El suicidio de la centroizquierda- Patricio Navia

El suicidio de la centroizquierda- Patricio Navia

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De la misma forma que lo hizo la derecha hace cuatro años, la centroizquierda chilena parece determinada a inferirse su peor derrota electoral desde el retorno de la democracia en las elecciones de 1989. Dividida en, al menos, cuatro candidaturas presidenciales, la centroizquierda está más preocupada de resaltar sus diferencias que de enfrentar al formidable rival que tiene en frente. Aunque toda la izquierda se una en segunda vuelta en torno a cualquier candidato que enfrente a Sebastián Piñera, será muy difícil sobreponerse a los daños que producirá la confrontación entre candidatos similares en la fraticida lucha por clasificar a segunda vuelta.

Desde que el ex Presidente Ricardo Lagos renunció a su candidatura hace más de un mes, contrario a lo que se esperaba, han aumentado las dudas sobre la carta presidencial de la Nueva Mayoría. La decisión del PDC de proclamar a Carolina Goic y el poco impacto que ha tenido la proclamación de Alejandro Guillier por parte del PS y del PPD han alimentado dudas sobre la viabilidad de la candidatura del senador independiente. Para empeorar las cosas, la irrupción presidencial de Beatriz Sánchez, del Frente Amplio, ha debilitado aún más el intento de Guillier por alcanzar a Piñera en las encuestas. La presencia de Marco Enríquez-Ominami que, a través de su partido ya constituido, tiene el camino despejado para proclamar su propia candidatura, hacen que el camino se vea especialmente color de hormiga para Guillier.

Como el principal atributo de Guillier era que podía consolidarse como una poderosa amenaza contra Piñera, ahora que la lista de presidenciables de la centroizquierda se ha vuelto a engrosar y en la medida que el senador lleva ya un par de meses estancado en las encuestas, se configura un escenario en que la única competencia que realmente hay es por quién termina en segundo lugar en noviembre y se queda con la oportunidad de desafiar a Piñera en segunda vuelta.

Esa dinámica hará que los presidenciables de izquierda centren sus ataques en sus rivales inmediatos, olvidándose del presunto candidato de Chile Vamos. Es verdad que Piñera todavía debe superar el obstáculo de las primarias, donde una baja participación pudiera generar una sorpresa mayor que lo prive de la victoria o que al menos tiña esa victoria con un aire de vulnerabilidad. Pero el ex Presidente debe respirar mucho más tranquilo ahora que anticipa que los cuatro presidenciables (hasta ahora) de la centroizquierda dedicarán su energía a pegarse entre ellos en la lucha por clasificar para la segunda vuelta.

Ahora bien, la probable victoria de Piñera en la presidencial no significa que la derecha ganará también mayoría en el Congreso. La nueva ley electoral ha redibujado distritos y aumentado el número de parlamentarios. En la Cámara, el nuevo sistema proporcional disminuye las barreras de entrada para los partidos y coaliciones menores, aunque el mayor tamaño poblacional de los distritos sube el costo de las campañas. Será más difícil ahora para cualquier coalición alcanzar mayoría absoluta en la Cámara. Aunque todo depende de cuántas listas lleve cada coalición —ya que el sistema premia a la lista que recibe la primera mayoría relativa—, el escenario más probable en la Cámara anticipa que nadie tendrá mayoría absoluta.

En el Senado las cosas se ven aún más difíciles para Chile Vamos. De los 20 senadores que se mantienen hasta marzo de 2022, doce son de la Nueva Mayoría y siete de Chile Vamos (el otro es el independiente Carlos Bianchi). En noviembre se elegirán 23 senadores, en siete regiones. Para aspirar a tener mayoría, Chile Vamos deberá ganar 14 escaños, algo altamente improbable. De llegar a La Moneda, Piñera deberá buscar el apoyo de senadores DC —que pone en juego cuatro escaños en noviembre y hay tres que no van a la re-elección: Jorge Pizarro, Goic y el pro DC Pedro Araya—. Un mal resultado para el PDC en noviembre amenazaría con dejar fuera del senado a moderados como Andrés Zaldívar, Manuel Matta y los hermanos Ignacio y Patricio Walker.

Ante la posibilidad de perder La Moneda, la izquierda buscará parapetarse en el Congreso y desde ahí articular una efectiva oposición al próximo Gobierno. Desde esa perspectiva, aun sufriendo una derrota aplastante, estaría en mejor pie en 2017 de lo que quedó la derecha en 2013.

Aunque se minimicen los costos, las derrotas siempre duelen y es mejor intentar evitarlas. Pero como Guillier entiende que los partidos constituyen un pasivo electoral, su decisión de no convertirse en el líder político de su coalición imposibilitará una salida negociada a esta crisis que parece avanzar hacia una guerra civil de la centroizquierda.

Como si quisiera demostrar que no aprendieron nada de la dolorosa experiencia de la derecha en 2013, la centroizquierda chilena parece empecinada en tomar un camino de peleas internas que culminará en una aplastante derrota electoral en la presidencial de 2017. (El Líbero)

Patricio Navia

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