Estos hablarán de la solución, y ojalá haya atención pública para ello, pues tenemos una oportunidad única de profundizar la democracia, de hacernos en ella menos dependientes del poder económico y así más iguales, y porque Chile no es un país corrupto. Tenemos pocos casos de corrupción y un generalizado financiamiento irregular de la política; instituciones para enfrentarlo y una opinión pública cuya reacción es el mejor antídoto para no ser un país corrupto. Lejos de quejarnos de su desconfianza, debemos bendecir que ella exista; es lo que nos salva.
Pero también seguirá goteando. Es inevitable. Enojarse con la realidad no ayuda a salir de la crisis. Quejarse de la crítica pública o de la actividad periodística equivale a pegarse cabezazos contra las paredes, amén de ser malagradecido.
El inevitable goteo no es lo que tiene a tan mal traer la confianza en la política. Mal que mal, la gente ya sabía que las campañas partían largo antes de los 30 días legales, que estas necesitaban de equipos humanos dedicados a ella y de costosa propaganda, y que para ello se pedían recursos a las empresas. Lo que ahora se sabe no es más que los detalles de lo que ya se sabía, y eso seguirá saliendo y por goteo.
Lo que produce la rabia no es la pormenorización de una historia conocida, sino las explicaciones que se dan cuando no resultan completas ni verosímiles; lo que a mi juicio produce indignación al ciudadano a quien se le pidió la confianza es que se le trate como si fuera un niño bobo. Eso es desprecio, y el despreciado reacciona con rabia, lo que ahonda el problema, si es que no es su raíz más profunda. Además hace inentendible que estemos corrigiendo lo que nadie hizo mal nunca. Hago excepción de Moreira y de su singular coraje.
También es un desprecio a la política y a la ciudadanía situar este problema en tribunales, decir que allí se entregarán los papeles, que allí se responderán las preguntas y que hasta que un juez no diga lo contrario debe presumirse la inocencia. Eso está bien para los privados que tienen problemas penales, pero no para los políticos que tienen problemas de desconfianza. Para ellos, el foro es el debate público, y los jueces los ciudadanos. Las elecciones son periódicas, pero la confianza y la desconfianza, el aprecio y el desprecio son factores de variación diaria que gravitan como nada en cualquiera que ejerce poder político. Los mandatos políticos son temporales, pero los mandantes no quedan hibernando entre elecciones. Ante ellos hay que entregar las versiones completas y detalladas. Lo demás es ningunearlos, hacer como que no existen, y el desprecio genera rabia y la seguirá generando.
También puede dificultar que dejemos de hablar de boletas, para pasar a hablar de proyectos, que se descubra que quien haya tenido financiamiento de alguien no se inhabilite cuando los intereses de ese alguien estén en juego. Vale para funcionarios y parlamentarios. Si llega a saberse después que el que tenía conflicto de interés participó de la decisión en la que no debió involucrarse, lo que hasta ahora es pura irregularidad sumado a la falta de reconocimiento, se transforma en conflicto de interés, y eso está bastante más cerca de la corrupción y aumentará la desconfianza y la rabia. Por ello que también es importante que la verdad se sepa, de una vez y de boca de los involucrados.
Más vale una vez colorado que ciento amarillas. Habrá que decidir, porque aunque nos quejemos o maldigamos, lo más probable es que siga goteando.