre quienes cotizaron en el período —como lo plantea el proyecto del Gobierno—, pero que vaya directamente a una cuenta individual, y la implementación de compensaciones para las mujeres y desempleados que sean financiadas con impuestos generales, es un esquema al cual una amplia mayoría del Congreso podría converger.
Por último y recientemente resaltado por el impasse entre el subsecretario de Minería y el Partido Comunista, las políticas económicas deben volver a tener una fuerte componente de realidad y oportunidad. En el caso concreto del tema del litio, es fundamental entender que las políticas públicas exitosas deben entregar los incentivos correctos y plantearse en los plazos adecuados. La recaudación total que tendremos del litio este año, posiblemente 2% del PIB —ocho hospitales de alta complejidad—, es mayor que el aporte que hará incluso Codelco. Esta tremenda recaudación se logró con la firma de contratos entre Corfo y privados hace unos pocos años. No es imaginable que tuviéramos hoy estos ingresos si en ese momento hubiéramos optado por un camino donde el Estado hiciera todo. Hoy, Chile tiene una ventaja enorme en este mercado porque nuestros competidores partieron más tarde. Pero Argentina alcanzará nuestra producción en el cortísimo plazo y Australia también está aumentando la suya. Hoy, montar una empresa pública, sin licitaciones de producción, es un camino riesgoso y ciertamente muy largo para poder tomar plena ventaja de los actuales precios del litio. Una visión realista y adecuada para los tiempos en que estamos, también debe adoptarse en la discusión de la reforma tributaria.
Los desafíos y acciones adoptadas por nuestro país en los últimos meses demuestran que podemos pensar en un futuro mejor, pero aún tenemos pruebas importantes a la vuelta de la esquina, y si queremos mantener este rumbo, las debemos enfrentar con la misma entereza y sentido de realidad. (El Mercurio)