Trump + Elon Musk = Pareja dispareja

Trump + Elon Musk = Pareja dispareja

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Elon Musk, el empresario más rico del mundo, y Donald Trump, el político más poderoso del planeta, se han asociado.

Para hacer más efectivo su próximo gobierno, desde enero hasta 2028, Trump ha nombrado a Musk como codirector del Departamento de Eficiencia Gubernamental de la Casa Blanca, una nueva repartición de rango ministerial. Pero la realidad es que, más allá de ese cargo, al empresario, desde hace tiempo, se le considera asesor superior de Trump en las más variadas y relevantes materias.

Extraños personajes, que dicen admirarse mutuamente, Trump y Musk llevan varios días compartiendo la residencia del Presidente electo en Florida. Se consultan y discuten nombramientos en altos cargos del gobierno norteamericano y respecto de la implementación de la agenda interna e internacional de la nueva administración.

Musk cuenta con relaciones personales, algunas privilegiadas, más cercanas que Trump, con los principales líderes mundiales, entre ellos Xi Jinping, Putin, Zelenski, Netanyahu, Modi, Mohamed Bin Salman y muchos otros que, conscientes de que el dinero y la inventiva mueven al mundo, admiran su genial capacidad creativa, extendida influencia e inmenso patrimonio. Hasta el Papa Francisco recibió en audiencia especial al agnóstico Musk y a su numerosa descendencia.

Musk, un talentoso innovador; Trump, más bien un destructor. Ambos, transgresores; aunque en dimensiones y propósitos diferentes. Mientras Trump es insaciable en abusar para acumular poder político, Musk desafía los límites en beneficio de la tecnología, la ciencia y los negocios. Los contrastes etarios y físicos son abismantes. Trump, de 78 años, podría ser el padre de Musk, de 53. Los casi dos metros de altura y cerca de 100 kilos de peso del Presidente disminuyen al magnate, que tiene casi 20 centímetros menos de altura, obligándolo a usar elevadores en su calzado, la única concesión por la estética, la que Trump, en cambio, pretende cultivar con ordinaria opulencia y dorados.

Hay un tema pendiente en esta relación, que no es aceptable sin solucionar incompatibilidades y conflictos de intereses del empresario, titular de altos cargos y beneficiario de billonarios contratos públicos, subsidios, regulaciones y concesiones federales en los campos del transporte, comunicaciones, la industria automotriz, energética, espacial y de la inteligencia artificial.

Las marcadas diferencias entre Trump y Musk ponen en duda la duración de su cercana relación y propósitos comunes, salvo presumirles compartida ambición de poder, conveniencia personal, y preferencia por la figuración y el espectáculo. (El Mercurio)

Hernán Felipe Errázuriz