Estamos viviendo una muy fuerte crisis de seguridad. La llegada de bandas transnacionales a nuestro país, nos ha obligado a cambiar la manera en cómo debemos abordar el problema. Y cómo no hacerlo si comenzamos a vivir una realidad a la que no estábamos acostumbrados y menos preparados para afrontarlo. Tener un promedio nacional de un homicidio cada 12 horas y 13 robos con violencia cada media hora es alarmante. No nos podemos acostumbrar, debemos trabajar para combatirlo.
Ante esta situación, además de la diversificación de los delitos y de los modus operandi, se vuelve imperativo incorporar tecnología de vanguardia como una herramienta que permita abordar el problema con mayor eficiencia y eficacia.
Uno de los mayores beneficios de incorporar tecnologías avanzadas en la seguridad es su capacidad para prevenir delitos antes de que ocurran. Herramientas como las cámaras de vigilancia con reconocimiento facial o los sistemas de análisis predictivo, basados en inteligencia artificial, permiten a las autoridades identificar patrones sospechosos y responder proactivamente.
La incorporación de tecnologías como drones, cámaras de seguridad, botones de pánico, denuncias telefónicas y aplicaciones de comunicación en tiempo real ha revolucionado la capacidad de respuesta ante emergencias porque optimizan el tiempo de reacción. Por ejemplo, los drones, equipados con cámaras térmicas y sensores, permiten a las fuerzas del orden acceder rápidamente a áreas de difícil acceso, mejorando su capacidad de acción en situaciones críticas.
Sin embargo, la adopción de tecnología en la seguridad ciudadana no está exenta de desafíos. Entre ellos, destacan los costos elevados, la necesidad de infraestructura adecuada y las preocupaciones por la privacidad. La recolección masiva de datos plantea interrogantes éticas sobre el manejo de la información personal de los ciudadanos. Por ello, es fundamental que estas iniciativas se implementen bajo un marco regulatorio claro y respetuoso de los derechos humanos.
En un mundo donde las amenazas evolucionan constantemente, no incorporar tecnología de vanguardia sería quedarse atrás en la lucha por garantizar la seguridad ciudadana. Si bien es necesario abordar los desafíos asociados, los beneficios que ofrece la tecnología —desde la prevención hasta la mejora de la confianza en las instituciones— la convierten en un pilar esencial para construir ciudades más seguras y resilientes.
Ante la presencia del Crimen Organizado en nuestro país, y debido a su constante mutación, la seguridad ya no puede depender únicamente de métodos tradicionales. La combinación de tecnología y políticas integrales puede marcar la diferencia entre una sociedad vulnerable y una preparada para los desafíos que estamos enfrentando. La verdadera clave estará en encontrar un equilibrio entre innovación, ética y eficiencia para maximizar los beneficios que estas herramientas pueden ofrecer. (Red NP)
Gonzalo Cornejo
CEO de Insight Security