Países desarrollados y emergentes sumidos en la “nueva mediocridad”

Países desarrollados y emergentes sumidos en la “nueva mediocridad”

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«La economía mundial es ahora más débil» y se enfrenta a la perspectiva de una «nueva mediocridad que empaña el futuro próximo», anticipó en octubre del año pasado la directora gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), Christine Lagarde, en un discurso en la Universidad de Georgetown en Washington.

Las economías avanzadas continuarían la recuperación, precisó en ese momento, mientras que las emergentes, guiadas por China y el resto de Asia, seguirían haciendo de motor de la economía mundial, aunque a «un ritmo más bajo».

Y tenía razón. A un año de sus declaraciones, la desaceleración de los mercados emergentes en el segundo trimestre de 2015 ha supuesto que el crecimiento de estos no sea mucho más rápido que el de los mercados desarrollados.

En casi todos los países en desarrollo, el PIB del segundo trimestre se desaceleró y varios de los principales mercados, en especial Brasil y Rusia, están ahora en recesión. La expansión de los emergentes se desaceleró a 3,8% anual entre abril y julio frente al 4% registrado en el primer trimestre, según datos de Capital Economics. Esto no es muy superior a la tasa anual de crecimiento de 2% reportada por las economías desarrolladas para el mismo período. Como resultado, la brecha se acortó a su menor nivel este siglo entre las economías emergentes y las desarrolladas.

Desde 2008, los países emergentes han sido responsables de más del 80% del crecimiento del PIB mundial; sin embargo, esta contribución ha disminuido en los últimos trimestres y en la actualidad las naciones en desarrollo contribuyen al crecimiento global casi lo mismo que los desarrollados.

MODELOS AGOTADOS

Hace poco menos de seis años, la economía de Brasil era tan robusta que The Economist publicó una ilustración en su portada que mostraba la estatua del Cristo Redentor, en Río de Janeiro, despegando como un cohete. No sólo los brasileños ricos disfrutaron del auge; tiendas de electrodomésticos empezaron a surgir en las favelas, mientras que las aerolíneas de bajo costo encontraron nuevos clientes. El «país del futuro», al parecer, había alcanzado su destino.

Pero el cohete se ha estrellado y la economía de Brasil, que en 2010 se expandió 7,6%, va en camino de contraerse al menos 1% este año, estima el FMI. El superávit comercial de US$ 20 mil millones de hace cinco años se ha convertido en un déficit de US$ 40 mil millones en los doce meses a julio. La creación de empleo -2 millones de puestos en 2010- se ha convertido en la destrucción de 150.000 empleos al mes.

Aunque varios de los problemas de Brasil son autoimpuestos, también son un síntoma de un malestar más amplio que afecta a casi todos los mercados emergentes.

El crecimiento impulsado por las exportaciones se ha derrumbado. El boom del consumo alimentado por el crédito ha seguido su curso y los niveles de deuda corporativa y soberana han aumentado. El abundante capital extranjero se está desvaneciendo mientras las monedas de los mercados emergentes caen junto con los precios de los commodities.

Tan graves son estas debilidades que un número creciente de economistas e inversionistas ven un cambio fundamental en la fortuna de los países emergentes. Los dinámicos modelos económicos que permitieron a las naciones en desarrollo conducir al mundo de regreso al crecimiento después de la crisis financiera de 2008-2009 se están desmoronando, y amenazando con llevar al mundo de nuevo hacia la recesión.

«Los modelos de crecimiento están agotados en algunos países», señaló Mohamed El-Erian, asesor económico de Allianz, y presidente del Consejo de Desarrollo Global del presidente Barack Obama, a FT.

Neil Shearing, economista jefe de Mercados Emergentes de Capital Economics, ve un problema similar. «Los modelos de crecimiento que servían tan bien a los mercados emergentes más grandes en la última década se han roto», afirmó a FT, nombrando a los poderosos BRIC (Brasil, Rusia, India y China) como ejemplos.

«SERÁ PEOR»

China, al contrario que Brasil, es demasiado dependiente de la inversión y las exportaciones, y no da el apoyo suficiente para el gasto del consumidor. La menguante trayectoria del crecimiento de China, que ha minado la demanda mundial de materias primas, es producto de la transición en curso en Beijing de un modelo de crecimiento caduco que se basó en la inversión en fábricas, bienes e infraestructura.

«Las autoridades chinas aceptan que un crecimiento más lento es una consecuencia necesaria de su esfuerzo por reequilibrar la economía», aseguró David Lubin, jefe de Economías de Mercados Emergentes en Citi, a FT. «Pero eso crea un problema para otros países en desarrollo, que se habían beneficiado del rápido crecimiento de China, impulsado por la inversión».

En India, el crecimiento del segundo trimestre se desaceleró a 7% anual, desde el 7,5% de los primeros tres meses del año, y las promesas de reforma que llevaron al poder al primer ministro Narendra Modi no se han materializado en más de un año de mandato.

Rusia, por su parte, se ha quedado atrapada en su dependencia de los ingresos de las exportaciones de petróleo y gas. Los altos precios del crudo de los últimos años han sostenido el régimen de Vladimir Putin desde que llegara al poder hace catorce años.

Sin embargo, esos mismos ingresos fáciles llevaron a los rusos a evadir una necesidad evidente de reforma y modernización. Más allá del sector energético, la base científico-técnica del país es muy débil, y no ha podido ponerse a la par de los avances logrados en el resto del mundo. Muchas mentes brillantes rusas huyeron del país; lo mismo que ha sucedido con la riqueza generada por el sector energético.

Tales deficiencias, sin embargo, no parecían tan críticas cuando los suministros de capital eran abundantes. Generosas entradas de fondos compensaron multitud de pecados en los endeudados mercados emergentes.

Pero tras el cese del programa de «alivio cuantitativo» de la Reserva Federal de Estados Unidos el año pasado, el crecimiento de la liquidez en dólares se ha desacelerado. La preocupación de la Fed sobre cuándo subir los tipos de interés se ha sumado a la turbulencia.

«El modelo de mercado emergente se basa en los ingresos de capital, pero el ciclo está en un punto de inflexión porque el crecimiento de la liquidez en dólares de EEUU se está desacelerando», dijo a FT Atul Lele, de Deltec International Group. «Esto está muy cerca de una crisis y se va a poner peor».

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