Club Bilderberg: ¿gobierno mundial paralelo?

Club Bilderberg: ¿gobierno mundial paralelo?

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¿Qué se le había perdido al político ecologista alemán Jürgen Trittin en Chantilly (Virginia, Estados Unidos) en 2012? Eso querían saber entonces sus correligionarios. La pregunta era expresión de un descontento masivo. La respuesta, conocida: el líder de Los Verdes alemanes había participado en una reunión del Club Bilderberg.

Un izquierdista en una reunión secreta de los poderosos y ricos del mundo: una provocación, una afronta al partido. Trittin se vio urgido de aclarar y solucionó el problema con la afirmación de que las ideas ecologistas debían ser defendidas justo allí, donde aún no eran mayoritarias. Y así, por los pelos, salió del apuro con las bases de su formación.

Wolfgang Schäuble no necesita ese tipo de justificaciones. El poderoso ministro alemán de Finanzas se halla este año en la lista de invitados, lo mismo que los titulares de Defensa e Interior, Ursula von der Leyen y Thomas de Maizière. Según trascendió, los tres habrían confirmado su asistencia al evento de cuatro días (9.-12.6.2016), a puertas cerradas.

El secreto Club Bilderberg se reúne cada año en un sitio y país distinto. Esta vez, en el Hotel Taschenberg, en el centro de Dresden. Ya se han anunciado casi dos docenas de manifestaciones en su contra. La canciller alemana, Angela Merkel, su ministro de Exteriores, Frank-Walter Steinmeier, así como el vicecanciller y líder del partido socialdemócrata, Sigmar Gabriel, no asistirán, pese a haber sido invitados. Suficiente para los titulares.

EL MISTERIO

Quienes participan en las reuniones del Club Bilderberg se someten a estrictas reglas. La más importante se denomina «Chatham House Rule». Establecida por primera vez por el Royal Institute of International Affairs en 1927, obliga a cada participante a guardar absoluta reserva sobre el contenido de la reunión (conversaciones, declaraciones, intervenciones). De ahí que este encuentro de los poderosos sea, año por el año, blanco de la crítica a su nula transparencia.

Los organizadores y participantes se mantienen firmes: se trata de una rara oportunidad para hablar claro entre ellos, los decisores globales. Aunque, repetidamente, se ha invitado a periodistas como participantes, los medios no tienen autorización para reportar.

Fuertes medidas de seguridad en la Conferencia del club Bilderberg, en Tirol, Austria, 2015.Fuertes medidas de seguridad en la Conferencia del club Bilderberg, en Tirol, Austria, 2015.

Lo que se sabe de estos encuentros es poco espectacular: se aclara y se discute en un ritmo de 90 minutos. Y en la reunión de hace tres años en «The Grove», una residencia de lujo al norte de Londres, no ofrecieron más que la típica oferta gastronómica de buffet, según reveló un participante; el vino tuvo que pagarlo cada uno de su propio bolsillo.

TEÓRICOS DE LA CONSPIRACIÓN

Entre Riesling y roastbeef, los selectos invitados intentan nada más y nada menos que solucionar problemas globales, salvar al mundo. De acuerdo con las memorias del antiguo embajador estadounidense en Alemania George McGhee, el Club Bilderberg habría contribuido enormemente a la firma de los Tratados de Roma, un paso previo al surgimiento de la Unión Europea (UE).

Etienne Davignon, empresario belga y presidente de honor del Grupo Bilderberg, afirma incluso haber asistido al nacimiento del euro en este círculo. Una y otra vez, surgen preguntas. ¿Quién estuvo detrás de la crisis del petróleo de 1973? ¿Cómo se logró la reunificación alemana? Las conferencias del Club Bilderberg alimentan las teorías de la conspiración y se multiplican las interpretaciones de sus críticos sobre el verdadero significado de este evento.

El sociólogo de los medios Rudolf Stumberger achaca al club de nobles la tendencia a un intento de re-feudalización. El politólogo holandés Kees van der Pijl asegura que los intereses allí representados tienen muy poco que ver con la democracia. Estas reuniones son, se repite cada año, un «evento absolutamente predemocrático». En su séptima década de existencia, sin embargo, el club secreto sigue ejerciendo una fuerte atracción: «fraternizar con algunas de las personas más influyentes del mundo», escribió en 2011 el actor británico Ian Richardson, «actúa como un afrodisíaco psicológico.»

EL COMIENZO

Esa motivación debe haber estado presente desde el primer encuentro, en 1954, en el «Hotel de Bilderberg», en la localidad holandesa de Oosterbeek. El príncipe Bernhard presidió la conferencia en sus primeros 20 años, hasta que tuvo que renunciar, involucrado en un escándalo de sobornos con el consorcio armamentista Lockheed. El ejemplo sirve de argumento a los críticos para poner bajo sospecha general al secreto Club Bilderberg por contribuir a estrechar lazos entre la política y la economía mundiales. (DW)

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