«Bolivia tiene una gran riqueza que son sus bosques. Nosotros tenemos casi el 70% del territorio cubierto por esta vegetación, y hay lugares en la zona amazónica donde puedes recorrer una hora sin encontrar un ser humano. También tenemos la dicha de comer pescados de río. La vida en los ríos es un indicador de que estás cuidando el medio ambiente».
Sentado en la terraza de su casa, un recinto en Santa Cruz de la Sierra rodeado de ventanales y plantas, el ex ministro de Desarrollo Sostenible, Gustavo Pedraza, parece querer recorrer con la mente los 2 millones y medio de hectáreas de bosques tropicales certificados que tenía que cuidar hace trece años.
Entonces era parte del gobierno de Carlos Mesa, uno de los ex presidentes bolivianos que forma parte de la delegación que esta semana viajó hasta la Corte Internacional de Justicia de La Haya para escuchar los alegatos por la demanda marítima de Evo Morales.
«Éramos el país que tenía más bosques tropicales certificados del mundo. ¡Teníamos más que Brasil! Podíamos exportar madera a Europa y a los países más exigentes con el sello verde», cuenta.
Pero la expresión de su rostro se endurece: «Ahora no tenemos ninguna hectárea», afirma. Y empieza a contar la historia.
MINISTERIO QUE DESAPARECIÓ
El puesto que ocupó Pedraza entre 2004 y 2005, hoy no lo ocupa nadie. El Ministerio de Desarrollo Sostenible y Planificación fue creado en el cuarto gobierno de Víctor Paz Estenssoro, a mediados de la década de los ‘80.
«Bolivia fue uno de los primeros países del mundo en crearlo, y era el ministerio responsable de que todos los procesos de explotación de la tierra cumplieran las normas ambientales, para que se mitigue el impacto del aparato de la economía en el medio ambiente», explica Pedraza.
Y revela la razón para la aparente vacancia: el ministerio ya no existe. «Para pena nuestra, cuando este Gobierno asume, divide la atribuciones en diferentes entidades: le da a un hemisferio el tema de la tierra, a otro el agua, y a otro el forestal», cuenta.
«Personalmente creo que fue un error. En nuestra gestión éramos cabeza, estaba todo el sistema del Estado boliviano respecto al desarrollo sostenible bajo nosotros. Y ahora la realidad está clara», agrega.
Aquello de lo que habla el ex ministro, «la realidad», está en los archivos de prensa: Un artículo de septiembre de 2004 de la revista especializada Lignum lleva como título «Bolivia lidera el ránking mundial en bosques certificados FSC». Otro, del medio Eju, diez años después: «Bolivia pierde liderazgo: Bosques certificados disminuyeron en 50%». Por último, una nota de principios de 2017 de la Cámara Forestal de Bolivia: «Bolivia ocupa 7° lugar en ranking de países con pérdida de áreas forestales».
En la página web de FSC en Bolivia, el sitio señala que, en septiembre de 2017, el país contaba con 981,862 hectáreas de bosques naturales tropicales con certificación, pero Pedraza señala que los datos están desactualizados y que, a la fecha, todas las hectáreas se perdieron.
Acusa, además, que el sector forestal ha disminuido su fuerza. «Chile tiene casi solamente bosques de pino, y exporta mucho más que nosotros. Antes exportábamos cerca de 170 millones de dólares. Ahora estamos exportando 35 o 37 millones, e importando cerca de 60», expone.
«Teniendo casi 50 millones de hectáreas de bosque nativo, tenemos déficit. Mira esa paradoja», dice.
BOSQUES EN PELIGRO
«Históricamente hemos tenido políticas públicas de protección de bosques muy rigurosas y eso nos permitió tener un buen posicionamiento a nivel internacional, como un país cuidadoso de sus bosques y de sus ríos», se remonta Pedraza.
En todo el mundo existen 112 ecosistemas de áreas naturales protegidas, y 66 de ellos están en Bolivia. El país cuenta con más de 60 áreas protegidas y más de 182 mil kilómetros cuadrados de parques nacionales. La certificación FSC (Forest Stewarship Council), en cambio, es más específica que la protección estatal regular.
Los productos forestal que cuentan con la certificación FSC cuentan con la garantía de que su origen está en bosques manejados sosteniblemente, que ayudan a combatir la tala ilegal y a preservar ecosistemas y diversidad biológica, además de apoyar el sustento económico de poblaciones rurales o indígenas.
«Nosotros tenemos apenas 10 millones de hectáreas de Amazonía pura, y progresivamente se han ido poblando y deforestando. Los índices de deforestación subieron considerablemente con el gobierno de Evo Morales, sólo basta mirar las fotos satelitales de hace 13 años. El desplazamiento de familias al corazón de la Amazonía fue una política pública», asegura Pedraza.
Para ejemplificar, el ex ministro comparte un dato: Durante el gobierno de Mesa, el trámite más simple para deforestar permitía un máximo de 5 hectáreas. «Ahora, con el mismo trámite administrativo, puedes deforestar 20. Se ha facilitado el trámite para tumbar bosques», cuenta.
Los medios locales, como Eju, también añaden otras causas: las invasiones territoriales de campesinos, colonos y piratas, que hicieron «insostenible el manejo forestal de largo plazo».
DEFENSA DE LOS ÁRBOLES
En Bolivia, la sigla TIPNIS no significa solamente Territorio Indígena y Parque Nacional Isiboro-Secure, sino también una de las movilizaciones ciudadanas más grandes de la década. Ubicado en los departamentos de Beni y Cochabamba, el parque recibió en 2010 el anuncio de la construcción de una carretera que lo atravesaría directamente.
«Pero la sociedad civil y los pueblos indígenas se opusieron y en 2011 hubo una marcha muy, muy famosa. El Gobierno tuvo que parar, incluso sacaron una ley prohibiendo que se haga alguna actividad ahí. Pero sin hacer ruido, e incumpliendo el compromiso, se ha ido avanzando en la construcción de puentes y carreteras», cuenta Pedraza.
«La Constitución es rigurosa en la protección de territorios indígenas y áreas protegidas, pero la acción del Gobierno es muy desarreglada y absolutamente irrespetuosa de la norma, tanto en el campo ambiental como en el de los territorios indígenas», añade.
Aunque hace un matiz, y asegura que la situación podría ser más compleja. «La sociedad ha asumido una posición muy activa. Las prioridades de las nuevas generaciones están con la defensa del medio ambiente, los derechos de los animales, los árboles, el agua», relata.
En Santa Cruz tienen su propia causa: La construcción del puente Urubó Village, de 131 metros y que se pronto lanzará una licitación internacional para su realización. Se trata de un puente «atirantado», que pretende ser uno de los más grandes de su tipo en el país. El proyecto afectaría un cordón ecológico que rodea la ciudad en la parte oeste.
AMENAZA DEL FUEGO
Otro peligro que enfrentan anualmente los bosques, al igual que en Chile, es el de los incendios forestales. La diferencia es que Pedraza puede establecer de manera muy precisa la causa. «La deforestación siempre termina en quema, para vaciar el terreno y poder usarlo después», cuenta.
Los incendios aparecen normalmente entre octubre y noviembre, después de los meses de deforestación que son junio, julio y agosto. «Todos los años se incendia porque alguien quema lo desforestado y se le descontrola, y esa quema avanza, avanza y no para. La fauna muere, y el fuego es tanto que no se puede apagar», afirma.
Dice que los bomberos «ni siquiera van» a intentar controlar las llamas, porque saben que «es una tarea imposible». «No tenemos capacidad técnica, aviones cisternas, nada, y los incendios son tan gigantescos que no les haríamos nada. Lo único que hacemos es esperar a que llueva», reconoce.
Los bosques nativos no son lo único que se quema por motivos «prácticos». «También se incendia la caña de azúcar, porque la que está en mal estado se corta a mano, y si se hace en su estado natural hay que pelarla, sacarle la hojarasca seca, es un trabajo muy difícil. Pero si la queman, es más fácil», dice.
«Estamos perdiendo biomasa y contaminando. Todo ese humo, ese dióxido de carbono de la quema de los árboles, te cubre todo. Hay uno o dos meses donde sólo se ve una nube espesa de humo y no el sol. El impacto es brutal», añade Pedraza.
Y cuenta también que el agua es otro elemento que escasea, y que hace un año hubo una crisis de suministro en La Paz derivado de una sequía. «Hay riesgo de carencia de agua en todo el país, porque no se saca del subsuelo sino del agua que se acumula en lagunas y hielos», comenta.
Y Gustavo Pedraza —ex ministro de Desarrollo Sostenible, consultor para el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) en Bolivia y otros países de la región, y profesor universitario— vuelve a fijar su mirada en los árboles, aunque no se ven desde su terraza.
«Los bosques son fábricas de agua. Si queremos preservar el agua dulce de consumo humano, tenemos que preservar los bosques. Si echamos abajo mucho bosques, estamos privándonos de tener agua segura en el futuro. Tenemos que tomar consciencia: tumbar un árbol tiene un costo. No tenemos otra alternativa que cuidar los bosques». (Emol)