Esa conferencia fue una instancia de trabajo como otras actividades similares de periodistas, cuya misión es informar al exterior los hechos más relevantes que ocurren en Chile. Esa labor es decisiva para la imagen país, con todas las implicancias que ello tiene en un mundo interconectado e interdependiente.
Calificar la labor de los periodistas de medios extranjeros como «infidentes de profesión» o «muñecos de ventrílocua», como hace el profesor Carlos Peña en su columna del domingo último, es un agravio gratuito e ignora una historia de décadas de profesionales de diversos continentes que trabajan para informar con apego a la verdad y que, por cierto, lo hicieron bajo dictadura arriesgando su vida, la expulsión o el cierre de sus medios.
La afirmación del señor Peña podría atribuirse a un profundo desconocimiento de nuestra labor, algo frecuente en muchos círculos. Estos profesionales, con años de trabajo, principios y numerosos reconocimientos, no son seducidos por un «tono coloquial» ni escriben «agradecidos» por una primicia.
La citada conferencia tuvo partes on y off the record con un compromiso de honor de no divulgar temas reservados. Por esto no era coherente entregar a terceros una versión íntegra de lo conversado. Tampoco era obligación disponerlo para la prensa local, aunque sus despachos fueron de libre acceso.
En la conferencia todos pudimos preguntar libremente y obviamente la Presidenta usó su derecho de opinar y advertir cuando abordó temas en off . Si hubo «filtraciones», corresponderá a otros aclararlas, pero no a los miembros de esta asociación, reconocidos por su rigurosidad». (El Mercurio)