Los republicanos ante la república

Los republicanos ante la república

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En años anteriores he insistido en que la derecha no debe aislar a los republicanos. No se trata de que Chile Vamos se asocie con ellos en una coalición, pero sí que ambas agrupaciones mantengan relaciones de buena vecindad. Además, esos contactos se deberían facilitar cuando los vecinos tienen problemas comunes, y ese es el caso.

En efecto, unas y otras derechas —y en general toda la oposición, incluyendo a los grupos que conformaron la centroizquierda por el Rechazo en 2022— están de acuerdo en ciertas cosas básicas. Por ejemplo, que Chile se estancó desde el gobierno de Bachelet II, y que la administración del FA/PC ha sido francamente dañina para el país, tanto en el plano nacional como, en muchas ocasiones, en el local: es cuestión de recorrer comunas como Valparaíso o Santiago para comprobarlo.

Sin embargo, como nos encontramos en el azaroso mundo de la política, nada impide que el próximo Presidente de la República vuelva a ser alguien que provenga del FA/PC o del Socialismo Democrático. Es posible, por ejemplo, que Vodanovic gane por goleada en Maipú (especialmente si la oposición no logra presentar un candidato competitivo) y que, como consecuencia, todo el país ponga los ojos en él. También hay otras cartas en la izquierda, nuevas o experimentadas.

No ignoro que hoy las derechas tienen las mejores posibilidades, tanto por lo que dicen las encuestas como por ciertos cambios internacionales que parecen anunciar escenarios propicios para ese sector. Basta pensar en las recientes elecciones europeas, sumadas al pobre desempeño de los gobiernos izquierdistas de la región.

En este contexto, el Partido Republicano está en una buena posición y al menos por ahora se puede decir que el traspié del último plebiscito no lo lesionó de gravedad. Ciertamente los partidos políticos están desprestigiados, pero los republicanos se las han arreglado para presentarse como diferentes al resto. De hecho, tienen la posibilidad de alcanzar buenas votaciones en zonas de Chile que en las últimas décadas —desde que la UDI abandonó las poblaciones— se le han mostrado esquivas al sector.

En el tiempo que viene, los republicanos tienen la posibilidad de resolver un problema real y otro aparente. Por una parte, está su baja representación en el mundo municipal y en el Congreso, donde sus cuadros son todavía escasos, al menos en comparación a sus pretensiones. Esto bien podría arreglarse en las próximas elecciones.

Otro problema es que se ve difícil que JAK pueda ser el próximo Presidente, pero es una dificultad aparente. En el fondo, esa situación le conviene. En efecto, si el siguiente gobierno es de derecha, se encontrará con un país a maltraer. Deberá dedicar gran parte de sus energías a deshacer los entuertos ocasionados estos años; tratar de restablecer la seguridad; disminuir el número de funcionarios públicos, y enfrentar una cantidad de problemas que este gobierno no ha abordado o lo ha hecho de manera puramente retórica. El caso de la educación o la crisis de vivienda son particularmente notorios. Ninguna de esas ingratas tareas permite un lucimiento especial.

En cambio, el panorama será muy diferente si alguien ha hecho el trabajo incómodo y ha puesto la casa en orden. Por lo general es bueno llegar a la Presidencia cuando el antecesor ha sido alguien de derecha. Es muy distinto acceder en 2030 al gobierno si se tiene más experiencia, el país está en mejores condiciones y se han consolidado equipos y una amplia estructura partidaria.

De ahí que el negocio actual de JAK y su partido parezca ser el apostar al futuro. Pero para eso necesitan obtener un buen resultado en las próximas elecciones municipales. Eso le daría, además, un apoyo muy sólido para las parlamentarias que vienen. Naturalmente, aunque sus posibilidades de triunfo en las presidenciales son bajas, debe mantener su candidatura e incluso tratar de pasar a segunda vuelta, porque eso es imprescindible para fortalecer a su partido. Así, mientras en el pasado todos los republicanos vivían para Kast, hoy es él quien hace todo por su partido.

Los intereses de los republicanos están claros, pero lamentablemente para ellos eso no es suficiente, a menos que consideren que esos intereses coinciden absolutamente con los del país, como si todo lo que los beneficia electoralmente en el corto plazo fuera necesariamente bueno para Chile. Sin embargo, eso no es así, y aquí entran en pugna lógicas diferentes.

Si lo primero es el bien del Partido Republicano, entonces lo lógico para ellos es ponerse durísimo en las negociaciones —como lo han hecho— y, donde parezca conveniente correr el riesgo de llevar un candidato que en principio tiene menos posibilidades que el otro de derecha. Esto aun a riesgo de que el FA/PC mantenga esas alcaldías o gobernaciones en las que ha mostrado su incapacidad para gobernar.

Obviamente lo mismo vale para Chile Vamos, en aquellos casos en que su propio candidato no es el mejor.

¿Podemos pedirle al Partido Republicano, precisamente hoy, más generosidad cuando tiene la posibilidad de estirar el elástico al máximo y obtener así su propio beneficio particular? Si nos tomamos en serio sus declaraciones programáticas y su diagnóstico sobre el desempeño del gobierno, la respuesta ha de ser claramente afirmativa. El patriotismo se juega en las decisiones difíciles. (El Mercurio)

Joaquín García Huidobro