Premunidos de estudios, focus y ganas, los creativos de la campaña por el “a favor” en el pasado plebiscito constitucional hicieron circular una pegajosa frase: “Boric vota en contra, Chile vota a favor”, que se repetía múltiples veces, siguiendo la vieja máxima publicitaria que sugiere que repetición es recordación.
La intención de la campaña era tan evidente como su texto, hacer del rechazo a Boric un voto a favor de la propuesta constituyente, doblándole así la mano a la baja adhesión que el texto generaba en los votantes, como mostraban sobradamente todas las encuestas.
Algo de esa estrategia ha venido a mi mente al observar cómo las posiciones militantes y las coadyuvantes de la parte Israelí han convertido en mantra la idea de que la posición de Chile frente a las graves violaciones al derecho internacional humanitario de Israel, en su ofensiva militar en territorio palestino, constituirían un exotismo en nuestra política exterior, cuya explicación no sería otra que la obcecación del Presidente Boric con su pasado revolucionario y/o un guiño de éste a sus aliados más extremos.
Igual que la estrategia publicitaria del “a favor”, cada intervención de la Cancillería en la materia es seguida por un coro ordenado, distribuido y repetitivo que apunta a la misma idea base: la posición de Chile no se ancla en su tradición ni en los valores que la sustentan, sino en un capricho de la izquierda radical. Los voceros de dicha tesis, sin embargo, evitan referirse a actos concretos en los que Chile hubiera mostrado esa dizque prescindencia en el pasado y eluden, por cierto, incluir al canciller Van Klaveren en toda referencia.
Y es que tanto la experiencia y trayectoria del canciller, como su ascendencia, hacen problemática su inclusión en la crítica. El argumento del exotismo es difícil de conciliar con tan vasta y reconocida carrera diplomática. Por lo mismo, desde las partes interesadas, se sugiere que el ministro estaría coaccionado por su jefe o simplemente se apunta a otros actores de la misma Cancillería para ensañar la crítica.
De igual forma, el coro en comento omite, convenientemente, que en enero de 2011 Chile reconoció “la existencia del Estado de Palestina como un Estado libre, independiente y soberano”. Entonces el presidente era Sebastián Piñera, quién no tenía militancia en partido izquierdista revolucionario alguno (al menos hasta donde sabemos).
Pero el coro insiste y lo ha vuelto a hacer con ocasión de la intervención chilena en La Haya, donde nuestro país acusó a Israel de violar sistemáticamente el derecho internacional, posición que fue rubricada por un comunicado oficial de la Cancillería.
Los datos, empero, son bastante claros, la tesis del “exotismo izquierdista” no se sostiene. Es más, si se observa una década de votaciones de Chile en la Asamblea General de la ONU veremos que nuestro país ha votado en 139 resoluciones en contra Israel y ninguna a favor. Así, aunque la campaña diga una cosa, los datos muestran otra: cuando se trata las pretensiones israelíes en Palestina Boric vota en contra y Chile… También. (La Tercera)
Camilo Feres