A dos años de la contienda presidencial en la que se elegirá al noveno gobierno nacional desde la recuperación de la democracia en 1990, comienzan a asomar los contornos del horizonte electoral que, todo indica, se convertirá en una importante estación de cambio después de un gobierno de pocas luces y escasos logros. Y esos contornos, ahora menos difusos, asoman insospechados.
La encuesta CEP publicada esta semana proporciona algunas coordenadas para configurar el escenario más probable que enfrentará el electorado a fines de 2025. Aunque desde hace un tiempo los pronósticos de los estudios de opinión pública se vienen mostrando menos confiables de lo que fueron históricamente, no es menos cierto que algunas de sus conclusiones siguen siendo válidas para analizar la próxima disputa presidencial, incluso con dos años de anticipación.
Uno de los datos más esclarecedores es el que surge de la evaluación de personajes políticos. La alcaldesa Evelyn Matthei lidera en este ámbito y por amplio margen (en la encuesta CEP de julio también ocupó el primer lugar). Notablemente, le sigue el ex Presidente Sebastián Piñera, quién durante su segundo mandato, después del estallido social, se ubicaba en los últimos lugares de los estudios de la época. A sus más enconados enemigos en la izquierda semejante reconocimiento ciudadano -supera con largueza a todos los políticos de izquierda incluido el Presidente Boric- les debe resultar un insondable y lacerante misterio. Junto a Claudio Orrego, los tres mencionados son los únicos políticos que gozan de un saldo a favor entre evaluación positiva y negativa. La mayoría de quienes le siguen en la lista son más rechazados que apreciados, como es, por ejemplo, el caso de la ministra Camila Vallejo, que suma el doble de apreciaciones negativas que positivas.
Después de una década en que las figuras jóvenes de la nueva izquierda poblaron la lista de los personajes políticos más apreciados, han regresado a ese podio personas experimentadas y cercanas al centro político, representantes genuinos de los despreciados 30 años.
El líder de Republicanos José Antonio Kast -él mismo, un político de larga trayectoria- también recibe más evaluación negativa que positiva, aunque su posición en el ranking lo deja como el más probable acompañante de la alcaldesa en la papeleta de una posible, pero no segura, segunda vuelta. Esto porque ningún representante del progresismo, mucho menos de la izquierda, aparece bien posicionado para pasar a la segunda vuelta, un fenómeno político inédito desde la recuperación de la democracia.
De hecho, en las dos últimas encuestas CEP nadie del Socialismo Democrático ni del Frente Amplio ha logrado instalarse entre los tres personajes de mayor apreciación -como lo hacían en su tiempo Gabriel Boric, Giorgio Jackson o Beatriz Sánchez-, la zona desde donde emergen finalmente los candidatos presidenciales competitivos.
El gobernador Claudio Orrego, desde hace tiempo entre los personajes políticos más apreciados (fue tercero en la encuesta CEP), está en el lugar y tiempos equivocados para convertir esa expectante posición en una candidatura presidencial apoyada por el oficialismo. De hecho, Orrego que es bien evaluado como personaje político casi no tiene presencia en las encuestas que interrogan directamente por las preferencias presidenciales.
La ausencia de un candidato oficialista competitivo podría resultar, no es imposible, en la elección de Evelyn Matthei en primera vuelta. En efecto, la alcaldesa podría sumar preferencias de electores que tradicionalmente votan por la centroizquierda, temerosos de la posibilidad que José Antonio Kast pudiera hacerse del triunfo en la contienda presidencial. Sería el elevadísimo precio que pagaría la nueva izquierda y el progresismo por haberse cuadrado con la fallida refundación de Chile propuesta por la Convención Constitucional. Si no es en primera vuelta, en todo caso, una inédita segunda vuelta sin representantes del oficialismo, con Matthei y Kast en la papeleta, resultaría también -casi con toda seguridad- en la elección de la alcaldesa de Providencia, y la llevaría a convertirse en la segunda mujer de nuestra historia republicana en asumir la presidencia de la nación.
Finalmente, hay un dato tranquilizador en relación con esa elección presidencial: la emergencia de un recién llegado salido de los extramuros del sistema político con posibilidades de anotarse en una segunda vuelta resulta a estas alturas poco viable. Entre otras cosas porque la oposición -que en la región y también aquí en Chile gana las elecciones presidenciales por presencia- tiene a sus competidores, no a uno sino que a dos, bien perfilados para la contienda de 2025. (El Líbero)
Claudio Hohmann