Entre marzo de 2014 y julio de 2015, Carlos Correa Bau fue un testigo privilegiado de gran parte de las decisiones que se tomaron al interior del gobierno de Michelle Bachelet, en su rol de subdirector –y luego director subrogante- de la Secom.
Hoy, ya desde el mundo privado, el ingeniero civil desmenuza para “El Líbero” lo que han sido los últimos meses del gobierno, el trabajo del segundo piso y los resultados de la última encuesta CEP.
– Después de conocerse los resultados de la encuesta CEP hay al menos dos miradas antagónicas para explicar los malos números del gobierno. Una es que un mal diagnóstico llevó a diseñar reformas inadecuadas que además se elaboraron con poca destreza. La otra, propuesta por el PC, es que la renuncia a las reformas es la causa de la mala evaluación. ¿Qué opina usted?
– Los malos resultados se explican por una mezcla entre la crisis de confianza que atraviesa el gobierno, producto del caso Caval, y sin duda la clase política completa, que incluye a la oposición, y el rumbo errático que ha tenido La Moneda en el último año. Comunicacionalmente, ha pasado desde el “realismo sin renuncia”, la “obra gruesa” y ahora la tesis de “el legado”. Pareciera que a veces quiere más reformas y, acto seguido, que se arrepiente de ellas. Maquiavelo dice que “jamás han faltado excusas legítimas a un príncipe que deseara incumplir honorablemente su promesa”. Pero no es el caso porque no se ha construido el relato de la excusa legítima que explique tal incumplimiento. En eso tiene, en parte, razón el PC.
También con la ejecución de las reformas el gobierno ha oscilado. Ejemplos son los casos de la gratuidad, donde han estado en la palestra más de cinco propuestas, y la reforma laboral donde el gobierno terminó vetando sus propias indicaciones, y en especial, lo que dejó en pie el TC en materia de titularidad sindical o la discusión constitucional, donde pasó de Encuentros Locales Autoconvocados con mucha riqueza ciudadana a Cabildos con pauta de los ministros y acarreo. A veces parece un gobierno de izquierda, a veces de centro, y siempre tironeado y sin agenda propia.
– ¿Usted está entre aquellos que apuestan por un cambio de gabinete profundo y masivo o por aquellos que creen que la Presidenta no hará nada relevante pese a los malos resultados de la encuesta CEP?
– Coincido con lo que planteó el agente en La Haya y ex ministro José Miguel Insulza: varios ministros debieron, después de la CEP, por sí mismos y lealtad con la Presidenta haber presentado la renuncia para darle libertad de acción. Antes de la encuesta, desde La Moneda filtraron que iba un cambio de gabinete con aquellos ministros que tenían intereses en competir y después pareciera que retrocedieron, cometiendo otro error de comunicación política que afecta aún más la credibilidad.
Por otro lado, pareciera que la estrategia comunicacional respecto a la CEP, más que en la acción ha caído en la negación. Solo así se explican las extrañas declaraciones del ministro del Interior en bajarle el perfil a la encuesta. La sensación que queda es que el gobierno cambiará el gabinete fruto de las circunstancias y no producto de una decisión estratégica: lo hará cuando salgan los ministros que quieran competir, en noviembre.
– ¿Qué es más importante en una situación como la que vive hoy la Presidenta Bachelet: un buen gabinete o un buen equipo de asesores del segundo piso?
– Lo más relevante es un gabinete de peso, con capacidad de articular políticamente en el Congreso y bien afiatado, y por desgracia no es el actual. Basta ver la imagen del comité político de hoy, convocado para discutir el grave problema previsional, dirigido por una asesora del segundo piso y los ministros en segundo plano. Las imágenes también comunican sentidos.
– ¿El gobierno de Bachelet tiene opción de redimirse o ya se puede hablar de un proyecto político que fracasó?
– Los gobiernos siempre pueden redimirse, y es una obligación de éste hacerlo. ¿Se imaginan un comité político con Guillier, Allende e Insulza en la Moneda? Sería un golpe comunicacional que electrizaría positivamente a la coalición de gobierno, pero tengo la sensación que el segundo piso no permitiría eso. Prefieren sus pequeñas parcelas de poder que la trascendencia del proyecto de la Presidenta. A veces pienso que quizás no les moleste tanto devolverle la banda a Piñera.
– En términos electorales y comunicacionales, ¿hay tiempo para “producir” presidenciables nuevos o la gente tendrá que evaluar entre las figuras que ya están en el ambiente?
– Los resultados indican que casi dos tercios del electorado no tiene decidido candidato. Hay espacio para nuevas figuras, pero no de las coaliciones políticas. Lo preocupante es que está el ambiente listo para el virus del populismo: pueden tomar fuerza los candidatos extra institucionales como el millonario Farkas o algún otro rostro mediático lejos de la política que aparezca con soluciones mágicas a todos los problemas. (El Líbero)