El debate del crecimiento

El debate del crecimiento

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Hace pocos días un diputado escribió en Twitter: “Nuestro país crece a un 2.1% y ni siquiera existe un debate público serio sobre como reactivar y destrabar la inversión”. Sinceramente me impresionó.

Estoy de acuerdo en que el crecimiento económico perdió su relevancia dentro del debate público, pero otra cosa es que no exista un debate serio al respecto. Tal vez el diputado no habrá participado de este debate, pero eso no significa que no exista. Hagamos memoria.

Cuando el Gobierno presentó su proyecto de reforma tributaria, el debate fue precisamente cómo iba a afectar la inversión y el crecimiento. En este debate participaron académicos, economistas, empresarios y asociaciones gremiales, muchos de ellos haciendo propuestas serias a través de documentos, presentaciones, columnas y seminarios. Sin embargo, en la Cámara no se hizo la pega. Fue el Senado el que tuvo que modificar el proyecto para que no fuera un completo desastre. Finalmente a quienes les importa el crecimiento económico en serio -creo que sin importar el color político- se quedaron con el mal gusto de ver que se tramitó una reforma en la que el eslógan y la consigna fue más importante que el dato, la cifra y el argumento.

En paralelo, el mismo Gobierno lanzó una Agenda de Crecimiento, Productividad e Innovación con una batería de medidas. Se conformaron dos comisiones –una convocada por el Gobierno y otra por la CPC- para pensar en políticas que den un vuelco al problema de productividad que tiene el país. Asimismo, se creó el Consejo de la Manufactura conformado por destacados miembros, el Consejo de Políticas de Infraestructura ha estado haciendo propuestas serias, se ha discutido sobre la institucionalidad para atraer inversión extranjera, se ingresó una ley para mejorar la ley de defensa de la libre competencia. Así, suma y sigue.

No sé si el diputado habrá escrito eso por ignorancia, negligencia, soberbia, o una combinación de las anteriores. Ignorancia por no saber que existen las instancias de discusión, negligencia por haber tenido el deber de participar en el debate para legislar con esos elementos en la mano y no haberlo hecho, o soberbia por asumir que si él no conoce el debate es porque entonces no existe. No importa, que bueno que ahora sí quiera participar.

Como se ve, el problema no es el debate. El dilema es cómo hacer que dicho debate se materialice en mejores políticas públicas. Todas las propuestas que se están generando pueden ser muy prolijas y bien pensadas, pero si no se llevan a la realidad, entonces de poco sirven. El desafío entonces es que los políticos dejen de lado la cuña fácil y traten responsablemente de legislar poniendo el crecimiento como un elemento más de la ecuación. Ojalá que la próxima vez que vean un estudio serio que alerte sobre el impacto en la inversión de alguna ley que estén votando, no salgan diciendo que es parte de una campaña del terror para defender el statu quo o algo así. Creo que pueden más que eso.

Las medidas pro crecimiento son una tremenda oportunidad. En un país que se percibe cada vez más fragmentado, llevar a cabo políticas que nos permitan crecer más, es una oportunidad para mostrar que nos podemos poner de acuerdo. Es una oportunidad para mostrar que no necesitamos pelear para avanzar. Ya veremos si alguien ve esta oportunidad y es capaz de capitalizarla.

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