La pérdida de esperanza que nos aqueja es un desafío que nos debe movilizar. En un momento en que muchos parecen haber dejado de imaginar la posibilidad de un futuro positivo, es urgente que reconozcamos el impacto que el pasado y el presente tienen sobre nuestra capacidad de proyectarnos hacia el mañana. La historia de fracasos en proyectos que debieron ser comunes, la falta de voluntad política, sumada a la incertidumbre actual, ha alimentado la percepción de que construir un futuro mejor no solo es difícil, sino que, en muchos casos, parece irrelevante. Sin embargo, es precisamente en estos momentos de crisis cuando más necesitamos unirnos y replantear nuestra ruta colectiva para construir un mejor país.
La crisis de proyección que enfrentamos no se resolverá con respuestas aisladas. Los problemas que afectan a nuestra sociedad son complejos y no pueden ser enfrentados desde la soledad ni mucho menos desde el populismo. Se requiere, en cambio, la colaboración de todos los sectores: autoridades, academia, empresariado, sindicatos, sociedad civil, fundaciones y múltiples liderazgos sociales y ciudadanos. Estamos convencidos de que el aislamiento y la atomización de la sociedad solo profundiza la crisis, mientras que el diálogo anclado en la diversidad y en nuestras legítimas diferencias se presenta como una de nuestras herramientas más poderosas.
Para encauzar este momento de incertidumbre, es crucial que nos planteemos las preguntas correctas. En lugar de buscar respuestas definitivas e inmediatas, debemos aceptar que no hay soluciones únicas y que las respuestas más útiles y los caminos más viables surgirán de un proceso colectivo. La pregunta fundamental que nos debemos hacer, entonces, es ¿qué podemos lograr en conjunto para construir un mejor país? La pregunta no es teórica ni abstracta. De hecho, ya está siendo respondida por más de 8.000 personas que han compartido sus respuestas en la Consulta Ciudadana impulsada por la Universidad de Chile y la Pontificia Universidad Católica de Chile y realizada por Tenemos que Hablar de Chile, en un ejercicio que busca levantar prioridades, identificar oportunidades y enfrentar los múltiples desafíos que tenemos por delante. Las respuestas que surgirán de este proceso serán un reflejo del sentir y de la sabiduría de nuestra propia comunidad.
Es momento de que los actores clave del debate público se sumen a esta reflexión. Las empresas, conscientes de su responsabilidad social, deben involucrarse activamente en este proceso, reconociendo que su éxito está íntimamente ligado al bienestar de la sociedad. Los sindicatos y organizaciones sociales juegan un rol fundamental en el trabajo por el bien común y la articulación de intereses colectivos. Las y los académicos, desde todas las casas de estudio, también juegan un papel crucial tanto en la generación de conocimiento como en el intercambio de perspectivas que enriquezcan el diálogo y aporten soluciones concretas para los problemas comunes. Así también, necesitamos que todos los actores políticos escuchen y valoren estas voces.
El Encuentro por Chile, que se celebrará el próximo 21 de noviembre, es una oportunidad invaluable para materializar este llamado y darle continuidad a ese proceso de construcción colectiva al que todos estamos llamados. Se trata de un espacio especialmente diseñado para compartir ideas, para estar en desacuerdo y para encontrar aquello que nos une, pero, sobre todo, para construir una ruta común hacia el futuro. Invitamos a toda la ciudadanía a dar un paso adelante, a preguntarse lo que podemos lograr juntos y a asumir el desafío de trazar una ruta común para construir el Chile que viene en las próximas décadas. (El Mercurio)
Ignacio Sánchez D.
Rector, Pontificia Universidad Católica de Chile
Rosa Devés A.
Rectora, Universidad de Chile
