Cacofonía es el “efecto acústico desagradable que resulta de la combinación de sonidos pocos armónicos o de la repetición exagerada de un mismo sonido”: eso es lo que según algunos le estaría pasando al mundo social y político de centroizquierda con la multiplicidad de movimientos ciudadanos que defienden diversos derechos y /o identidades propias.
El movimiento feminista, los ambientalistas, los de la diversidad sexual, el de los pueblos indígenas, las regionalistas, las iniciativas urbanas que defiendan el derecho a la ciudad, los animalistas y muchos otros más.
La dispersión de esfuerzos, la diversidad de temas sin conexión entre ellos, su poca articulación, el ensimismamiento de muchos de ellos, así como la ausencia de un proyecto nacional inspirador de todas esas luchas, haría que no se responda bien a los temas comunes y más apremiantes de la ciudadanía en general, ni se vea una alternativa de país atractiva.
Así difícilmente se podría ganar elecciones y ser gobierno otra vez.
Frente a esto lo primero es señalar que el desafío del mundo progresista es trasformar la sociedad y que ello no se hace solo desde el gobierno.
Los múltiples movimientos de la sociedad civil han producido, y lo seguirán haciendo, sin duda, cambios sociales y culturales magníficos: miremos solo recién la ola feminista y su impacto. Asimismo, son justamente las movilizaciones ciudadanas que se producen en la sociedad las que generan modificaciones decisivas a nivel político e institucional, como sucedió con la educación luego del movimiento estudiantil del 2011.
Son esas subjetividades y demandas ciudadanas las que se oponen a la lógica instrumental de la globalización y el mercado, y son a su vez la mejor garantía de renovación en la política y de la democracia.
Aunque fuera solo eso ya se justificaría el dedicar toda la energía del mundo a impulsar esas expresiones. Sin embargo, es cierto, que esos movimientos y organizaciones de la sociedad civil no comparten idearios comunes, ni actúan al unísono, y probablemente si lo hicieran y se sumaran, aun así, no lograrían dar el ancho para conformar una mayoría electoral que permita ganar el gobierno. Y sabemos que ganar el gobierno y el Parlamento es lo que permite consolidar institucionalmente muchas de las aspiraciones y derechos que reclaman.
Ser mayoría y ganar elecciones para ser gobierno, exige tener un proyecto de país atractivo, que conecte con la subjetividad de la gente, dando una respuesta mejor que los adversarios a las cuestiones más sentidas por todos, en un momento determinado, como son hoy, por ejemplo, los temas de seguridad pública, de un mejor acceso a la salud, y de más y mejores empleos; es decir, exige ser popular, y finalmente exige también acoger, articular e integrar esa multiplicidad de aspiraciones identitarias, a ese proyecto nacional. Es decir, se necesita una sinfonía. (La Tercera)
Víctor Barrueto