En los últimos cinco años, el candidato a alcalde de Chile Vamos por Ñuñoa, Sebastián Sichel, ha sido ministro de Desarrollo Social, presidente de Banco Estado y abanderado presidencial de su sector. El sabor amargo de esa campaña, marcada por las tensiones con el bloque, no fue un freno para volver a intentarlo en un cargo de elección popular.
Aunque su primera pulsión fue competir por la comuna de Santiago, bajo la condición de ser el candidato único de la oposición apostó por desafiar a Emilia Ríos en Ñuñoa, una zona altamente asociada al Frente Amplio.
“Estoy muy orgulloso de haber sido candidato presidencial y que gente de otras comunas pidiera que yo fuera su candidato, pero la decisión final la tomé yo (…). Hay algo de esa superioridad moral del FA que me tiene agotado”, responde Sichel aludiendo a que ese partido le enrostra que Santiago fue su primera apuesta.
¿Qué significa para su sector competir por Ñuñoa, uno de los bastiones del Frente Amplio?
A Ñuñoa la han transformado en un instrumento ideológico de un sector político más que en un espacio de administración y gestión de los problemas locales. Para mí y para Chile Vamos significa demostrar que esta batalla es por si hacemos municipios para todos los ciudadanos o hacemos municipios con banderas y logos. Hoy Ñuñoa es claramente un municipio del FA, para el FA y que contrató gente del partido. Tenemos que terminar con la polarización que es lo que ha ido provocando el FA en lugares como este o Viña del Mar.
¿Qué diagnóstico tiene de la gestión de la alcaldesa Ríos?
Las cifras demuestran que en Ñuñoa la delincuencia se disparó, mientras que comunas como Providencia con Evelyn Matthei, o La Reina con José Manuel Palacios lo han hecho bien (…) Ñuñoa no es un municipio pobre, es uno de los más ricos de Chile. Por tanto, debería tener impecable la comuna en materia de aseo, infraestructura pública, pero sobre todo, en transformarla en un polo comercial y turístico. Y por último, (Ríos) transformó Ñuñoa en un campo de batalla. Lo que hizo más mal esta gestión es que puso la agenda de las minorías, de las peleas pequeñas, por sobre la agenda municipal.
¿Hasta qué punto se le puede enrostrar a un alcalde los números de seguridad en su comuna? Las facultades las tiene el gobierno central y en los municipios son más acotadas…
Si fuera solo responsabilidad del gobierno central, las tasas de delitos serían parejas en todas las comunas. Los alcaldes inciden en ese modelo en tres cosas: en prevención, instalación de cámaras, rondas de seguridad; en persecución legal, con equipos de defensa a las víctimas y en la percepción de seguridad: si tienes una alcaldesa que ha maltratado a Carabineros, que los ha tratado de “pacos” en X, que llamó a refundar la institución, se va generando una percepción de inseguridad.
¿Cómo piensa en Ñuñoa? Se habla de los ñuñoínos, de “Ñuñork”, un perfil que ha cambiado mucho en los últimos años.
Ñuñoa siempre ha sido un pequeño Chile y esa caricatura le ha hecho mal. Si uno va a la Villa los Jardines, Villa Frei o al sector de Rosita Renard deben reírse de eso (…). La gran gracia de Ñuñoa es que no era una caricatura, era diversa y el Frente Amplio ha tratado de establecer una especie de uniformidad. Por eso soy tan contrario a esta construcción de ghettos en otras comunas como Las Condes donde todos también se homogenizan para el otro lado.
¿Qué le reconoce a Ríos de su gestión?
Destaco el trabajo con la tercera edad más allá de la estrategia de viajes o paseos, sino que ha avanzado en protección. Y ha gestionado bien la convivencia armónica entre el comercio y la vida de barrio. Pero en el gasto en burocracia soy súper crítico: se han contratado 140 personas en la corporación de Derecho Social. Eso disminuye el gasto social, las transferencias directas. De ganar, voy a hacer un reordenamiento de los gastos, dejando de gastar plata en operadores políticos. Lo segundo es un plan de “shock” en seguridad.
Como candidato, ¿lo golpean los casos de corrupción donde están involucrados personeros de derecha, como el caso Audio?
Esto golpea a la credibilidad del sistema político total y en la derecha es evidente. A mí me dolió mucho la frivolidad con que el FA tomó esto, cuando hicieron la fundación Democracia Viva en la comuna y en el caso de la jefa de gabinete de Emilia Ríos, que recibió pagos de Democracia Viva, hay que ser muy cuidadoso en no hacer falsas denuncias (…). Los corruptos son corruptos y no tiene que ver con el partido en el que militan, así como creo que los delincuentes son delincuentes independiente de su nacionalidad.
¿Reconoce ser un ahijado político de Andrés Chadwick?
Tengo una gran relación con Andrés Chadwick, no lo voy a desconocer a esta altura del partido (…). Más que un padrino o no, fuimos parte de un gobierno y de eso no tengo ninguna culpa. Al revés, estoy muy orgulloso. Hay que tener ojo con la persecución permanente contra Andrés Chadwick hasta que la Fiscalía no pruebe un delito.
A raíz de lo que pasó con la Universidad San Sebastián y Marcela Cubillos, se ha instalado que era una fuente de ingresos entre campaña y campaña. Usted fue parte del plantel, ¿cómo responde a eso?
Yo llegué a esa universidad porque el decano era Rafael Rosell, que nadie puede decir que es de derecha y también porque hablé con Luis Bates, que nadie puede decir que es de derecha. Me convencieron que era bueno irme a esa universidad y, por lo tanto, mi experiencia personal no es política (…) Después me fui y lo que pasó con las contrataciones que llegaron, no tengo idea cuáles fueron las razones, pero tiendo a creer en la libertad de cátedra (…). Mi última liquidación en la USS la transparento: eran $4 millones. Estoy súper tranquilo, nunca he ganado más que eso en las universidades y es una discusión que tienen que explicar las personas involucradas y no los que estábamos ahí.
¿Ya está en paz con Chile Vamos luego de la experiencia en la campaña presidencial?
Con Chile Vamos sí. Hay un gran aprendizaje de que nos va mejor cuando estamos juntos. No es porque queramos ganar el gobierno, sino porque el costo de perder es que gente vaya a aprender a los municipios o al gobierno como ha pasado con el FA. Y yo estoy en paz, porque siento que esa conversación puertas adentro ha ocurrido. Tonteras como lo que pasó hace unas semanas con la acusación constitucional al Presidente Boric son esquirlas de una mala forma de hacer oposición.
¿No se sigue sintiendo un afuerino de Chile Vamos?
Después de la campaña de Rechazo, creo que se empezó a valorar al afuerino. La llegada de gente como Ximena Rincón y Matías Walker a la oposición ha dado una lección de cómo debería ser la política. Para construir mayoría no basta con los que estaban el año 1988 y no solo hay que cruzar puentes, sino que entender que la política no está clavada en el Sí y el No, sino que en este debate entre autoritarismo -porque yo creo que la izquierda es autoritaria en Chile- y democracia. Los que confiamos en la democracia tenemos que estar juntos y dejar fuera a aquellos que no creen en la democracia. (La Tercera)