La desvinculación de Isabel Amor, después de haber trabajado años en el Instituto de DD.HH., por no hacer “una condena clara” contra su padre en una entrevista entregada voluntariamente y que no se publicó, me recuerda a las purgas de Stalin. O si prefieren, a los Autos de Fe de la Inquisición. ¡Qué miedo! (El Mercurio Cartas)
Eugenia Weinstein
Psicóloga