La revancha de los moderados-Roberto Munita

La revancha de los moderados-Roberto Munita

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Si hay una buena noticia que podemos sacar del último proceso electoral fue el retroceso de los extremos. “Make Chile fome again” era la quimera de muchos durante los años post-estallido y esta vez pareciera que se está cumpliendo el anhelo.

El PC retrocedió enormemente (además de perder la comuna de Santiago) y volvió a su votación histórica (6% y poco); y el Partido Republicano, si bien sigue siendo un importante partido (el segundo más votado a nivel de concejales, y el más votado en Cores) no logró capitalizar el 35% que había obtenido en la elección previa. Ello, sumado a que el partido más votado fue Renovación Nacional (15,5% de los votos en concejales), el que siendo un partido de centroderecha es visto como un partido bisagra, nos dice de una sociedad que valora capaz los acuerdos y la capacidad de llegar a consensos.

Así, tras dos años de un vaivén político marcado por extremos, parece que hoy estamos en un momento de calma. Primero, experimentamos lo que Eugenio Tironi llamó el «momento refundacional», con el auge de la Lista del Pueblo en el primer proceso constituyente, un impulso de cambio radical que buscaba transformar la estructura social y política del país. Luego, vivimos lo que el mismo autor denomina el «momento conservador,» protagonizado por el Partido Republicano en el segundo proceso, un intento de revalorar las tradiciones y frenar el ímpetu de cambio. Hoy, sin embargo, quizás nos encontramos en lo que podríamos llamar «el momento moderado», aunque quizás sea temprano para confirmarlo.

Lo que sí podemos asegurar es que este giro hacia la moderación es una señal de algo que se venía advirtiendo hace tiempo y que incluso algunas encuestas han sugerido: mientras las cúpulas políticas parecen atrapadas en la polarización, la ciudadanía no está tan dividida. La gente quiere políticos que puedan defender sus principios sin perder de vista la necesidad de ceder en favor de un bien común más amplio.

El problema es que nos hemos comprado el discurso de que la capacidad de alcanzar acuerdos equivale a falta de hombría, de carácter, o peor, a una falta de principios y a ser cobarde o débil. “Ser amarillo” se convirtió en insulto. Lo que no comprenden estos sectores polarizados es que puede haber fortaleza y convicción fuerte, y eso no implica desconocer que hay otros puntos de vista válidos, y que es bueno sumar a la discusión. Hay una clase de políticos que ha logrado entender que convivir en sociedad no significa aplastar a los demás, sino aprender a vivir en un equilibrio. La verdadera fortaleza se encuentra en defender lo propio sin deslegitimar a quienes piensan distinto, en comprender que las sociedades diversas requieren de acuerdos. Y en esta elección, los votantes parecen haberle dado la preferencia a esta visión.

John Tomasi, en su libro Free Market Fairness, cuenta coloquialmente que él se jacta de tener amigos tanto republicanos como demócratas, no «pese a» sus inclinaciones políticas, sino precisamente «porque» representan distintos ángulos. En su obra, Tomasi argumenta que tener ambas perspectivas le ha ayudado a estructurar una visión política y económica equilibrada, que se aleja del fanatismo y de los extremos. Esa misma convicción de encontrar valor en ambos lados es lo que nos permite crear una base común para la sociedad.

El fanatismo, sin embargo, es un problema creciente, y Moisés Naím lo advierte con claridad en su último libro La revancha de los poderososEn su último libro, Naím describe “las 3 P” que están pulverizando las democracias: populismo, polarización y posverdad. Respecto a la polarización, señala que ésta se alimenta del fanatismo, pues sólo refuerza sesgos de confirmación que nublan la capacidad de reconocer virtudes en el adversario o defectos en los propios líderes. Este sesgo de confirmación no sólo distorsiona la verdad, sino que también representa una amenaza para la democracia al imposibilitar el diálogo genuino.

A la luz de las recientes elecciones en Estados Unidos, donde las posiciones de ambos partidos terminaron por arrojar al ticket dos visiones polarizadas y poco convocantes (terrible dilema para los electores moderados), el llamado a la moderación es urgente. Si queremos construir democracias sólidas y resilientes, es fundamental evitar los liderazgos polares y reivindicar la importancia del consenso. Hoy, Chile tiene la oportunidad de mostrar que es posible caminar hacia adelante sin perder el equilibrio, y esa puede ser la verdadera revancha de los moderados. (El Líbero)

Roberto Munita