Arriagada augura negro futuro para la centro izquierda y critica a partidos

Arriagada augura negro futuro para la centro izquierda y critica a partidos

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Genaro Arriagada, ex ministro demócrata cristiano, comienza su columna, publicada en La Tercera, haciendo el siguiente diagnóstico: estamos viviendo tiempos revueltos. «Todo apunta a una coyuntura incierta. Los partidos y coaliciones en descrédito. La confianza en la democracia en su punto más bajo», escribe, agregando que hoy, en el contexto de una profunda crisis de confianza y desprestigio de la credibilidad política, «nadie supera el 45% de valoración positiva».

Ante la pregunta sobre cuál es el escenario de la próxima elección presidencial, Arriagada describe «uno, no el más probable, pero no descartable. Su referente es “el síndrome socialista de 1969”. En esa época Salvador Allende era el líder más potente en toda la izquierda, por lejos su mayor figura nacional y también en la base del PS. Pero no en la dirigencia socialista, que se negaba a nominarlo candidato presidencial. En este cuadro se hizo una consulta, en agosto de 1969, a los dirigentes intermedios, donde una clara mayoría de los plenos regionales se inclinó a su favor. Por tanto, el comité central, constituido por 31 miembros, se vio obligado a pronunciarse y el resultado fue 12 votos para Allende y 13 abstenciones. Salvador Allende fue proclamado -¡En su partido!-  con más abstenciones que apoyos».

Arriagada siente el retorno del «síndrome socialista», que según él provoca que «los lotes partidarios» se embarquen en una lucha donde no son capaces de mirar más allá de su propia facción, ajenos a lo que pasa en la coalición y en el país. «En su ceguera, piensan que el comité central de 107 miembros, dividido en cinco corrientes donde ninguna tiene más de 30 votos, tiene la  llave que abre las puertas de La Moneda. Deciden no apoyar a Lagos, que suponemos ya ha sido proclamado por el PPD, quien, con razón, dado que no están las condiciones para su candidatura, se retira de la contienda».

Agrega: «El PS entonces exige una primaria vinculante en la que presenta al candidato que el comité central eligió “con más abstenciones que apoyos”. El PPD, entre quebrado y ofendido, se niega, y proclama su candidato a la primera vuelta. La DC, a su vez, rechaza una primaria (a la que acudirán a votar no sólo militantes de todos los partidos de izquierda, de dentro y fuera de la NM, sino de las organizaciones sociales que le son afines) pues sabe que su participación, además de condenada al fracaso, sólo tendrá como efecto unir a la izquierda en su contra. Lo que sigue se puede suponer: el centro y la izquierda continúan estallando, como una bomba racimo, agregando nuevas candidaturas al festival de la fragmentación en que se transforma la primera vuelta».

El hombre que fue jefe de campaña de Ricardo Lagos en las elecciones de 1999 cree que la coalición, al estar ya debilitada por los bajos niveles de aprobación, «le agregan ahora un sistema de nominación de su abanderado plagado de errores. La irresponsabilidad encuentra su más reciente excusa. Los dirigentes políticos pueden enfrascarse en una lucha de rencores y descalificaciones (incluidas alusiones a O´Higgins), caer en el desvarío de que en una reunión de cien personas pueden decidir la historia y todo ello sin preocuparse pues luego una “primaria vinculante”-  su más reciente fe- como una pócima milagrosa, vendrá a sanar todas las heridas, a soldar todas las fracturas, a perdonar todos los agravios y a lograr la unidad que ellos, por años, se esmeraron en destruir.  Nada de qué preocuparse en esta política de tiempos revueltos».

 

El Mostrador/Agencias

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