Adiós a Navalny

Adiós a Navalny

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En un cementerio pequeño, cubierto de nieve, en un distrito alejado del centro de Moscú, enterraron a Andrei Navalny, un héroe y mártir de la oposición rusa, muerto “súbitamente” en una prisión de “régimen especial” en Siberia. El peor enemigo político de Vladimir Putin sale convenientemente de la vista del Kremlin, un mes antes de que se realicen elecciones presidenciales con resultados previsibles.

Navalny soñó y luchó por una Rusia libre y democrática, sin importarle los riesgos. Muchos siguieron su ejemplo. Algunos han muerto, otros están en prisión y unos cuantos en el exilio.

Ser disidente en la Rusia actual es tan peligroso como lo fue en la Unión Soviética, o quizás más, porque hay métodos más sofisticados y menos pudor para esparcir el terror. Así como Navalny sufrió un atentado con novichok en 2020 y no se sabe la causa de su muerte, otros recibieron polonio 210 (Andrei Litvinenko en 2006) o venenos desconocidos, como el periodista Vladimir Kara-Murza, que sobrevivió a dos intentos (2015-2017) y ahora está en Siberia, condenado a 25 años de cárcel. Su colega Anna Politkovskaya fue víctima de un ataque simple: varios tiros a la salida de su casa, en 2006, al igual que el ex vice primer ministro Boris Nemtsov, en la afueras del Kremlin, en 2015.

Las autoridades rusas impertérritas se desligan de responsabilidad en esos incidentes. Saben que es imposible investigar qué pasó realmente.

En medio de la guerra en Ucrania, la situación de los críticos es aún más peligrosa. Las leyes contra quienes “difunden informaciones falsas sobre el ejército” o la “operación especial” son draconianas y se aplican severamente, no solo a los activistas. Aleksei Moskalev fue condenado a dos años de cárcel luego de que su hija, de 13 años, subiera a las redes un dibujo sobre Ucrania.

Pertenecer a una organización de derechos humanos es un factor de riesgo en la Rusia de Putin. La mayoría ha sido declarada “indeseable”, lo que permite enjuiciar a sus miembros. Varios de la Fundación Anticorrupción de Navalny han sido arrestados. Hay que estar alerta sobre lo que le pase a Kara-Murza. Este exasesor de Nemtsov mete mucho ruido desde la cárcel y es bien conocido en Occidente, tal como lo era Navalny. Hijo de un disidente soviético, educado en Cambridge, fue exitoso en persuadir a EE.UU. y Europa de imponer sanciones por la invasión a Ucrania, y desafía a las autoridades con declaraciones como esta: “solo me arrepiento de no haber convencido suficiente a mis compatriotas y a políticos de países democráticos del peligro que representa el régimen (de Putin) para Rusia y el mundo”.

Tras la muerte de Navalny, sabemos que provocaciones como estas cuestan caro. (El Mercurio)

Tamara Avetikian