«Creo que el capitalismo no es un modelo, es una realidad en la cual el mundo completo está inserto. La economía China, la americana y la chilena no es una excepción», dijo el presidente de la Sociedad de Fomento Fabril (Sofofa), Bernardo Larraín, en medio del debate abierto a nivel mundial sobre la necesidad de introducir cambios al sistema.
El tema fue uno de los principales durante la última cita anual de los banqueros centrales del mundo, en donde se abordó el peligro que representan los grandes monopolios globales y la falta de competencia, hechos que a juicio de esas autoridades está haciendo que el modelo entre en crisis, a diez años del colapso provocado por las hipotecas subprime.
Así lo explicó el analista financiero chileno, Axel Christensen, quien sostuvo que si bien la mayoría de los países se recuperó de ese impacto, en ellos no se ha reflexionado sobre la necesidad de repensar el sistema. «Nos farreamos la oportunidad de repensar el modelo capitalista y atender por qué produce tanta desigualdad y malestar contra las elites», dijo.
En ese contexto, subrayó que «somos poco críticos respecto a nuestro especial modelo de desarrollo capitalista, donde nos gusta la competencia, pero en el patio de al lado (…) Creo que el capitalismo y la élite que lo ha dirigido en el mundo están en crisis. En Chile con mayor notoriedad, por el tamaño de nuestro mercado y lo cercana de las redes de las élite«.
Ante esa discusión, en entrevista con Emol, el líder de la Sofofa planteó una visión más optimista sobre el sistema y recalcó que si bien hay que generar mecanismos para expandir sus beneficios a más personas, «no hablaría de un modelo que hay que reajustar».
«Por supuesto que en este entorno de un mercado global, integrado, capitalista, tenemos que procurar que todos estén en el carro de los beneficiados por el capitalismo y eso es un desafío que tiene la política pública y la empresa. Hoy hablábamos de incorporación de mujeres, que tiene relación con eso», indicó.
Según Larraín, «quizás en el fondo se produjo con ocasión de la crisis internacional de 2008 una visibilización de que el capitalismo estaba beneficiando a algunos y no a todos, a pesar de que toda la superación de pobreza que ha habido en las últimas décadas en el mundo es completamente inédita en la historia de la humanidad».
«Eso ha ocurrido en la mitad de un modelo integrado, global y capitalista. Por lo tanto, ahora el mismo éxito del capitalismo es lo que nos impone nuevos desafíos, incluir a mujeres, a jóvenes, a los sectores más vulnerables, que a ratos se sienten excluidos del capitalismo. Esa es mi reflexión», aseveró.
—¿Está en crisis el capitalismo, como advierten autoridades y expertos?
—»Ayer estuve en una presentación del libro de Patricio Fernández, el ex director del The Clinic, sobre Cuba, y él decía que le parece un poquito voluntarista seguir diciendo que el capitalismo está en crisis. ¿Y por qué lo decía? Porque es una realidad objetiva que el mundo del siglo XXI está en un sistema capitalista, globalizado e integrado». «Ahora, eso no implica que no haya que enfrentar desafíos relevantes y que el rol del Estado no sea fundamental en ello. Es muy importante también la propia actividad empresarial, en forma voluntaria y proactiva. En el fondo, los desafíos que tenemos para el futuro no dicen relación con cambiar un modelo, ese sueño resultó fracasado en la Guerra Fría».
«Entonces, en este mundo en el que estamos inmersos puedes tener dos opciones: o te subes al carro o quedas fuera del carro. Ahora, ese carro no es perfecto, requiere correcciones, enfrentar desafíos con decisión, por ejemplo que la economía chilena tenga ojalá 20 casos como el de Cornershop. Para eso hay que trabajar sistemáticamente».
—¿Ve falta de competencia y exceso de concentración en Chile?
—»El primer deber de alguien que es partidario del capitalismo es que haya mucha competencia y bajas barreras de entrada. Muchas veces se dice que en Chile hay poca competencia porque hay pocos actores en cada mercado. Cuando hay mercados pequeños, no es extraño que hayan pocas empresas abasteciendo ese mercado». «Lo relevante es que siempre hayan empresas nuevas que potencialmente puedan entrar y para ello es fundamental que las barreras de entrada sean bajas. Hay mercados en que pueden haber dos actores que son más competitivos que un mercado en el que pueden haber 200 actores, como en el caso de los notarios».
—¿Cómo puede colaborar el empresariado en promover la competencia en un mercado pequeño como el chileno?
—»Hay desafíos regulatorios y otros propios del mundo empresarial. Entre los primeros, creo que por ejemplo hay que hacerle la vida más fácil a la empresa que quiere crecer, una empresa pequeña que quiere duplicar su tamaño. Porque es esa empresa la que le va a competir a la grande que está tranquila y consolidada». «¿Y cómo se le facilita la vida desde el punto de vista regulatorio? ¿Qué es lo que pide una empresa que quiere crecer? Pide que en el camino al crecimiento pueda reinvertir las utilidades que ese mismo negocio genera en ese crecimiento y para eso requiere de una estructura tributaria competitiva».
«¿Qué otra cosa piden? Flexibilidad laboral, porque el camino al crecimiento es con altos y bajos y una empresa que está en ese camino tiene que contratar personas con horario parcial, tiene que de repente hacer un ajuste, de pronto subirlo. Entonces, la flexibilidad no es un capricho del mundo empresarial, es una demanda de las economías del siglo XXI». «Y también tenemos un desafío como mundo empresarial. Por ejemplo, en el pago oportuno: creo que las grandes empresas tienen que procurar que sus proveedores tengan una visión muy positiva de ellas, eso es en su beneficio. Que paguen oportunamente debiera ser no solamente un deber ético, sino que también algo que les conviene”.
LA TENSIÓN QUE DIFICULTA LA LLEGADA AL DESARROLLO
— Qué opinión tiene del análisis que The Economist realizó de la economía chilena, qué es lo que le falta para no caer en la trampa de los países de ingreso medio?
—»Hay que hacer modernizaciones institucionales regulatorias estructurales. Hablo de la reforma tributaria, de una modernización laboral. Nosotros planteamos como Sofofa cinco modernizaciones estructurales regulatorias para subir el crecimiento potencial en el largo plazo». «Primero, una modernización tributaria, segundo, un sistema laboral que incorpore la palabra flexibilidad, sin temor. Porque algunos ven flexibilidad como sinónimo de fragilidad laboral y eso no es así y hay que procurar que no sea así. Tercero, modernizar el proceso para aprobar los proyectos de inversión«. «Cuarto, modernizar el proceso para diseñar políticas públicas. Tiene que haber una institucionalidad que procure que la formulación, diseño y evaluación se haga con un alto estándar. Quinto, hay que mejorar la calidad regulatoria, fortalecer el valor de las concesiones, que tiene que tener estabilidad y seguridad para incentivar la inversión».
—¿Cómo ve al Gobierno trabajando en esas tareas y a la clase política en general?
—»El programa de gobierno contempla modernizaciones relevantes. A estas cinco que mencione se suma una que es un gran paraguas que las supera, que es modernizar nuestro Estado, cosa que está en el programa y el Presidente tomó esa agenda. Hay una comisión permanente que ya va a presentar sus principales conclusiones y propuestas». «Por lo tanto, este Gobierno ha tomado la bandera de las modernizaciones estructurales, pero es difícil procesarlas en el parlamento (…) Entonces, lo que yo esperaría de los sectores políticos es que más allá de criticar la modificación tributaria, es decir cuáles son sus planteamientos pro crecimiento». «Todos los sectores políticos han dicho que hay que volver a poner el crecimiento en el centro de la discusión. Bueno, sean coherentes con eso y digan que pueden ser distintos instrumentos, no hay que enamorarse de uno.
El Gobierno puso sus cartas en la mesa, nosotros también, sería bueno que todos dijeran cuál es su planteamiento tributario para reactivar la inversión, más allá de que también estén buscando un objetivo de recaudación».
—¿Está muy lejano el sueño de ser un país desarrollado, como dice The Economist?
—»Yo creo que Chile es un país que tiene una fuerza y las bases institucionales para lograrlo. Tiene un proceso político complejo, porque no hay mayoría en el parlamento desde el punto de vista de este gobierno, e incluso cuando la tenía un gobierno como el pasado, igual es difícil sacar adelante reformas, porque hay actores sociales participando». «Por lo tanto, no quiero simplificar el desafío, es muy complejo y es responsabilidad de todos los sectores políticos, del mundo empresarial. Pero creo que tenemos la posibilidad potencial, no tengo ninguna duda, no hay ninguna razón para que no podamos llegar a ser un país desarrollado en los próximos diez años«. (Emol)