Contenta, agitada y saludando a todos de beso en la cara. Así nos recibió la senadora y principal referente de Amplitud, Lily Pérez.
En medio de una agenda copada temas de género, la legisladora se refirió a los cambios que experimentará el país cuando se avance en el proyecto de aborto en sus tres causales (que se analizará en la Cámara Alta), sumado a las leyes de cuotas, acoso callejero y probidad y transparencia que se debieran aprobar durante la actual administración.
En diálogo con Cambio21, la representante por Valparaíso Cordillera criticó el machismo y sexismo reinantes a este lado del globo, aunque aclaró que muchas veces son las propias mujeres las que se oponen a las verdaderas reformas. Y que, además, contrario a lo que demuestran los congresistas varones en la interacción con sus pares femeninos, los hombres chilenos son muy respetuosos en el trato.
«Los mismos insultos»
– Más allá de las diferencias sobre la interrupción del embarazo, se dice que con o sin ley o que con una, dos o tres causales aprobadas de todas formas se seguirán realizando abortos. ¿Dónde está la novedad?
– Creo que vamos a tener una ley y claro que se percibe un cambio ahí. Lo veo cuando visito las cárceles de mi región y conozco a dos mujeres que están detenidas por aborto, porque son las mujeres pobres las que van a prisión. Existe un cambio de paradigma también, en el minuto en que hay un país que va mucho más adelantado que su clase dirigente y su elite política, que siendo de la Alianza (Chile Vamos) y la Nueva Mayoría todavía insiste en tomar las decisiones por la gente. Hicieron la misma discusión con la píldora del día después, la ley de divorcio, el Acuerdo de Vida en Pareja y la ley antidiscriminación. Los mismos de siempre fueron al Tribunal Constitucional. Es un debate que hemos tenido en el pasado.
– Quizás a la gente se le olvidó.
– Así es. Pero qué duda cabe de que somos un mejor país desde que tenemos una ley de divorcio, donde la gente no tiene que acudir al expediente de nulidad. O cuando tenemos un proyecto de filiación, en el que los hijos no matrimoniales tienen los mismos derechos legales que los sí matrimoniales. También con el AVP, porque las personas pueden vivir en conjunto sin tener que pedir permiso social. Lo mismo que tener una píldora anticonceptiva de emergencia. Así que seremos un mejor país cuando las mujeres puedan decidir. Eso me mueve. Siempre voté estos temas de forma vanguardista. Es más, veo entrevistas mías del año 93 (era concejala de La Florida), en los que hablo de estos asuntos y recibo las mismas respuestas y los mismos insultos de los sectores ultra fanáticos que creen que la mujer no puede decir nada.
– ¿Cómo ve a la clase política ante esta agenda?
– De forma bastante conservadora. Y no me refiero solo a la derecha. Está la izquierda también. Ambos lados quieren mantener los privilegios, y eso lo hemos notado en el vínculo entre el dinero y la política. Se consideran absolutamente distintos hacia el resto de la humanidad. Ellos creen que están por sobre las leyes y sobre todo. Por ejemplo, a mí me sorprende cuando veo a senadores que no tocan a (Pablo) Longueira (ex ministro que renunció a la UDI a raíz del caso SQM y la tramitación de la ley del royalty de 2010), sino que por el contrario dicen ‘qué tiene de malo que te manden una indicación’. A mí me horroriza, porque nunca me ha pasado y tenemos distintos parámetros.
Reinas del hemiciclo
– Lo que sí se viene para 2017 y 2018 es el aumento de candidatas, parlamentarias y vicepresidentas mujeres en los partidos, que son núcleos masculinos bastante cerrados. ¿Habrá una nueva forma de tomar las decisiones o solo será un factor numérico?
– Habrá un cambio. Mira, cuando sacamos la ley de violencia intrafamiliar fue porque un grupo de mujeres de distintas bancadas nos unimos. La ley de femicidio había fracasado en 2009, era candidata al Senado, y convencí al Presidente Piñera para que la repusiera después de un año. Y la ganamos, porque yo por la derecha en ese minuto y Adriana Muñoz (PPD) por la izquierda trabajamos bastante unidas, siendo nuevas, para sacar esa ley. Ahora, es importante que lleguen mujeres con conciencia de género. Generalmente, en las leyes que tienen que ver con acoso sexual y violencia intrafamiliar siempre somos mujeres las que hemos tenido roles estelares. Quebramos con nuestro propio sector, como fue mi caso personal, o enarbolando banderas en otros lados.
– Gladys Marín, Sara Larraín, Michelle Bachelet, Evelyn Matthei y Roxana Miranda son las únicas candidatas a la presidencia en democracia. ¿Cómo se puede mantener la tendencia?
– Ojalá que se mantenga. Creo que el electorado en general ve bastante bien a las mujeres candidatas. Empatiza bastante bien con ellas. El problema es el machismo feroz que existe en la política. Y eso no cambia, porque los hombres políticos ven a las mujeres como una competencia directa y utilizan todas las artimañas y mañas posibles para aplastarte (ríe), pero es parte de esto. Sin embargo, las nuevas generaciones traen algo nuevo, porque probablemente son hijos de mujeres que trabajan fuera de la casa, son casados con mujeres que tienen un rol distinto en la sociedad y no ven el liderazgo de la mujer como una amenaza, sino que como un apoyo, y les gusta la influencia femenina. Las excepciones son los hombres mayores.
– Los humoristas son bien asertivos y aseguran sin rodeos que dentro de un machismo exacerbado acá mandan las mujeres. ¿Hay un doble juego ahí?
– Lo hay, porque los hombres nos dicen: ‘les vamos a ampliar la cocina para que tengan más espacio de libertad (ríe)’. Es un chiste, pero que refleja la visión de muchos en la política. Es la realidad que le tocó vivir a mi generación, y hubo que enfrentarla y combatirla… bueno, la vara para nosotras es más alta y hay que estar más preparada para usar mejores argumentos y hacer bien la pega. Por eso apoyé la ley de cuotas. No quiero ser la única. Entonces, siento que de pronto existe un poco de egoísmo de algunas mujeres políticas, que dicen ‘no, para qué van a llegar otras’. Es raro, porque a veces las mujeres políticas son las más duras con sus colegas.
– ¿Me quiere decir que como son menos quieren ser las reinas del Congreso y se cuidan para eso?
– Sí, es verdad. Cuando escucho los argumentos de mujeres diputadas que están en contra de ley de cuotas, a mí me espantan. En el fondo, no quieren más competencia y más mujeres. Quieren ser ‘las’ mujeres y ‘las’ reinas. Yo, al revés, no concibo el liderazgo femenino sin conciencia de género. Es clave.
Agarrones y sutilezas
– La ley de acoso callejero también avanza en el Parlamento. Acá se mezcla la parte más delictual de los tipos que abusan de las mujeres con los defensores del piropo.
– Algunos tratan de desvirtuarla diciendo que esto es para evitar el piropo. No se trata de eso. Son actos de agresividad hacia la mujer. Cuando vas caminando en la calle y un tipo te da un agarrón en el traste, eso no es un piropo. Es una agresión. Los que dicen que es una lesera, entiendan que no les gustaría que a sus hijas o esposas les pase eso. Generalmente, estos proyectos tratan de caricaturizarse para decir que estamos en presencia de un feminismo extremo. Y eso no es así. Yo no creo que las mujeres seamos mejores que los hombres. Somos distintos en psicología, personalidad, físico y naturaleza. Por eso que un agarrón no tiene justificación… oye, en campaña, me estaba sacando una foto con un elector, ¡y el mismo elector me agarró el traste! Y esa agresión la enfrenté. No me quedé callada.
– Convengamos que si anda por la calla y un tipo le dice un piropo o alguna frase bonita…
– ¡Ahí le agradezco y le doy las gracias! A ver, estamos hablando de agresiones, agarrones o insolencias, no cuando te dicen: ‘¡oh, que linda!’.
– ¿Qué opina cuando el presidente de la Cámara, Marco Antonio Núñez, le dice diputada «Ricardini» a Daniela Cicardini, o la diputada Karla Rubilar alega que cuando anda seria le preguntan si «le tocó o no le tocó»? ¿Es humor mal entendido o es la argucia del doble sentido para expresar cosas?
– ¡Pero cada día menos eh! Los hombres en general son bien respetuosos. Eso demuestra que la clase política está muy mal, ¡muy mal y desenfocada! O sea, ni siquiera representa lo que son la mayoría de los hombres, que son tremendamente respetuosos de la mujer.
– ¿No será que nos falta sentido del humor? Aunque en los casos expuestos antes fue mal ocupado, en rigor ayuda a romper el hielo.
– Por supuesto. No hay que confundirse. Es como la ley de incitación al odio, donde el límite es tenue. No es lo mismo decir: ‘los judíos son quiridi (apretados; hace el gesto con el puño)’, que es para reírse, que ‘a los judíos hay que matarlos’. Eso no es humor. Lo mismo pasa con la ley de acoso, donde la sutileza del mensaje, el tono y la forma a veces constituyen ofensas. (Cambio 21-Luis Casanova R.)