Sin dudas, uno de los temas que más reacciones ha generado tras la Cuenta Pública 2024 del Presidente Gabriel Boric celebrada este sábado fueron los anuncios de legalización del aborto y la eutanasia que impulsará el Ejecutivo en los próximos meses y que abrieron un debate valórico en la agenda pública.
Este domingo, a través de un comunicado, la Conferencia Episcopal manifestó que las iniciativas son una «contradicción» del Gobierno frente a su afán de «crear un ambiente de mayor seguridad y de un mejor cuidado de la vida de todos».
«Lamentamos profundamente estas iniciativas, que atentan contra el valor sagrado e inviolable de la vida humana. La Iglesia no cesa de recordar que la dignidad de todo ser humano tiene un carácter intrínseco y vale desde el momento de su concepción hasta su muerte natural», señaló la organización eclesiástica.
La Iglesia argumenta que «el aborto procurado es la eliminación deliberada y directa de un ser humano en la fase inicial de su existencia, que va desde la concepción al nacimiento. Por lo mismo, afirma que un ser humano es siempre sagrado e inviolable, en cualquier situación y en cada etapa de su desarrollo. Es un fin en sí mismo y nunca un medio para resolver otras dificultades».
En esa línea, afirman que «no hay supuesto derechos sexuales y reproductivos de unos, a costa de atentar contra la vida de otros».
Respecto a la eutanasia, señalan que la vida humana «incluso en su condición dolorosa, es portada de una dignidad que debe respetarse siempre, por lo que no se puede bajo ninguna circunstancia eliminar la propia vida o la de los demás bajo el peso del sufrimiento».
La Conferencia Episcopal llama a las autoridades a «no relativizar el valor de la vida humana. Lamentablemente, la percepción de la gravedad del aborto y de la eutanasia se ha ido debilitando progresivamente en la conciencia de muchos, lo que está en consonancia, por otra parte, con el desprecio a la vida humana que se manifiesta en nuestros días».
«El Presidente de la República nos ha llamado a expulsar de nosotros el monstruo de la desesperanza, teniendo confianza en el país que somos y podemos ser. Nos ha llamado también a hacer de la defensa de los derechos humanos la base sobre la cual construir un futuro compartido como país. Pero esto no lo lograremos si olvidamos los derechos de los más vulnerables y frágiles. La defensa de la vida por nacer está íntimamente ligada a la defensa de cualquier derecho humano y supone la convicción de que un ser humano es siempre sagrado e inviolable«, concluyen. (Emol)