Ocho horas tardaron las pesquisas que efectivos de la Brigada de Investigaciones Policiales Especiales (Bipe) y el Laboratorio de Criminalística de la PDI efectuaron este miércoles en el transatlántico Queen Mary 2, tras su llegada a Valparaíso. El fiscal metropolitano sur Denis Pavez explicó parte de las diligencias, pero sólo se limitó a indicar que los resultados serían “entregados a los abogados, en este caso, de la víctima”.
Los detectives debían tomar fotografías de la cubierta y efectuar un levantamiento planimétrico de la cabina donde dormía Favio Oñate. También recabar las imágenes de las cámaras de seguridad, fundamentales para esclarecer si este joven cocinero chileno , de 26 años, se lanzó al mar, como indica la versión de la empresa Cunard, o cayó por circunstancias que involucrarían a terceros, desde una de las terrazas del transatlántico, en agosto pasado.
Dentro de las diligencias se entrevistó al capitán de la nave, solicitud que recibió el comandante Sigfrido Ramírez, capitán de Puerto de Valparaíso. “La tripulación del crucero tuvo buena disposición para que los efectivos de la PDI abordaran en compañía del fiscal; nosotros prestamos el apoyo necesario. Esto no afectó el desembarco de los pasajeros”, explicó.
Arribo a la V Región
Faltaban dos minutos para las 5.00 horas cuando el Queen Mary II llegó a Valparaíso. Casi 50 minutos demoró en acomodar sus 345 metros de eslora en el Terminal Portuario Sur. A partir de las 6.30 los pasajeros daban por finalizado el tramo que 14 días antes habían comenzado en Río de Janeiro.
Allí también tendría que haberse encontrado Favio Oñate con su familia. Para el chef de 26 años el trayecto entre Punta Arenas y la Quinta Región, o bien el que hoy mismo inició el transatlántico, a las 20.00 horas, rumbo a la Isla de Pascua, sería el último a bordo, tras cuatro años como ayudante de cocina en el crucero, operado por la compañía británica Cunard. Quería instalarse con un restaurante.
La mañana fue ajetreada. Al mismo tiempo que unos pocos pasajeros recogían sus maletas, tres vehículos particulares, con vidrios oscuros, ingresaron al Muelle Prat, guiados por una camioneta de la Capitanía de Puerto. En ellos, efectivos de la PDI, por orden de la Fiscalía Metropolitana Sur, abordaron el crucero para recabar la mayor cantidad de pistas sobre la noche en la que, hace poco más de seis meses, Favio Oñate desapareció.
Su familia estaba allí. Cerca. Tal como lo habían conversado meses atrás. Llegaron al Terminal de Pasajeros de Valparaíso (VTP), pero a raíz de los hechos, para protestar de forma pacífica por lo que según ellos ha sido “poca información recibida”, luego de que el joven aparentemente cayera por la cubierta, el 15 de agosto de 2015.
Con la ayuda de su grupo de amigos más cercano extendieron un lienzo: “Justicia para Favio”. En el Queen Mary 2, supuestamente, no supieron que Oñate se había perdido en el mar, cerca de la costa de Newfoundland, en Canadá, hasta que el rancagüino no se presentó a su turno en la cocina.
Según Carolina Órdenes, madre de Favio, la teoría de la compañía Cunard apunta a un suicidio. Ella dijo hoy que la empresa le aseguró que le entregarían más información, pero en Southampton, Inglaterra, donde le relatarían los hechos y enseñarían los videos de las cámaras de seguridad. Sin embargo, cree que pudo haber ocurrido algo más. “Él estaba feliz con su trabajo. Después de cuatro años tenía más días libres que el resto y cuando el crucero llegara a Chile se quedaría acá. A pesar de una ruptura con una polola, nunca tuvo depresión”, argumentó.
Para ella, su hijo no se lanzó al mar. Sobre enemistades a bordo, reconoce que Favio no tuvo buena relación con un grupo de filipinos, a los que tuvo que dirigir en el segundo año en el Queen Mary 2. “Yo creo que algo lo llevó a una situación en la que nunca debió estar. Sospecho que hay más personas involucradas, pero la tripulación cambió una semana después del accidente”, agregó.
“Por una cosa tan pequeña él no haría algo así. Había mucho por delante. Quería poner un restaurante y nosotros lo ayudaríamos. Era alegre y nos contaba lo feliz que estaba con su trabajo, por eso queremos saber la verdad de lo que pasó”, dijo Nicolás Murillo, mientras sostenía un cartel y ayudaba a otros amigos de Favio a repartir folletos a los pasajeros. En ellos se explica en tres idiomas lo poco que la familia sabe sobre lo ocurrido.
“La idea era mostrar a los pasajeros que no era del todo seguro y la escasa información tras la desaparición de un cocinero”, argumentó otro de los manifestantes.