Hace dos semanas, en esta misma tribuna señalé que el candidato a alcalde del movimiento ciudadano La Matriz de Valparaíso podía dar una tremenda sorpresa. No puedo dejar de ocultar mi alegría por no haberme equivocado; sabía que la mía era una apuesta arriesgada, pero cuando se escribe mirando a la bahía de Valparaíso, el viento norte le sopla a uno alucinaciones y profecías que a veces -por delirantes que estas sean- debe aprender a escuchar.
En Valparaíso todo es posible, desde una catástrofe hasta una epifanía, desde un incendio hasta un » tsunami » electoral.
Pero los medios de comunicación nacionales no prestaron suficiente atención a un movimiento ciudadano inédito y ejemplar que estaba germinando bajo sus propios ojos.
Cuando se hablaba de las elecciones del «puerto principal», se colocaban las fotos de los candidatos de las grandes coaliciones, pero no la de Sharp, ninguneándolo como si este no existiera. Los analistas políticos, los «expertos», no atisbaron nada en el horizonte, pésimos meteorólogos del clima político nacional.
El único medio que adelantó lo que venía fue The Guardian, de Inglaterra, que publicó una nota sobre este original movimiento ciudadano surgido al fin del mundo. ¡Ahora para saber lo que realmente sucede en Chile, hay que suscribirse a The Guardian!
Se le pone mucho micrófono y se le da tribuna a lo que está en decadencia, se escucha mucho la verba mentirosa y autocomplaciente de políticos que perdieron completamente el contacto con la realidad, egos inflados de sí mismos, soberbios, vanidosos, adictos al poder, los mismos responsables de esta tremenda crisis de desconfianza y desilusión que hoy tiene al país sumido en el pantano.
Ojo, a los medios les puede pasar lo mismo que a los políticos tradicionales: convertirse en dinosaurios si no abren con urgencia las ventanas, si no aguzan más el oído. Nietzsche ya lo dijo alguna vez: «Las grandes transformaciones llegan con pisadas de paloma». Eso fue lo que ocurrió cuando cayó el Muro de Berlín, eso fue lo que acaba de ocurrir en Valparaíso. Agreguémosle a eso un centralismo autorreferencial que le da la espalda a la provincia, que es de donde muchas veces nace o emerge lo nuevo. Lo que se está cayendo a pedazos por todas partes es una forma de pensar, hacer e interpretar lo público. Los mismos que fallaron en sus predicciones electorales, ahora interpretan el triunfo de Sharp comparándolo con el fenómeno de Podemos en España, por el hecho de ser el nuevo alcalde militante de Izquierda Autónoma.
¡Craso error! La capacidad del grupo de Boric -del que nadie puede negar su tenacidad y energía- no explica el 56% de los votos. Detrás de esa votación hay una variedad de grupos ciudadanos de distintos orígenes que interpretaron el clamor desesperado de los habitantes de Valparaíso por la decencia y la excelencia en la gestión de la ciudad.
Estoy seguro de que al nuevo alcalde y a su equipo no les ocurrirá lo mismo que a los héroes de «El señor de los anillos». Que la cercanía del poder no los hará olvidar que ellos representan una esperanza que hay que cuidar de cualquier agenda personal o legítima opción militante. Ellos deben convocar a los mejores en educación, salud, urbanismo, y generar un discurso lo más convocante y amplio posible.
Gonzalo Rojas dijo: «A Valparaíso no solo hay que amarlo, sino que merecerlo». Este triunfo inédito necesita de un nuevo lenguaje, no de retóricas anticuadas, por nostálgicas y queribles que sean, y de una nueva forma de interpretación que no reproduzca las mismas cegueras mentales de los que fueron derrotados.
Al vino nuevo, odres nuevos. Que la nueva política no sea la copia del Podemos (¿por qué tenemos que estar copiando siempre?), sino una creación propia, que huela a viento fresco, el mismo que estoy aspirando mientras escribo esta columna mirando por mi ventana la proa de Playa Ancha encumbrada hacia un horizonte abierto. (El Mercurio/Emol)
Cristián Warnken