Nuestro país agotó este 31 de octubre todos sus recursos naturales para enfrentar 2016 y deberá ocupar su «línea de crédito» para terminar los dos últimos meses del año.
Para la organización WWF esta situación debe preocuparnos porque si bien no se sufrirá de ningún shock que afecte nuestra vida en el corto plazo, mantener este endeudamiento ambiental pone en riesgo el futuro de ésta y futuras generaciones.
El sobregiro ecológico es determinado por el promedio entre la huella ecológica (impactos humanos, lo que se va consumiendo o perdiendo) y la biocapacidad (capacidad biológica de la naturaleza para regenerar recursos en forma renovable y absorber los diferentes desechos generados por el hombre), medidas en hectáreas globales por persona (hgp).
En el mundo la primera vez que se produjo una situación así fue el 1 de octubre del 2000, mientras Chile lo hizo en 2015. Es decir, quebró su balance entre huella ecológica y biocapacidad, quedando con un déficit de 0,4 hgp.
Este año el mayor déficit se debió a un aumento de la huella de carbono en el país que llega 2,0 hgp, superando a países como Argentina, Brasil o México.
Para revertir esta situación se debe reducir las emisiones de CO2, históricamente ha sido el sector energético el principal emisor con el carbón y el diésel.
Respecto al resto de Latinoamérica, Chile tiene el peor balance tiene en cuanto al número de planetas Tierra requeridos si todos en el mundo vivieran como un chileno. Si esto ocurriera, serían necesarios 2,5 planetas Tierra para satisfacer las necesidades de la población mundial.
Según la WWE, «la solución aún sigue estando en nuestras manos y hay señales claras que muestran que estamos avanzando en la dirección correcta. Por ejemplo, vemos un alza en la inversión en energías renovables y como WWF que éstas ocupen el 100% de nuestra matriz energética al 2050″.
Además, apunta a la contribución de Chile en el marco del Acuerdo de París -que debe ser ratificado este mes por el Congreso- que considera la reducción de al menos un 30% de las emisiones de CO2 al 2030 respecto a 2007, la que a juicio de la organización, debería tener también un efecto sobre estos indicadores. Como también la creación de más áreas protegidas sin duda mejorará nuestros indicadores de biocapacidad». (Emol)