Cual boinazo o ejercicio de enlace, el “acuartelamiento” de Juan Pablo Hermosilla puso en jaque al gobierno: que el ministro Cordero no insista en seguir cuestionando la defensa de su hermano, porque le van a recordar al país la trayectoria profesional de la actual autoridad; que el Presidente Boric no se olvide de cómo y quiénes firmaron para inscribir su candidatura; que La Moneda tome conciencia que en materia de corrupción tiene “tejado de vidrio”; y finalmente, que entiendan todos que se pueden hacer públicas las conversaciones registradas en su celular.
La alegría del Presidente frente a la prisión preventiva de Luis Hermosilla era el paso en falso que su defensa buscaba, para instalar la idea de que el gobierno no es en este caso neutral frente al trabajo de la justicia. La autoridad picó el anzuelo con una ingenuidad de principiantes, quedando a merced de una operación comunicacional de relojería. Boric mutis, sus ministros descolocados, Luis Hermosilla cambiando de recinto de reclusión en menos de 24 horas. En paralelo, el fiscal nacional y la fiscal regional a cargo del caso develados en su calidad de contactos en el chat del imputado. Como para que no haya dudas de a quiénes se refería el Presidente cuando mencionó a los todopoderosos.
Ahora lo sabemos: son los que pueden decirle en su cara a la jueza que no les gusta ser interrumpidos cuando exponen; los que amenazan a un ministro de Estado con recordar públicamente su pasado profesional y al gobierno, su “tejado de vidro” en materia de corrupción; al Presidente de la República que sus expresiones de entusiasmo frente a una resolución judicial rozan la inconstitucionalidad y, a los demás, que la lista de nombres en el WhatsApp del imputado es larga. Eso es lo que se puede hacer y decir cuando se ha sabido cultivar nexos con el poder durante décadas; cuando se ha defendido a políticos, empresarios y presidentes de la República de todos los sectores.
Hoy, poner los ojos en blanco frente al caso Hermosilla es casi como hacerse el sorprendido de que los comunistas respalden a la dictadura venezolana y su fraude electoral. Porque sabemos quiénes son y cómo funcionan los poderosos, por eso el jefe de asesores del Presidente Boric lo primero que hace al ser involucrado en el “caso fundaciones” es recurrir a Luis Hermosilla. Y, al parecer, ni el Presidente ni ninguno de sus ministros, tuvieron objeciones. Como tampoco las tienen para seguir gobernando con los partidarios de la dictadura de Maduro, y para volver a integrar un pacto electoral con ellos.
Han sido días pedagógicos: hemos tenido una clase magistral sobre cómo funciona el poder; lo que puede decir y hacer, las amenazas que puede proferir, las atrocidades que puede defender. Ahora el gobierno también lo sabe. De la manera más brutal, pero también más simple, empieza a comprender que lazos son los que no va a poder cortar y de quienes, simplemente, no podrá prescindir. (La Tercera)
Max Colodro