Antes de analizar comunicacionalmente el arroz con mango en que se ha convertido la denuncia contra el Presidente de la República, es necesario establecer los hechos. La denuncia por supuesta difusión de imágenes íntimas no tiene absolutamente ningún fundamento, el relato de los hechos respecto a un pendrive perdido no resiste ningún análisis. ¿Alguien puede creer que el candidato a diputado Gabriel Boric iba a tomar un pendrive de una colega? ¿Resiste algún análisis serio la tesis que una persona va a su trabajo con un pendrive que tiene fotos íntimas? El único caso lejanamente parecido involucró a una oficial de Ejército, pero en esa situación las fotos fueron extraídas de su computador.
El otro hecho importante es que el Presidente como cualquier otro ciudadano tiene derecho a la defensa legal. Esto incluye tener todos los antecedentes para entender de qué se le acusa, y poder tomar las acciones dentro del ordenamiento jurídico existente. Por tanto, tampoco existe ninguna “doctrina Schürmann” y, por cierto, tiene pleno derecho a nombrar abogado suyo a quien quiera hacerlo. Tampoco es sostenible que todo esto corresponde a una operación del Partido Republicano, pues la pertenencia de un supuesto asesor legal a dicha colectividad parece más un hecho circunstancial. Probablemente estamos en presencia de una especie de acoso por mail al entonces dirigente Gabriel Boric, como lo dijo la ministra Orellana.
Pero con estas circunstancias, la estrategia se ve peor aún. En comunicación corporativa es importante el “Qué decir”, pero también lo son el » ¿Por qué decir?” , y “¿Cuándo decirlo?”. La falta de respuesta clara a estas preguntas abre demasiadas dudas en los medios, y son un verdadero incentivo a teorías de la conspiración de todo tipo. Las explicaciones que corresponden a una estrategia judicial son peores aún. Cuesta entender que un abogado privado pautee a La Moneda, en especial en un tema tan delicado como el acoso sexual, y estando tan reciente el caso Monsalve.
El momento elegido para el comunicado del abogado privado no pudo ser peor. El lunes 25 de noviembre se conmemora el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, y elegir reventar un caso de este tipo, tapa cualquier otro acto que realice el gobierno para anunciar medidas contra la violencia de género. También era el día después de la derrota de Matthei en la madre de todas las batallas y el plebiscito contra el gobierno, como bautizó la oposición a la segunda vuelta de gobernadores y la contienda de los Orrego en Santiago. Un mínimo de criterio político habría hecho tener a la candidata de oposición dando explicaciones, ordalía de la que se libró, pues la agenda se fue hacia otro lado. Un argumento puede ser que era un asunto que requería urgencia en ser explicado, pero eso hace pensar cuál era la razón de tanto apuro. El desastre que se ha armado con todo esto preocupa enormemente al oficialismo que debe enfrentar una dura elección, y le nace un temor de cómo se comportara La Moneda en los días de las campañas políticas.
A una semana del bombazo no hay manera de calificar positivamente la estrategia elegida por La Moneda o el abogado privado del Presidente para dar a conocer esto a la opinión pública. Las explicaciones que han dado a la pregunta fundamental de “¿Por qué?” no logran convencer a nadie, y probablemente en un tiempo más veremos a algún ministro o ministra pidiendo disculpas por lo que fue otro autogol de las comunicaciones gubernamentales.
Carlos Correa Bau
Ingeniero Civil Industrial, MBA.