Chile ha finalizado un ciclo de 50 años de enormes transformaciones sociales y económicas. Con sus luces y sombras, este período nos desafió como sociedad al perder y recuperar la democracia, la amistad cívica y el orden. Cuando el país se unió en torno a un proyecto es cuando logramos los mejores resultados.
Con la legítima y necesaria diversidad de miradas, sí habíamos logrado consensos importantes en torno al rol de la familia chilena como pilar de nuestra sociedad, valores como la honestidad, el esfuerzo, más oportunidades para todos y el mérito, pero, sobre todo, logramos recuperar el alma de nuestro país, el sentirnos parte de una nación, cuidarnos y respetarnos.
Por diversas razones perdimos el camino y hoy estamos frente al reto de recuperar la senda. Necesitamos iniciar un nuevo ciclo con un nuevo proyecto país. ¿Qué país les vamos a entregar a nuestros hijos y nietos para los próximos 20-30 años? Y para eso debemos volver a soñar: un país de oportunidades para los distintos proyectos de vida personales, en un ambiente de respeto, paz y seguridad, en que volvamos a reencontrarnos en las calles y plazas, en que el saludo amable, la cortesía y una sonrisa vuelvan a ser parte de nuestra cultura. En que la belleza de nuestro interior se refleje en nuestro comportamiento, nuestra vestimenta, hogares y cuidado del medio ambiente. En que nos volvamos a emocionar con cada logro colectivo como son la Teletón, los éxitos de nuestros deportistas y artistas.
Para construir este proyecto necesitamos de la participación de todos, representados por instituciones como los partidos políticos, las universidades, las iglesias, los sindicatos, los gremios empresariales, las organizaciones sociales, culturales y deportivas, en fin, la sociedad civil. Esto debe ser un proyecto en que definamos solo algunos temas que nos unan como sociedad: cómo fortalecemos el rol de la familia; cómo transformamos la educación pública y privada en fuentes de movilidad social; en una salud pública y privada que atienda las necesidades de toda la ciudadanía; en una política de vivienda en que todos puedan acceder a tener un techo propio; en que recuperemos las calles y espacios públicos para nuestras familias; en que el respeto y cuidado marque el tono de nuestras relaciones, y en que volvamos a ser una sociedad alegre, solidaria y con esperanza en un futuro de oportunidades.
El Papa Francisco nos ha convocado a todos a trabajar en este proyecto y yo al menos, estoy disponible. Juntos, podemos volver a lograrlo. Es hora de ponernos a trabajar. (El Mercurio Cartas)
Richard von Appen