Desde primeras horas de la mañana del día siguiente, tanto la ministra Robles como la general del Aire Loreto Gutiérrez Hurtado, la directora del Departamento de Seguridad Nacional de presidencia del Gobierno (DSN), ya eran conscientes de la dimensión real de la hecatombe.
Ambas mujeres fueron informadas por sus jefes de gabinete y tuvieron la oportunidad de ver y leer los primeros informes de inteligencia extraídos de las fotografías tomadas por los satélites europeos de observación en los espectros visible, infrarrojo y radar de Copernicus, la constelación de satélites de seguridad medioambiental, el de la NASA LandSat-8 y por el español de tecnología radar Paz.
Según pasaban las horas, ambas también conocieron los detalles aportados por las fotografías captadas a menor altura por los drones y helicópteros de la Guardia Civil, Policía Nacional, Ejército del Aire y del Espacio y del Ejército de Tierra, que sobrevolaban las zonas arrasadas, anegadas por el agua o devastadas por los tifones que han acompañado la Dana.
Informado el presidente del Gobierno y conocedor del verdadero alcance de la debacle ‒con datos del primer recuento de fallecidos, la ingente cantidad de desaparecidos y el gran destrozo en infraestructuras y propiedades privadas‒, Sánchez decreta una primera ayuda para atender a las poblaciones más afectadas, entre ellas Alacuas, Aldaia, Alfafar, Algemesí, Alginet, Beniparrell, Catarroja, Chiva, Massanassa, Paiporta, Picaña, Requena, Sedaví, Torrent, Utiel…
Una vez activado el primer contingente de auxilio de emergencia de la UME, la ministra Robles arrincona de forma consciente al jefe de la UME, el teniente general Javier Marcos, y se erige en protagonista única para atender a los medios de comunicación. Pero van pasando las horas, un día, otro día y las demandas de auxilio por incrementar los apoyos no se materializan.
Los periodistas están deseosos de mostrar un rostro o escuchar una voz autorizada que cuente cómo evolucionan los recursos humanos y materiales que el Gobierno Sánchez ha enviado en ayuda de los cerca de 450.000 afectados. Sin embargo, ante la imposibilidad de acceder al general Marcos o a cualquier otro alto mando militar por prohibición expresa ‒pero no escrita‒ de Margarita Robles, los informadores de radio y televisión no tienen más remedio que acudir y hacer cola ante la ministra Robles.
Desde su amplio despacho en la cuarta planta del número 109 del Paseo de la Castellana de Madrid, la magistrada, ella solita, durante los dos primeros días de la asoladora riada, atiende a la Cadena SER, informativos Telecinco, TVE, La Sexta, Onda Cero y a los medios de comunicación que quiera saber las vidas que han salvado y el trabajo que desempeñan los miembros de la UME en Valencia.
Lo que explica la ministra ante las cámaras de televisión y los micrófonos de las emisoras de radio es un refrito de lo que le cuenta el ya citado jefe de la UME y el jefe del Estado Mayor de la Defensa, almirante Teodoro López Calderón, quien le aporta los datos que recibe del jefe del Mando de Operaciones, el teniente general José Antonio Agüero. Todos ellos tienen cerca de 40 años de servicio, amplia experiencia en planeamiento, conocen bien su oficio y están curtidos en el despliegue y ejecución de complejas misiones en Afganistán, Bosnia-Herzegovina, Irak… Pero da igual.
Con su desparpajo habitual, Margarita habla de los esfuerzos y tareas que acometen los militares de la UME, Ejército, Infantería de Marina y las tropas de tierra de la Fuerza Aérea que se van incorporando. Lo que parece ser su campaña de imagen otoñal transcurre hasta el sábado, 2 de noviembre, en que el presidente Sánchez le arrebata el papel principal. Ese día, el líder supremo escenifica una declaración institucional ‒lo que significa, sin preguntas de los periodistas‒, en la que anuncia que “las autoridades valencianas saben lo que hay que hacer y, si no tienen recursos suficientes para hacerlo… que los pidan”.
Los generales ya retirados con los que he hablado me trasladan el “profundo dolor y estupor” que han sentido al escuchar por radio y televisión el clamor de la gente que, un día tras otro, al menos hasta las primeras horas del domingo, 3 de noviembre, preguntan “dónde están los militares”. No saben que la UME está en exclusiva integrada por militares. Lo que en realidad piden a gritos son personas de uniforme que pongan orden, sepan lo que hay que hacer y aporten los recursos apropiados para afrontar una titánica tarea que la UME por sí sola no tiene capacidad para solventar.
Un veterano general con mucha experiencia en acudir a paliar catástrofes me habla de “la vergüenza que siente” por el hecho de que no se hubiera movilizado de manera inmediata el regimiento de Pontoneros de Zaragoza, “que tras la UME debería estar en la zona, para montar sus puentes desplegables, rehabilitar las comunicaciones terrestres interrumpidas, utilizar su maquinaria pesada para remover tierras, retirar automóviles destrozados y lo que haga falta”.
El regimiento de Pontoneros… y Especialidades de Ingenieros tan solo precisa de seis horas para movilizarse y otras tantas para trasladarse de forma escalonada por la autopista que une la capital del Ebro con la capital del Turia. Pontoneros dispone de electricistas, operadores de grúa, buceadores, conductores y un largo etcétera de especialistas con capacidad para levantar puentes de circunstancias, proporcionar energía eléctrica con sus potentes generadores, montar instalaciones de apoyo y ayudar a rescatar cuerpos hundidos en el agua y el barro.
La UME cuenta con un total de unos 3.000 efectivos. Alrededor de un millar se desplazó muy pocas horas después de las inundaciones para atenuar una tragedia de tan gran magnitud. Pero el Gobierno ha tardado cinco largos días en hacer llegar la fuerza militar y policial imprescindible para responder adecuadamente a la calamidad.
El presidente Sánchez tampoco considera que la tragedia sea lo suficientemente grave para activar el nivel 3 de emergencias que contempla la Ley de Protección Civil, lo que conlleva que el Gobierno establezca un mando único que asuma el control de la situación. El líder supremo lo ha descartado “de momento” y deja en apariencia las manos libres al Gobierno de la Generalitat de Valencia. Pero en los próximos días o semanas se puede revertir la situación.
Es posible que el jefe de Gobierno este esperando decretar el nivel 3 de emergencias “una vez tenga cubiertas las espaldas”, me aclaran. Sería después de ver aflorar la mayor parte de los cuerpos de los innumerables desaparecidos y reciba la confirmación de que los miles de policías, guardia civiles y militares que ha hecho llegar hasta Valencia en las últimas 24 horas ya trabajan a pleno rendimiento.
Entonces, tomaría el control de la rehabilitación de los pueblos del sur de Valencia, de cara a poder aupar a la ministra de Ciencia, Diana Morant ‒exalcaldesa de Gandía, localidad no afectada por la riada‒ a la presidencia de la Generalitat en las próximas elecciones autonómicas. Es una posibilidad que no hay que descartar. (Atalayar-Red NP)