Otros, con más propiedad, podrán recordar al ser humano, yo quisiera rendir homenaje al presidente, destacar lo que me parece más inolvidable de sus gobiernos. Decían los romanos que una persona diligente es aquella que pone en los negocios ajenos el cuidado y la dedicación con la que un buen padre de familia trata los propios. En sus dos administraciones, gobernó como el modelo del buen padre de familia, con una dedicación y sentido de la responsabilidad por el país total y completamente excepcional.
Se hacía personalmente cargo de todas y cada una de las decisiones de su gobierno, eso lo llevaba a estar compenetrado de los problemas a un nivel de detalle increíble, a trabajar jornadas que parecían imposibles, a cuidar los recursos del Estado con una acuciosidad que no se conoce en la política.
Por eso, son tan evidentes los tres grandes hitos que marcan sus períodos: la reconstrucción del terremoto de 2010, el rescate de los mineros y la gestión de la pandemia. Cualquiera de ellos bastaría para poner a un gobernante en la cúspide del reconocimiento a nivel global, porque son testimonio irrebatible de una capacidad de gestión superlativa, pero sobre todo de un sentido del deber hacia los demás, hacia la tarea encomendada y hacia la excelencia, que lo hace digno del agradecimiento ciudadano más allá de las distintas posiciones políticas.
A propósito de la decisión del ex presidente Lagos de retirarse de la vida pública se ha recordado, con merecida justicia, el coraje y la visión con el que se opuso a respaldar la invasión de Estados Unidos a Irak. Esa decisión colocó a Chile en la posición de liderazgo que dan la independencia y la integridad.
El rescate de los mineros fue un momento equivalente. El mundo admiró masivamente que este país sudamericano fuera capaz de llevar adelante una proeza técnica que parecía imposible incluso para cualquiera de las naciones más desarrolladas del mundo, hazaña que daba cuenta además de la decisión ética de no abandonar a ninguno de los suyos, lo que también imbuyó a la gesta del componente épico tan escaso en estos tiempos.
La inteligencia y determinación con que asumió el desafío de la pandemia no tiene parangón. Previó la gravedad del problema, estudió, habló con los principales especialistas del mundo en la materia, se anticipó para asegurar vacunas para cada uno de los chilenos, para lo cual asumió incluso riesgos legales, pues apostó por desarrollos en curso. Estuvo, como siempre, personalmente a cargo de cada negociación, de los procesos logísticos, de cada detalle.
Enfrentó una oposición que no tuvo lealtad con el sistema democrático. En la pandemia fue objeto de todo tipo de críticas, sin reconocimiento alguno por el trabajo que ahora tardíamente valoran.
Reconstruyó el país, nos demostró que los chilenos podemos hacer grandes proezas y nos sacó adelante de la mayor pandemia global en un siglo. Sin duda, la historia reconocerá a Sebastián Piñera como uno de los más grandes presidentes que ha tenido Chile. (La Tercera)
Gonzalo Cordero