“Él tiene 12 hijos, yo tengo 9. Me gana, pero puedo decir que es una familia numerosa”, dijo ayer el excandidato presidencial José Antonio Kast al presentar a un nuevo invitado a la ronda de diálogos vía streaming que el líder del Partido Republicano realiza semanalmente. Esta vez, se trataba del exsenador y extimonel de RN Carlos Larraín, quien se conectó virtualmente desde su estancia en Tierra del Fuego.
Kast introdujo la conversación mencionando las “similitudes” entre ambos, como la gran cantidad de hijos y el hecho de que los dos han sido concejales, parlamentarios y líderes de partidos. “Lo que sí debo reconocer es mi poca aptitud para el jardín y para la abogacía”, agregó, de manera distendida, antes de darle la bienvenida. «Para mí es un privilegio”, dijo.
La conversación -difundida ayer en la noche a través de Youtube- fue, prácticamente, una entrevista realizada por Kast, quien también se dio espacio para deslizar algunos comentarios sobre la situación del país y el rol que ha jugado el gobierno, valorando la gestión, pese a sus críticas en meses anteriores y al hecho de haberse declarado, a inicios de marzo, como “opositor” a la administración de Sebastián Piñera.
Así, Kast le consultó a Larraín sobre el “devenir” del país en los últimos cuatro gobiernos. “Estamos en medio de un magma político, que puede salir para cualquier lado”, comenzó diciendo el exlíder de RN, para luego repasar, brevemente, las últimas cuatro administraciones de La Moneda: dijo que el primer gobierno de Michelle Bachelet fue “relativamente manso” y que la izquierda era “tranquila”; un gobierno “tolerablemente socialdemócrata”, como lo describió. Después, si bien dijo que el primer período de Piñera fue bueno y que tuvo que enfrentar el desafío que implicó el terremoto de 2010, sostuvo que “a mitad de camino le vino la tentación horrorosa de hacerse elegir” nuevamente.
“El bicho de la reelección pica muy fuerte, es sumamente tóxico. Entonces, empezaron a hacer maniobras con esa finalidad, y el resultado fue penoso”, dijo, recordando el triunfo de Pablo Longueira sobre Andrés Allamand en la primaria presidencial del sector, la “crisis existencial” del exsenador UDI y lo que calificó como una “maniobra” del entonces gobierno para impedir que el representante de RN fuera el candidato. “Fuimos a las primarias por las puras berenjenas”, dijo, junto con mencionar que, pese a las “virtudes personales” de Evelyn Matthei como nueva postulante de la centroderecha, tenía un “problema bastante arduo, que era hija de un excomandante en jefe de la Junta de Gobierno”.
De esa manera, sostuvo que todo eso derivó en una derrota “por capotara” en la presidencial y en la parlamentaria; y que desde ese momento “la izquierda se volvió loca, se soltaron las trenzas, le subieron las hormonas y entraron de frentón en la adolescencia más declarada, con acné, con de todo”. En ese sentido, fue enumerando las iniciativas que se impulsaron durante la segunda administración de Bachelet y cómo eso generó un nuevo escenario. “Chile, de ser un país prometedor (…), resulta ser que ahora estamos en el lote de lo que llaman ‘países en desarrollo’. Con la inestabilidad que se ha manifestado desde octubre, la reculada en el plano económico es feroz. La pena es que esto va a tener efectos sociales dramáticos, que ya estamos viendo”, sostuvo. Y agregó: “Estamos en pendiente franca”.
“Es un muy buen resumen ejecutivo”, le comentó Kast, quien recordó que ambos fueron, en cierta medida, protagonistas de parte de esa historia. “Reconozco que usted estaba en lo cierto y yo estaba en lo equivocado, porque yo en ese minuto militaba en la UDI y era una de los defensores de Evelyn Matthei (…). Pinté la camioneta que tenía con los rostros de Laurence Golborne, Pablo Longueira y Evelyn Matthei. Y el resultado fue realmente muy bajo”, comentó el exdiputado, antes de lanzar su siguiente pregunta: dijo que muchos advierten que “Piñera es un muy buen gestor, pero un mal político”, junto con señalar que la gestión actual “ha sido muy buena” en temas económicos y sanitarios “hasta ahora”, pero que “tuvo un problema estructural frente a la violencia” surgida desde el 18 de octubre. “En eso usted nuevamente estuvo dentro de aquellos que defendieron la Constitución”, le dijo a Larraín, apelando al hecho de que, a su juicio, “volver a una hoja en blanco era llevar a Chile hacia un precipicio”.
La respuesta del exsenador de RN fue cauta. Crítico histórico de Piñera, especialmente en su primera administración, cuando él presidía RN, esta vez Larraín lanzó un diagnóstico que fue compartido por Kast, otro que ha sido un duro cuestionador de este gobierno. “Me ocurre que en Chile estamos con un tal problema de falta de autoridad en el centro del sistema, que a mí me sale cuesta arriba criticar a Sebastián Piñera. Por supuesto que es un hombre con defectos, y tiene algunos francamente graves, pero yo prefiero hacerme el tonto”, decía Larraín, mientras Kast esbozaba una sonrisa.
“En este momento en Chile estamos clamando por un restablecimiento de la autoridad central. El que la ejerce es el principal responsable. Entonces, ahí uno está en este dliema en que se detiene a criticar o apoya al gobierno (…). Yo prefiero callar y empujar para adelante. Cuando veo este parloteo constante que viene de la izquierda sobre el manejo de la crisis de salud, verdaderamente me da mucha rabia, porque creo que el gobierno ha hecho un buen trabajo en torno al drama sanitario”, recalcó.
En ese sentido, Larraín cuestionó a lo sectores de izquierda que piden lo que él denominó como “paralización de la economía”, apuntando al PC y al “trío dinámico” conformado por las diputadas Camila Vallejo y Karol Cariola, y por la presidenta del Colegio Médico, Izkia Siches. “Me abstengo de criticar al gobierno porque en esta pasada, al menos, están con el agua hasta las orejas”. Y agregó: “En la situación de la Constitución hicieron todo mal. Eso te lo digo a la pasada. Pero como creo que estamos en un apretón aún más grave, porque es urgente, porque afecta a millones de personas, yo creo que hay que cerrar filas en torno al gobierno”. Su frase la lanzó dejando una breve pausa de unos pocos segundos para complementar: “Con o sin entusiasmo, cuento aparte”.
Fue en ese momento de la conversación en la que comenzaron a surgir elogios mutuos entre ambos, dos de las figuras más controvertidas de la centroderecha. “Eso lo refleja de cuerpo entero como un patriota, que ve los destinos de la patria por sobre los intereses personales”, le dijo Kast a Larraín, además de recordar el trance político por el que pasó el Partido Republicano en un lapso de pocas semanas. “El 2 de marzo nos declaramos opositores al gobierno, pero ya el 18 de marzo estábamos cuadrados de nuevo con el gobierno porque entendimos lo mismo que usted acaba de señalar: que en estos momentos de crisis total, uno tiene que cuadrarse con el gobierno”, dijo el exabanderado presidencial, quien más tarde durante la conversación diría que “el gobierno, después del 18 de marzo, tomó la senda correcta y ha tomado firme el timón”.
El concepto de “patriota” fue algo que también le adjudicó Larraín a Kast más tarde en el diálogo virtual. “Tú estás haciendo un esfuerzo estupendo José Antonio, que consiste en no tranzar con la mentira oficial, esta que se está dando como si fuera el evangelio. Tú eres de los pocos que dicen las cosas tal como son. No tienes miedo a que se te clasifique así o asá. Y estás siendo patriota”, le dijo, además de darle “ánimo” para que “sigas trabajando como lo estás haciendo hasta ahora, que es el polo opuesto a lo que hacen tantos tontos”.
En su pauta de preguntas, en todo caso, había algo que no podía faltar antes de dar por finalizada la conversación, que se prolongó por más de una hora: el anuncio de un acuerdo nacional que hizo Piñera el lunes. Al respecto, el líder del Partido Republicano cuestionó que se convoque a “los mismos actores que no dijeron nada de la violencia extrema que se vivió” durante el estallido social y le consultó a Larraín su postura.
“Yo creo, José Antonio, que siempre es bueno buscar puntos comunes, sobre todo en una crisis”, retrucó Larraín. “Ahora, hay gente con la cual simplemente no se puede hablar, porque no entienden ni el lenguaje de signos, ni el griego, ni el urdú, ni el japonés, ni el vietnamita. No entienden jota, porque tienen su mira estrecha, que no es patriótica, y se atienen a ese guión (…). En este trance del coronavirus yo comprendo que el gobierno esté concentrado en aliviar las consecuencias de la enfermedad, pero, simultáneamente, podría muy bien hacerse un esfuerzo para descubrir puntos en común, sea que se llame acuerdo nacional, sea que se llame esfuerzo de salvación nacional. Y yo creo que sí se pueden encontrar interlocutores, pero, por favor, que el acuerdo nacional no sea como el dichoso del 15 de noviembre, que significó entregar pan y pedazo (…). Se entregó ahí la Constitución, sin tener para qué; un gesto completamente inútil que nadie desde la izquierda ha agradecido”, enfatizó, recalcando que «creo que es bueno buscar puntos de contacto con quien sea”, pese a advertir que “hay que ser escépticos con algunos”.
Sobre el proceso constituyente, el expresidente de RN reafirmó que votará por el “rechazo” y advirtió un punto que, efectivamente, genera inquietud en sectores de la centroderecha: “de dónde caramba vamos a desenterrar candidatos para la constituyente”. Esto, en caso que se imponga el “apruebo” en el plebiscito de octubre.
“Vamos a levantar a unos caballeros con anteojos de poto de botella, que saben mucho de derecho, porque de esos tenemos varios y muy buenos, ¿pero los podremos hacer elegir?”, se preguntó. “Yo no veo por dónde una persona en sus cabales, de nuestro sector, puede decir ‘bendito sea el plebiscito, lo que va a salir tiene que ser bueno’”, remató. (La Tercera)