La pregunta se hizo famosa por boca de la otrora adolescente, Greta Thunberg. Es inevitable reír cuando se revisan los artículos de prensa para estudiar la historia que forjó el éxito mediático mundial de la activista contra el cambio climático, supuestamente antropogénico, es decir, de origen humano. “El 20 de agosto, en vez de ir al colegio como era costumbre, se paró [Greta] delante del Parlamento sueco y anunció que no iba a regresar hasta que la escucharan. «Estoy protestando sobre el cambio climático, porque a nadie parece importarle lo que está ocurriendo. Nadie parece estar haciendo algo», le dijo Thunberg a la BBC (…). La nota periodística en comento es de la misma BBC, cadena estatal de radio y televisión del Reino Unido. Usted se estará preguntando por qué la risa. ¡Y es que es tan evidente! Una niña deja de ir a clases, justo la entrevista uno de los medios de comunicación más importantes del mundo y salta al escenario del Foro Económico Mundial y de la ONU donde es recibida por los adultos más poderosos del planeta quienes se avergüenzan de todas sus fechorías tras recibir su castigo moral de parte de una niña de 16 años. (Francamente, se puede llegar a niveles de bobería insospechados).
Dejemos a Greta y vamos a lo nuestro. Creo que millones de chilenos queremos preguntarles a los miembros de la casta política cómo se atreven a seguir horadando nuestras instituciones, a avanzar la destrucción del país con la inmigración descontrolada, a hacerse los lesos con los cientos de muertos y desparecidos que dejaron los incendios en la Quinta Región, además de permitir la despiadada extensión de las ya largas listas de víctimas del terrorismo en el sur del país. ¿Cómo se atreven a dejar sin hogar a miles de damnificados, sin escuela a cientos de alumnos, sin futuro a millones de jóvenes, mientras dilapidan el dinero de los contribuyentes en sus sucios juegos políticos? ¿Cómo se atreven a subirnos los impuestos, importar inmigrantes con líneas aéreas truchas, y perseguir a los miembros de las FF.AA. y de Orden cuando defienden a la ciudadanía de criminales y revolucionarios?
La pregunta de Thunberg es potente, porque enrostra la desvergüenza, descaro, insolencia, deshonestidad y abuso de poder del interlocutor. Aunque plantearla en el contexto de la presente columna -sin el apoyo billonario de alguna industria interesada ni de una casta política globalista que necesita de activistas como Thunberg para dar legitimidad a su Nuevo Orden Mundial-, parezca un ejercicio algo tonto, inocente y desafortunado, no hay que perder la esperanza. ¿Esperanza en qué? En la ley del péndulo.
Hace ya mucho tiempo que los derrotados de la Guerra Fría ejercen un poder que nadie les ha conferido desde los organismos internacionales o bajo el paraguas de fundaciones transnacionales que promueven los oscuros intereses de supuestos filántropos a los que Slavoj Žižek califica bajo el rótulo de “liberales comunistas”. Quizás el triunfo de Milei, el desafío de Bukele a la ONU, el despertar del agro europeo, las protestas de los padres en Canadá para proteger a sus hijos de la ideología de género, la reacción que en distintos países se está traduciendo en apoyo electoral a los resabios de una derecha extinta, sean las primeras muestras de que el juego político está cambiando de extremo.
En Chile, podríamos pensar que el movimiento pendular se manifestó en el rotundo fracaso de la mentira, “necesitamos una buena y nueva Constitución”, que envenenó al país desde el 18-O en adelante. También lo es el llamado de parte de varios comunicadores y políticos al cierre del INDH por su claro compromiso con los victimarios y no con las víctimas y, por supuesto, la confesión más importante para la reconstrucción del Chile que viene hecha por el fallecido Presidente Sebastián Piñera: el 18-O fue un golpe de Estado. Curioso que quienes se disputan su capital se hagan los lesos con la verdad que él tuvo el coraje de decir. ¿Por qué pienso que nuestro futuro depende de que nos hagamos cargo de las declaraciones del ex Presidente?
Porque las fuerzas políticas extremas, aliadas con el crimen organizado tienen que salir del tablero democrático si queremos conservar y recuperar nuestro país. Para ello, se hará necesario un juicio público y penal que establezca las responsabilidades que correspondan de los protagonistas del golpe de Estado. Sólo así podremos restablecer el Estado de Derecho y recuperar nuestras instituciones, evitando transformarnos en un Estado fallido. Y es que no sólo necesitamos conocer la verdad para reestablecer la fe pública, condenar a los mafiosos, limpiarnos de la narcopolítica y de la ideología impulsada por la vanguardia deconstruccionista que hoy nos gobierna. Además, será necesaria una alianza internacional con el fin de fortalecer el compromiso con la democracia constitucional y el libre mercado, hoy amenazados por la agenda de la plutocracia progresista.
El objetivo número uno de dicha alianza será denunciar el uso por parte de entidades supra gubernamentales de los derechos humanos para neutralizar la capacidad de los países de defenderse de la alianza política entre ciertos sectores de la casta y el crimen organizado cuyo propósito es el desmantelamiento de los estados-nación. El rechazo al Nuevo Orden Mundial impuesto por los liberales comunistas desde sus sillones neomalthusianos es la delgada línea que separa una vida en libertad versus otra aplastada bajo las mismas restricciones de control social que atentan en contra de los derechos fundamentales en China.
La alternativa a hacer la pregunta es, simplemente, dar la respuesta. Se atreven porque a la ciudadanía no le importó la tragedia vivida por los incendios y siguió en su mundo de farándula y autoengaño, se atreven porque nadie persigue la verdad y todo queda impune y, naturalmente, se atreven porque, como decía Nicanor, están todos unidos y, por tanto, convencidos, de que jamás serán vencidos. (El Líbero)
Vanessa Kaiser