El prolífico inversionista activista Paul Singer ha desarrollado un gran gusto por Alemania. Solo este año su fondo de cobertura Elliott Management ha revelado participaciones en la compañía de software SAP, el aproblemado grupo de salud y agricultura Bayer y la firma de avisos clasificados en línea Scout24.
Recientemente Singer ha apuntado sus dardos al directorio de Scout24 por aceptar una propuesta de compra que no consiguió el apoyo de la mayoría de los accionistas, quejándose de que la oferta era demasiado baja.
Las firmas de compra y los inversionistas activistas se han convertido en fuerzas poderosas en la Alemania corporativa. La tradicional hostilidad germana hacia el capital privado, alguna vez calificado como una «plaga de langostas» por un destacado político alemán, ha disminuido. Los volúmenes de compra de capital privado han aumentado a niveles anteriores a la crisis con ayuda de KKR, que compró una participación minoritaria en Axel Springer y la oferta de 3.400 millones de euros de Carlyle y Bain por la compañía de iluminación Osram.
A mediados de la década de 2000, Grohe, uno de los mayores fabricantes mundiales de grifos y duchas, marcó un punto negro en la participación del capital privado en la economía alemana. Desde entonces ha habido más episodios difíciles, pero la recuperación de la actividad sugiere que el daño no fue permanente.
El panorama de la Alemania corporativa también ha cambiado. Los conglomerados del país enfrentan más presión para enfocarse en sus sectores y deshacerse de activos, que están siendo adquiridos por empresas de capital privado.
Pero no es tan fácil. Alemania todavía aplica algunos obstáculos a la industria que no se usan en ninguna otra parte de Europa, uno de los cuales es el llamado «acuerdo de dominio». Este hace que las ofertas sean más difíciles de completar. Aunque el acuerdo permite a los compradores imponer instrucciones legalmente vinculantes a la administración de una compañía objetivo y obtener el control directo de los flujos de efectivo de la empresa, también confiere derechos a los demás inversionistas minoritarios que les permiten presionar por una mejor oferta. Y en eso está Elliott. (FT-DF)