Araucanía: No ha fracasado la “derecha”

Araucanía: No ha fracasado la “derecha”

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De manera gruesa, quienes se sienten identificados desde el centro hacia la derecha, pertenecen a tres grandes facciones. Primero, los que creen en las leyes, la autoridad y el orden. Segundo, los “liberales” (clásicos), quienes creen en la creatividad y energía de las personas, amantes de la libertad que prefieren una menor intervención del Estado. Y tercero, los “conservadores”, quienes pueden ser representados por su defensa de la familia, la vida y las tradiciones. Demás está decir que cada partido y la izquierda en general también pueden ser analizadas con un modelo similar.

¿Gobiernan estas ideas en la Araucanía? Veamos.

Primero. La situación de la Araucanía no es una en que “convivan” plenamente la Constitución con la violencia terrorista. Así como ocurre en zonas tribales de Pakistán, en la región existen lugares en que no rigen nuestras leyes. Manda el jefe del “clan”. Temucuicui es un ejemplo donde el Estado no llega. Si desaparecen animales, autos o madera, perfectamente pueden ser llevados a ese lugar para su posterior venta por partes. El actual gobierno chileno no sólo lo tolera, sino que lo financia. Quizás le sorprenderá saber que algunos de sus miembros reciben sueldos mensuales para trabajos que deben realizarse… dentro de sus terrenos, o sea, sin fiscalización posible. Ciudadanos de ese lugar fueron sorprendidos hace algunas semanas bajo toque de queda, borrachos, en un auto presumiblemente robado y manejado por un menor. Con todo, no fueron detenidos. Lo que es intolerable para una amplia facción del sector no es la ocurrencia de estos hechos, sino la reacción (o falta de) del gobierno.

Segundo. El tamaño del Estado en la Araucanía es varias veces mayor a la actividad privada. La violencia, falta de estímulos, y nulo celo con el cual se defiende la propiedad privada han hecho de la Araucanía un terreno rugoso para que emprendedores y empresarios generen empleos y producción. La Araucanía entera depende del Estado y de la noción de justicia que tengan políticos con asiento e intereses en Santiago. Por ejemplo, el fondo de tierras indígena es menor, pero comparable en tamaño, al total de los fondos de decisión regional. A la “huasería rural”, igualmente vulnerable, se le discrimina como si fueran culpables de la historia, violando de manera grosera la idea de igualdad de oportunidades. En materia de libertad, justicia y tamaño del Estado, no ha existido diferencia significativa entre gobiernos socialistas y de ChileVamos.

Tercero. Si algo caracteriza a los “conservadores”, es su preocupación por el más débil representado en el que está por nacer, en el menor frente al interés del Estado, y en las víctimas de la delincuencia y terrorismo. La Fiscalía y la Justicia tienen una gran responsabilidad en el terror que viven miles de familias en la Araucanía. Pero no son responsables de que sigan sin ningún apoyo social razonable, ni reparación económica alguna. El mundo conservador de la región no sólo abandona al gobierno y ChileVamos por su falta de decisión en la defensa de sus valores, sino por su falta de preocupación por los que sufren.

Al gobierno sólo le queda el apoyo a quienes se identifican tribalmente con el sector. Cosa que respeto. Pero afirmo con claridad que quienes defendemos la libertad, la familia y el estado de derecho no podemos aceptar que nos carguen el muerto que representa el resultado de las políticas que se han implementado en la Araucanía.

La efectividad de las ideas de derecha en la Araucanía deberá medirse cuando llegue un gobierno que las aplique. (El Líbero)

Rojo Edwards

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