¿Dejará AMLO de intervenir en la vida política mexicana? Difícil creerlo. Por ahora, Sheinbaum repite incansablemente que su “gobierno humanista” es de continuidad, pero que ella tiene un estilo propio, que gobernará de acuerdo con “sus principios y objetivos” y con las mujeres, porque ella “no llega sola” al poder, sino con “todas”. Algo de eso reflejó en su gabinete, donde, por un lado, hay paridad, pero por el otro, una gran presencia de personeros del anterior régimen, un signo de la intención de blindar las políticas de López Obrador. Ello se ve en Hacienda y en otras secretarías clave, donde los funcionarios retuvieron sus cargos, o rotaron, después de la transición. Operadores políticos de AMLO quedaron en puestos de primera y segunda línea, con lo cual, a pesar del discurso, se nota su voluntad de mantener el control, aunque sea remoto.
Es significativo que Morena, el partido que tiene una aplastante mayoría en el Congreso, esté liderado por alguien de la total confianza de AMLO, acompañado de su hijo Andrés Manuel López Beltrán, como segundo de a bordo. Difícil pensar que Sheinbaum tenga la libertad para ejercer la Presidencia a su pinta. Quizás sus convicciones estén genuinamente en línea con las de AMLO, al menos así lo aparenta en sus declaraciones sobre la polémica reforma judicial y en las repetidas conferencias de prensa mañaneras, donde ya comenzó a denostar al periodismo independiente por supuestas fake news, que no son sino noticias que disgustan al gobierno.
Mostrar un camino propio no parece ser la principal preocupación de la Presidenta. Son demasiados los desafíos que tiene por delante: una economía debilitada, servicios de salud y educación en crisis, y, sobre todo, una situación de violencia criminal que azota todo el país, con foco actualmente en Sinaloa, donde la guerra entre bandas tiene a la población aterrada. Sheinbaum anunció un plan de seguridad. Sin usar la frase “abrazos y no balazos” de AMLO, dijo que pondrá “atención a las causas” de la violencia, que serían socioeconómicas y de justicia. Pero en la práctica, su estrategia en terreno es similar a la de AMLO: más efectivos de la Marina y el Ejército en las calles, y una militarizada Guardia Nacional que todavía no logra las capacidades de inteligencia y de investigación que se requieren para una lucha eficaz contra las mafias. El sexenio de AMLO terminó con un récord de asesinatos que trató de esconder en cifras maquilladas. La Presidenta necesita mucho más que seguir a su mentor para resolver el drama de la violencia en México. (El Mercurio)