Bajo crecimiento mundial y crisis de liderazgo-Sergio Lehmann

Bajo crecimiento mundial y crisis de liderazgo-Sergio Lehmann

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La capacidad de crecimiento económico del mundo se ha reducido. Más allá de las cifras más bien decepcionantes de Estados Unidos, la debilidad de Europa, el estancamiento crónico de Japón y las bajas cifras de actividad en países emergentes, se distinguen factores estructurales que inciden en este pobre desempeño. Ellos se relacionan con el envejecimiento de la población, la menor productividad y la baja inversión. Esto último ha venido de la mano con menores niveles de confianza y mayor incertidumbre global, detrás de lo que se identifica una notable falta de liderazgo.

De manera transversal se advierte un vacío en la definición de lineamientos claros que refuercen el desarrollo económico. Para avanzar en este ámbito se requiere del diseño e implementación de políticas que eleven la competitividad de las economías y que de forma balanceada y bien focalizada se avance en materias sociales. En Europa, el fenómeno de débiles liderazgos se reconoce en el sorpresivo resultado del referéndum por el Brexit en el Reino Unido, la dificultad en España para conformar gobierno, la debilidad del gobierno francés y el fortalecimiento de partidos nacionalistas en Italia, Holanda y Austria, entre otros. En Estados Unidos, una figura como Trump, con un fuerte discurso anti-globalización y anti-inmigrante, aún sin un plan de gobierno bien articulado, logra cautivar amplias audiencias. Esto es reflejo del mismo fenómeno. En América Latina, si bien se observan algunas mejoras en lo más reciente, las figuras políticas se encuentran extremadamente debilitadas.

Además de la caída en la inversión global por la menor confianza y alta incertidumbre, vemos que la productividad se ha desacelerado de forma importante. Se ha ido perdiendo el impulso que se manifestó con fuerza desde fines de los 90 hasta hoy en materia de tecnología, redes de comunicación y administración de datos. En la historia moderna se identifican antes de eso otros dos saltos cuánticos de productividad. El primero de ellos, hacia fines del siglo XVIII en Inglaterra, está dado por la revolución industrial, en donde la máquina de vapor conlleva un aumento exponencial en la productividad. El segundo, casi 100 años después, hacia 1870, lo representa la invención del motor eléctrico en Alemania. La revolución tecnológica que hoy día vivimos tardó otros cien años en materializarse en toda su magnitud ¿Habrá que esperar otro siglo para ver un nuevo salto en la productividad mundial? Más allá del área o lugar en que ello se genere, el desafío que significa alcanzar prontamente este objetivo exige líderes que entreguen las herramientas necesarias y refuercen el marco científico y creativo.

Chile debe tomar nota de esta compleja situación mundial. Los lineamientos en materia de políticas, deben ser claros y contundentes, yendo efectivamente en la búsqueda de una mayor competitividad y desarrollo social. Ciertamente en esto estamos al debe. Asimismo, los líderes políticos, académicos y empresariales deben focalizarse en generar los espacios para fortalecer la innovación y elevar la productividad. De otra manera, seguiremos marcando el paso en materia de crecimiento, tanto a nivel local como global. (DF)

Sergio Lehmann

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