Análisis político del Rechazo

Análisis político del Rechazo

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A propósito de los efectos probables del Rechazo, y frente a la tesis presidencial de convocar en el caso de este último a una nueva Convención, se ha dicho reiteradamente que ello acarrearía una incertidumbre que podría resultar dañina.

¿Será correcto sostener eso?

El acuerdo que condujo a la reforma constitucional de diciembre del año 2019 puede ser descrito como el tránsito desde la política al Derecho. En efecto, lo que por esos días estaba ocurriendo era simple política o, en otras palabras, pura contingencia. Esto último quiere decir que entonces todo, o casi todo, era posible. El acuerdo constitucional tuvo por objeto suprimir esa contingencia y disminuir la sombra del futuro, que es la tarea o la función que cumplen las reglas. Gracias a ese acuerdo el futuro se hizo predecible en el sentido que se supo en qué forma se resolvería y gestionaría el conflicto que entonces se puso de manifiesto (y cuyas causas, a los efectos de este análisis, se pueden dejar en paréntesis). Por supuesto, suprimir la contingencia no quiso decir en este caso asegurar un resultado, sino asegurar un procedimiento que hiciera legítimo el resultado, cualquiera él fuese.

Ese fue el sentido del acuerdo de diciembre del año 2019: suprimir la mera contingencia, que es, como se sabe, la tarea de las reglas.

Por eso cuando por estos días se argumenta con el propósito de dejar sin efecto esas reglas (sosteniendo, equivocadamente, que ellas establecían una obligación como las que surgen de los contratos de ejecución instantánea o única), lo que se está haciendo es abandonar el Derecho y estimulando el retorno de la política. Al hacerlo, por supuesto, se está pensando en la política como una moderada negociación, como un acuerdo entre las fuerzas políticas o los partidos y no como la política entendida como una fase agonal y conflictiva de la vida social. Pero temo que se trata de un severo error. Porque sin reglas, lo que ocurrirá estará entregado a la simple contingencia, al simple juego de fuerzas o a la mera conflictividad social.

Es un error creer que luego del plebiscito de septiembre un panorama sin reglas (con una derecha infatuada por lo que considerará su triunfo y una izquierda que insistirá en que existe el deber de contar con una nueva Carta con altas condiciones de legitimidad) es mejor que uno que las tenga y que acepte, ex ante, que de ganar el Rechazo sigue vigente el deber de componer una Constitución a través de una Convención elegida mediante las reglas permanentes convenidas en diciembre. En otras palabras, es mejor que en el escenario de que gane el Rechazo impere el Derecho en vez de la contingencia. Sostener que el poder constituyente vuelve al Congreso (porque la voluntad de la ciudadanía declarada en el plebiscito quedó sin efecto gracias al Rechazo) abrirá el espacio para la mayor de las contingencias, que es, justamente, lo que en diciembre se quiso evitar.

Quizá la derecha esté pensando que de ganar el Rechazo la contingencia le conviene porque esta vez (a diferencia de lo que ocurrió en 2019) la correlación de fuerzas la favorecerá y podrá entonces negociar alguna forma de producción constitucional similar a la de la Carta del 25 (cuando Alessandri acabó nombrando una Comisión); pero ¿están los tiempos para ello? Sebastián Piñera cometió el error de pensar que cuando ganó la segunda vez ese era un triunfo ideológico de la derecha. Ello le impidió comprender la circunstancia y estar a la altura. La derecha y los intelectuales que le son afines están induciendo a ese error, seguros de que de ganar el Rechazo la ciudadanía habrá confiado en ella y que entonces el fantasma del cambio constitucional con amplia participación se habrá esfumado. Pero es difícil que los tiempos permitan eso.

Estar a la altura de los tiempos (como sugería Trajano en la famosa carta) es de las habilidades fundamentales del político. Y ello exige en estos días aceptar que una carta constitucional es inevitable, que ella requiere condiciones de alta legitimidad, y que ello no se logrará con la tesis de que el Congreso, si gana el Rechazo, recuperará el poder constituyente. (El Mercurio Cartas)

Carlos Peña