Por estos días la gente se pregunta cuán negativa para Chile podría ser la salida del Reino Unido (UK) de la Unión Europea, el famoso Brexit. Para mi gusto, la pregunta relevante es qué tan negativo podría ser nuestro propio Chilexit.
En la prensa internacional abundan los análisis respecto de las consecuencias económicas del Brexit para UK. Los más optimistas hablan de que la economía británica podría tener una desaceleración de entre medio punto y un punto porcentual el próximo año, pero la mayoría de los analistas prevén que como consecuencia del Brexit, la economía de ese país caería en recesión el 2017 y que entraría en una fase permanente de menor crecimiento en los años venideros. La mayor parte de la reducción en el crecimiento económico sería consecuencia del aumento en la incertidumbre respecto de la institucionalidad que regirá el desarrollo de los negocios en el Reino Unido en los próximos años.
En Chile, el proceso constituyente podría transformarse en nuestro propio Chilexit. En efecto, mientras lo que está en juego en el Reino Unido es la posibilidad de importar y exportar a la Unión Europea con o sin aranceles (obviamente esto es una simplificación solo para ilustrar el punto), lo que está en juego en Chile con el proceso constituyente son las bases mismas de nuestra institucionalidad. ¿Los derechos de propiedad seguirán bien resguardados en la nueva Constitución o a futuro, como pretenden algunos, tendremos que demostrar que la propiedad genera beneficio social para poder mantenerla? Por ejemplo, si tengo un campo y compro el del lado para una expansión futura, ¿tendré que pedir permiso y mostrar el plan de desarrollo del campo del lado o podré comprarlo libremente como ocurre hoy?
Si introducimos derechos sociales garantizados en la Constitución, tales como como educación, salud, y vivienda, ¿terminaremos con un déficit fiscal de más de 10% del PIB como le ocurrió a Brasil cuando hizo lo mismo a mediados de los 80, o nos pasará como a Colombia, que terminó prohibiendo el cobro de intereses por créditos hipotecarios porque el derecho a una vivienda estaba garantizado en la Constitución? ¿Cuánto valdría un campo sin sus derechos de agua? Y si ya no se requieren mayorías especiales para cambiar las bases de nuestro ordenamiento institucional, como quieren algunos, ¿significa que el gobierno de turno, con sus mayorías circunstanciales, cambiará las leyes y la Carta Magna a su antojo cada cuatro años?
La verdad es que los potenciales efectos para Chile del Brexit son juego de niños, una bicoca, comparados con los potenciales efectos negativos que podría causarnos el proceso constituyente en que estamos embarcados. Si el Brexit es capaz de generar una recesión en el Reino Unido, no me cabe ninguna duda que el Chilexit también lo puede hacer en nuestro país.
Sacando al economista que lleva adentro, usted podría argumentar que si el análisis anterior fuese correcto, la economía chilena ya debiera estar sintiendo las consecuencias negativas de la discusión constitucional. Usted tiene razón. Es más, no es descartable que parte del letargo que ha mostrado la inversión y el crecimiento en Chile en el último tiempo tengan que ver con el proceso constituyente. Sin embargo, quiero recordarle que David Cameron, primer ministro inglés, anunció hace tres años que habría un referéndum para decidir la permanecía del Reino Unido en la Unión Europea. Sin embargo, no fue sino hasta hace unos pocos meses, cuando se comenzó a consolidar la idea de que podría haber efectivamente un Brexit, que las consecuencias económicas, principalmente la depreciación de la libra esterlina, comenzaron a hacerse más notorias.
Hasta el momento en Chile nadie parece haber tomado muy en serio la posibilidad de que la nueva Constitución contemple temas como el debilitamiento de los derechos de propiedad, derechos sociales garantizados y exigibles o el regreso del estado empresario.
Pero siendo realistas y consecuentes con el discurso de los asesores más cercanos de la Presidenta, el proyecto de nueva Constitución que será presentado al Congreso el segundo semestre del próximo año muy probablemente incluya esos y otros cambios bastante radicales a nuestra institucionalidad.
De ser así, el Chilexit, es decir el alejamiento de Chile de los principios institucionales que le han permitido tener en los últimos 30 años una estabilidad y progreso sin precedentes en su historia, se convertirá en una posibilidad real. Junto con ello también se hará realidad la posibilidad de enfrentar una recesión económica en 2018 y un prolongado letargo en el desarrollo económico de nuestro país. (El Líbero)
José Ramón Valente