El 21 de noviembre Chile tuvo unas elecciones cruciales, históricas. Sin embargo sabemos que todavía no son definitivas, porque en el plano presidencial ninguno de los candidatos obtuvo más de la mitad de los votos. Por lo mismo, el 19 de diciembre próximo será la segunda vuelta entre José Antonio Kast y Gabriel Boric, que definirá al futuro Presidente de la República.
Las elecciones, tanto las presidenciales como las parlamentarias, tuvieron muchos significados dignos de ser destacados, que nos pueden permitir una mejor comprensión histórica del momento que vive Chile en la actualidad y de sus proyecciones futuras. El primer tema que llama la atención, si bien se advertía en las semanas previas a los comicios, es la derrota de las dos coaliciones que han gobernado los últimos 30 años: la Concertación de Partidos por la Democracia y Chile Vamos (ex Coalición por el Cambio). El resultado actual, favorable para el líder del Partido Republicano o el del Frente Amplio, representa una gran mutación en la democracia chilena, cuyas proyecciones están por definirse. Con todo, hay un dato adicional que corresponde tener en cuenta: ambos suman la votación más baja –Kast (27,91%) y Boric (25,83%)–, de las dos primeras mayorías desde 1999, cuando se aplicó por primera vez el sistema de segunda vuelta, entre Ricardo Lagos y Joaquín Lavín. Es decir, casi la mitad del electorado se quedó sin su candidato en competencia tras los resultados del pasado domingo.
Hay otro factor muy relevante que se debe considerar –y que estas elecciones muestran como ninguna anterior– y es la importancia del proceso democrático, y la posibilidad que tiene de producir competencia y alterar eventualmente los resultados previstos. En las primarias Sebastián Sichel y Gabriel Boric lograron imponerse contra todos los pronósticos, en buena medida por dos excelentes campañas, que permitieron al primero derrotar a los candidatos de Renovación Nacional, la UDI y Evopoli, en tanto el segundo superó al del Partido Comunista. Por su parte, José Antonio Kast marcaba apenas un 6% ó 7% tras las primarias, sin posibilidad alguna de triunfo, pero logró llegar con la primera mayoría tras una intensa campaña.
Lo que ha ocurrido la semana después de las elecciones muestra la relevancia de la democracia y de la necesidad de conquistar mayorías. Los proyectos que aparecen a la izquierda de la Concertación y a la derecha de Chile Vamos han comenzado rápidamente a articular sus apoyos para la segunda vuelta, lo que ha llevado a ambos candidatos a buscar con decisión el centro político, así como también otros apoyos sociales que permitan competir con sentido de victoria. Quizá la gran incógnita de hoy sea el factor Parisi, considerando el gran resultado electoral que obtuvo un candidato que no pisó Chile ni durante la campaña ni en el día de la elección, pero que ciertamente representa a un sector relevante de la población.
Quizá lo que más llama la atención es que, tras la nueva muerte de la ex Concertación, sus principales líderes y partidos se han sumado rápidamente a la candidatura de Boric. En el proceso ha primado una resistencia atávica hacia la derecha –los argumentos han sido más negativos que positivos– y quizá un intento de sobrevivencia política en un eventual gobierno del diputado del Frente Amplio. Después de todo, este joven conglomerado ha superado electoralmente al Partido Comunista y al Partido Socialista, las dos grandes fuerzas históricas de la izquierda chilena, redefiniendo el mapa político del país. Por su parte, el PC es el partido más grande desde el centro hacia la izquierda, un hecho inédito en la historia de Chile, que contrasta con la decadencia de la Democracia Cristiana, que una vez más ha perdido cientos de miles de votos.
Desde el centro hacia la derecha la situación es diferente, por cuanto Renovación Nacional y la UDI –si bien perdieron algunos parlamentarios– se mantienen como los dos partidos mayoritarios de Chile, seguidos muy de cerca por el Partido Republicano, en un notable equilibrio de fuerzas. En la práctica, las agrupaciones de Chile Podemos Más se sumaron a la candidatura de Kast, en una clara manifestación de unidad frente a un adversario común.
El domingo 21 triunfó la democracia sobre la lógica de la violencia, instalada en la revolución de octubre de 2019. La sociedad pudo definir con libertad sus preferencias. A nivel parlamentario el resultado muestra una notable equivalencia entre las derechas y las izquierdas, teniendo al medio al Partido de la Gente como un factor que podría llegar a ser decisivo en el futuro. Como consecuencia se ha producido la muerte –momentánea al menos– de la refundación de Chile, anunciada con bombos y platillos en la instalación de la Convención constituyente el pasado 4 de julio.
A estas alturas del proceso nada está definido en materia presidencial. Todo indica que serán comicios muy estrechos. Es necesario tener claro que los aciertos tendrán recompensa y los errores serán castigados. Eventualmente incidirán en el resultado final, que hoy aparece incierto, como también lo sigue estando el futuro de Chile para los próximos años. (La Tercera)
Alejandro San Francisco