Comprarse problemas ajenos

Comprarse problemas ajenos

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Resulta difícil entender, y mucho más difícil explicar, por qué el Presidente Gabriel Boric decidió convertir el enorme problema en el que se encuentra el ex subsecretario Manuel Monsalve en un problema propio. Al haber permitido que Monsalve renunciara desde el palacio presidencial de La Moneda y al haber admitido en una peculiar conferencia de prensa el pasado viernes que él mismo se enteró el martes de detalles del comportamiento de Monsalve que pudieran ser constitutivos de delitos adicionales al de la violación de una subordinada por el que se le investiga, Boric ha hecho su mejor esfuerzo por convertirse en un actor principal de este escándalo que hoy remece al país.

Independientemente del resultado de la investigación y de la presunta responsabilidad de Monsalve, este incidente pasará a la historia como el caso de un testigo de oídas de los hechos, cuyas declaraciones e incomprensible comportamiento, lo convierten en un sospechoso de haber sido cómplice de un posible delito aun cuando todos los involucrados tienen buenas razones para creer que él no tuvo nada que ver con el supuesto crimen.

La improvisada conferencia de prensa que dio el Presidente Boric el viernes 18 de octubre logró que todos olvidaran que ese día se conmemoraba el quinto aniversario del estallido social. Dos años antes, Boric había aprovechado la ocasión para hablar al país y repetir la acusación de que los carabineros habían cometidos violaciones sistemáticas a los derechos humanos en el estallido -incluidos abusos sexuales. Entonces, en octubre de 2022, el gobierno todavía estaba en estado shock producto del inapelable rechazo mayoritario que dieron los chilenos a la propuesta de Constitución redactada por la primera convención. Dos años después, cuando la memoria del estallido se ha convertido en un mal recuerdo para muchos y en un sueño que terminó en un fracaso para otros, el Presidente Boric logró opacar cualquier referencia al estallido social al improvisar una conferencia de prensa para explicar su verdad sobre la acusación por violación contra Manuel Monsalve hecha por una subordinada del entonces subsecretario del Interior.

En la memorablemente descontrolada confesión pública de Boric, que incluyó una pública disputa con su jefa de prensa que intentó rescatar al Mandatario de su irreflexiva improvisación, Boric reconoció que Monsalve le había informado de la acusación que pesaba sobre él. Además, Monsalve le confidenció, según las palabras del propio Boric, que había revisado las cámaras de seguridad del hotel donde pernocta cuando está en Santiago, para revisar la información que podían entregar. Como ese hecho pudiera ser constitutivo de delito, el Presidente Boric accedió a información que lo obligaba a él, como funcionario público, a reportar el posible delito. Aparentemente sin saber qué él también podía estar cometiendo delito, Boric compartió esa información con la prensa. Además, confirmó que, aun sabiendo que su subalterno había tenido un comportamiento impropio de su cargo al invitar a cenar a una subalterna un domingo y además tomar tragos de más con ella, el Presidente no estimó necesario exigir inmediatamente la renuncia a Monsalve. Al contrario, le permitió a Monsalve seguir en su cargo y actuar públicamente como subsecretario por dos días más. Sólo la publicación de una nota de prensa en La Segunda el jueves terminó forzando la conferencia pública en la que Monsalve, desde el palacio de La Moneda, renunció a su cargo.

Evidentemente, el gobierno insiste en que Monsalve se iba a ir de todos modos. Pero como Monsalve siguió actuando en su calidad de subsecretario y la ministra del Interior, Carolina Tohá, no informó a los jefes de partidos oficialistas de la supuestamente próxima renuncia de Monsalve, no hay forma de confirmar que lo que dice el gobierno sea cierto. Para decirlo en simple, el gobierno no redactó el decreto que oficializaba la renuncia de Monsalve el mismo martes en la noche ni el Presidente Boric o la ministra Tohá le informaron a la persona que habría de asumir el cargo sobre el inminente nombramiento. Si Boric tomó esa noche del martes la decisión de sacar a Monsalve de su cargo, no se lo hizo saber a nadie.

Es verdad que Monsalve ya renunció. Pero el escándalo por la acusación de violación a una subalterna sigue haciendo daño en el corazón de La Moneda. El Presidente, por su poca habilidad política, su frivolidad, su desconocimiento de las leyes o una combinación de todos esos factores, hizo propio un problema que, junto a otros errores notables de esta administración, compite por ser el mayor error no forzado de esta administración.

Así como el viaje a La Araucanía de la ministra Izkia Siches, el indulto a los presos de la revuelta sigue haciéndole daño al gobierno o la celebración del Presidente y otras autoridades de gobierno con el perro matapacos, la desprolija, impropia y potencialmente delictual forma en que el gobierno reaccionó cuando supo que el subsecretario Monsalve estaba siendo investigado por una acusación de violación dejará una mancha indeleble en el legado de este gobierno. La forma en que el Mandatario hizo propio este escándalo multiplican los cuestionamientos sobre la capacidad de Boric para cumplir debidamente sus deberes como Presidente de la República. (El Líbero)

Patricio Navia