Andrade y la Presidenta

Andrade y la Presidenta

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Acusó a la DC de “irresponsabilidad política” por generar una crisis tras la marginación del ministro del Interior, Jorge Burgos, de los preparativos del sorpresivo viaje de la Presidenta Michelle Bachelet a La Araucanía y -en respuesta- parlamentarios de ese partido pusieron en duda la ratificación del acuerdo que en marzo próximo lo pondrá como nuevo titular de la Cámara de Diputados durante 2016.

El ex presidente del PS Osvaldo Andrade, sin embargo, lejos de retirar sus dichos, los justifica señalando que se pasó a llevar la autoridad presidencial y que un problema clave del gabinete es que el ministro del Interior, Jorge Burgos, no ha asumido -hasta ahora- su rol.

¿Qué lecciones deja para la convivencia del oficialismo la crisis que generó la renuncia fallida del ministro Jorge Burgos?

Nuestro problema es que no se están procesando las diferencias, porque no hay un método para enfrentarlas. La Presidenta Bachelet invitó a un gobierno en que se plantearon reformas estructurales importantes sobre la base de un diagnóstico que compartimos todos. Para eso era menester constituir un equipo de gestión política idónea y una masa crítica que las acompañara, pero lo que hemos tenido en estos dos últimos aspectos es que las reformas, teniendo respaldo ciudadano, éste se ha ido desdibujando y la gestión de la reforma se ha hecho cada vez más compleja, y cuando eso pasa aparecen las diferencias con mayor nitidez. Como no venimos a procesar esas diferencias, los conflictos son diarios. Desde conflictos pequeños a conflictos grandes.

¿Cómo debieran procesarse estas diferencias?

Hay un déficit en la gestión política del gobierno y hay un déficit en la gestión política de los partidos. Y, por cierto, con mayor razón, en la conversación entre ambos segmentos. Ese es un problema grave, porque se nos ha olvidado que la Presidenta es Jefa de Estado, Jefa de Gobierno y, también, es la líder de la coalición, y este último aspecto, que ella no lo puede ejercer, por una razón obvia, lo tiene que ejercer alguien por ella, y ese es el jefe de gabinete. Y ese rol no se está ejerciendo.

Una de las quejas recurrentes de la DC es la falta de empoderamiento del ministro Burgos…

Eso es un invento. Tuve la posibilidad de ser ministro de la misma Presidenta y había dificultades, pero ningún ministro podría haber dicho que no se sentía empoderado. A uno lo empoderan el día en que le firman el decreto. No puedes estar insinuando que todos los días te digan lo que tienes que hacer o respalden lo que tienes que hacer. Tú tienes que hacer. Si cometes un error, tu jefa te va a reprender, pero no puedes estar esperando todos los días que esto suceda, porque terminas tú mismo inmovilizándote, y lo que no le puede pasar a un ministro es que lo reprendan por no hacer. Eso ha pasado

Hay un déficit del propio ministro más que una falta de empoderamiento…

Hay un déficit de asumir la tarea, entonces anda todo el mundo pensando en que fulano tal está enojado o está taimado…, o sea, ese es el debate, en circunstancias que éste debiera ser “está haciendo la pega, la está haciendo bien, la está haciendo mal”, pero la está haciendo. Cuando tuve dificultades en el gobierno de la Presidenta Bachelet con el ministro de Hacienda, que fueron públicas, las dificultades eran de tal envergadura que no teníamos acuerdo, entonces íbamos donde la Presidenta y exponíamos los puntos de vista y ella tomaba una decisión. A veces se inclinaba para allá, otras veces hacia acá. Otras veces decía que esto no es de la envergadura de la Presidenta, resuélvanlo ustedes.

Ha señalado que se empujó una crisis cuando no la ameritaba. ¿Por qué razón?

Las conductas fueron desproporcionadas. Esto se inició con un error grave. No me interesa saber dónde se inició, porque no es mi función andar en esa pesquisa, pero lo peor que puede pasar es que ese error uno lo perfeccione. Es un error que se podría haber resuelto y terminó siendo un hecho político que casi culmina en crisis. Ese no es el método para resolver nuestras diferencias.

¿Se pasó a llevar la autoridad presidencial?

Hubo un momento en que se transgredió un principio básico de respeto a la Primera Magistratura.

¿Lo hizo el ministro Burgos, la DC?

No estoy por volver al tema ni reabrirlo, pero quisiera explicarlo de la siguiente manera. Las cosas que personalmente dije, de cierta dureza, tuvieron que ver con una constatación. Me pareció que se traspasó el límite de respeto a la Presidenta y por eso reaccioné como reaccioné. Y lo voy a seguir haciendo.

¿Cree que la DC apostó a construir un candidato presidencial? 

No creo que haya sido parte de un diseño. Burgos es un tipo valioso. Lo que le pido es que haga lo que se espera de él. Se lo he dicho. Le he dicho, además, que estamos dispuestos a ayudarlo. Es un error pensar que hay que respaldarlo: hay que respaldarlo para que haga cosas, no para que se sienta bien. O sea, no estoy por hacerle cariño a Burgos, estoy por ayudarlo a que haga su pega. Es mi mejor manera de hacerle cariño.

La instancia para procesar las diferencias ha sido tradicionalmente el comité político. ¿Por qué ahora no es suficiente? 

Nunca he creído que sólo el comité político es suficiente. La experiencia indica que, junto con el comité político, hay también otro conjunto de conversaciones que se tienen que realizar. Lo digo desde otra experiencia: la construcción de la Nueva Mayoría se generó en muchas instancias formales de conversación de los presidentes de los partidos, pero hubo más instancias informales con el propósito de que las cosas fueran más pacíficas. En los cuatro años en que se construyó la Nueva Mayoría puedo garantizar que tuve más reuniones informales que formales.

¿Qué pasó que se perdió esa práctica? 

El error que se cometió, entre otros, es que la profundidad del proceso de cambio que se le prometió a Chile necesitaba de una gestión política idónea y se le encargó a una generación política que no dio el ancho.

¿Se refiere a la apuesta de la Presidenta por su primer gabinete? ¿Al ex ministro Peñailillo? 

No quiero personificarlo, porque sería odioso. Lo que quiero decir es que la Presidenta hizo un gesto: ‘Voy a hacer un proceso de cambio y para eso necesito nuevos rostros’. Pero ellos como generación política no dieron el ancho. Y no lo dieron por una cuestión concreta: el grado de complejidad que tenían entre ellos era horroroso. Si hay algo que se le puede adjudicar a la generación política anterior es que teniendo diferencias atroces y una historia traumática lograron sortear esta situación por un propósito común.

Esta discusión ya es un clásico en el oficialismo. ¿Propone el retorno de la vieja guardia? 

Eso no es posible, porque no hay condiciones políticas para eso, pero eso no quita que se cometió un error de voluntarismo.

De la Presidenta…

Es que, más que la Presidenta, fue un momento histórico. Era inevitable esta decisión. Había una crítica tan brutal a la Concertación, con algunas buenas razones, que se propuso que hacer un cambio profundo con los antiguos rostros no era fácil. Pero creo que se podría haber combinado de mejor manera.

La propia nominación de Burgos hace ya ocho meses era hacer esa combinación y de igual manera se generó la crisis… 

No hay que olvidar que un factor detonante en el cambio de gabinete fue el caso Soquimich. O sea, aquí hay una perfección política que veníamos pidiendo, pero también hay un detonante, que es  exógeno, no fue por convicción.

“Hay que hacerse cargo del desprestigio”

Usted va a asumir la presidencia de la Cámara en marzo próximo. ¿Cuál es su principal desafío? 

Lo primero es que el Parlamento se tiene que hacer cargo de su prestigio. O sea, es insostenible un Parlamento en que la noticia mensual es un problema.

¿Cómo se prestigia? 

Este año es el de las manos limpias. Y eso hay que demostrarlo en hechos, no en declaraciones. Voy a insistir en que no deben ir a la repostulación quienes aparecen involucrados en irregularidades de financiamiento electoral.

 ¿Aunque no exista condena judicial que los inhabilite?

El Ministerio Público está haciendo su pega y los partidos tienen que hacer la propia. La desfachatez más grande es decir que voy a tomar decisiones después que los tribunales se pronuncien, porque éstos no hacen reproches éticos: hacen reproches penales sobre la base de comisión de delitos. Si es una irregularidad que no es constitutiva de delito, el tribunal no va a hacerse cargo de ella, pero sigue siendo una irregularidad. También me parece mala esta teoría de que como no hay enriquecimiento personal…

El dictamen del TS de la UDI sobre Jovino Novoa…

Me parece horroroso, porque significa que aquí es Robin Hood. No importa lo que haga. Hay que perdonarlo y celebrarlo. Con esa lógica vamos a terminar condecorando a las personas. ¡Mira la lección que nos han dado los empresarios!

Es de los que piensan que los empresarios han enfrentado mejor su crisis de imagen…

Por lo menos lo han verbalizado de mejor manera. O sea, al señor Eliodoro Matte lo sacaron de la CPC. Salvo el PS, ¿quién ha hecho lo mismo con algún militante? O sea, discúlpame, mientras la CPC saca a Matte, a propósito de la colusión, la UDI respalda a Jovino. Esas son las dos polaridades.

¿Cree que entre sus pares hay conciencia del grado de desprestigio que tienen?

Hay plena conciencia. Lo que no hay necesariamente es un camino de salida. ¿Qué otras acciones se deben tomar para revertir esa imagen?

Hay que mostrarle a la ciudadanía lo que hace el Parlamento. La ciudadanía tiene la noción de que el Parlamento es una cofradía cerrada, un recinto donde se encierran unas personas aparentemente a hacer leyes, que ganan mucho dinero y donde, además, se goza de un conjunto de privilegios. Reconozco que hemos colaborado para generar esa imagen, y yo estoy por abrir esto: que mucha gente venga a vernos y que nosotros vayamos a ver a mucha gente. Estoy porque el Parlamento se instale un fin de semana en una región; que las comisiones hagan su pega allá; que venga mucha gente para acá y le contamos lo que hacemos y se lo mostramos. Como no se sabe qué hacemos, lo único que se genera es una crítica de lo que hacemos. Y lo tercero, que es un tema ya más vinculado con lo que yo planeo, que es lo que creo que el presidente de la Cámara, que es la tercera autoridad formal del país, y pareciera ser la cuarta autoridad protocolar, tiene que jugar un rol en la política.

¿En qué está pensando?

El sistema político chileno tiene un problema grave de conducción. Esto no es sólo una responsabilidad de la Presidenta, también lo es, pero no es sólo su responsabilidad. Las autoridades tenemos que ponernos de acuerdo en eso. Esto no sólo tiene que ver con una correcta relación del Parlamento con el Ejecutivo para la tramitación de proyectos de ley, que es una parte, y en eso hay que fijar un buen método. Creo que el presidente del Senado y el presidente de la Cámara tienen que ser factores de conducción política también. No sólo desde su rol legislativo, sino que de su rol de autoridad político-institucional. O sea, creo que hay que acercarse a la Presidenta y decirle: “¿Cómo colaboramos con la gestión del país? ¿Cómo colaboramos, por ejemplo, con el tema de Bolivia y cómo nosotros, desde nuestro rol, hacemos algo al respecto? Y así como eso, mil ejemplos más.

 ¿Falta presencia de los ministros en el Parlamento?

Los ministros vienen harto al Parlamento. Hay un problema de eficacia. Falta una mayor presencia de los ministros desde el punto de vista del ordenamiento general de los procesos. Hay que replicar lo del comité político los días lunes con los jefes de bancadas, etc., acá, y ahí voy a la otra parte, porque tampoco hay un ordenamiento aquí en el Parlamento. Esto no es sólo responsabilidad de los ministros, también los partidos tienen que tener una cierta capacidad de ordenar sus bancadas y eso tampoco ocurre. No les pidamos a los ministros que hagan una pega que claramente no les corresponde. De la doble ausencia se produce un problema.

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